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La RAE “reforma” la democracia y suma el léxico de la pandemia al Diccionario

En plena polémica por la defensa del español, la institución presentó unas adiciones anuales al Diccionario con fuerte carga política
PlatónLa Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Entre las más de 2500 correcciones y nuevas palabras que anunció en la mañana de ayer la Real Academia Española (RAE) para su actualización 23.4 del Diccionario de la Lengua Española, no está ninguna de las 32 que vienen marcando la agenda política, cultural y educativa del país durante las últimas semanas: «El castellano es lengua vehicular de la enseñanza en todo el Estado y las lenguas cooficiales lo son también en las respectivas Comunidades Autónomas, de acuerdo con sus Estatutos y normativa aplicable». La oración de marras, incluida en la Ley Orgánica de educación del Partido Popular de 2013 y eliminada del nuevo texto propuesto en materia educativa por la administración socialista, no solo ha levantado en armas a los partidos políticos y organizaciones civiles que ven en ello un ataque al español, sino que también ha instado a posicionarse a entes de vocación política en teoría neutral como la propia RAE.
En un comunicado hecho público el pasado jueves, no sin que se filtrasen antes desavenencias de calado entre los académicos, la institución pedía al ejecutivo liderado por Pedro Sánchez que «no se desviara de la protección que el artículo 3 de la Constitución dispensa al español como lengua oficial del Estado que todos los españoles tienen el deber de conocer y el derecho de usar». De esta manera, además de fijar y dar esplendor, la RAE daba por zanjada una polémica que se había ido acrecentando a medida que los académicos, a título personal, tacharan el nuevo texto legislativo, la conocida como Ley Celaá (LOMLOE), como un ataque a la lengua. Sin perjuicio de ello y en la misma declaración, la institución se ponía «a disposición del Gobierno y del legislador para prestar el asesoramiento que se considere necesario».
Por esa razón, y aunque el proceso de admisión a trámite que siguen las palabras para entrar en el Diccionario pueda implicar años, no deja de llamar la atención la fuerte carga política de algunas de las nuevas acepciones que se recogen. Quizá lo más llamativo sea el conjunto de enmiendas de acepción que ha experimentado la palabra «democracia». Así, en la nueva revisión, la «democracia popular» se convierte en el «sistema de gobierno de las dictaduras comunistas» y la «democracia orgánica» se reserva para la «forma de organización política del régimen franquista y otros regímenes autoritarios». Del mismo modo, se ha revisado la entrada de «derechoso» o «izquierdoso», para añadir una connotación inmediatamente política, y se ha incluido la palabra «izquierdizar» como el proceso para «hacer que alguien o algo pase a tener posturas ideológicas de izquierdas».
Las pasiones de la política
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, explicó junto a la directora del Diccionario, Paz Battaner, que la batería de novedades solo «obedece al proceso de inclusión que se coordina con las diferentes academias iberoamericanas», pero que bien se puede explicar por «las fuertes pasiones que viene desatando la política en los últimos tiempos». Sobre la reforma concreta de todo lo asociado a «democracia», Muñoz Machado añadió que se trata de un concepto lleno de «ilusiones e ideales difíciles de concretar y materializar» y que la acepción original databa «de cuando se asociaba a la demagogia». «Por eso», explicó el director, «era necesario desglosar la palabra para explicar mejor las distintas realidades».
En esa misma línea de adaptación a los nuevos significados, el «libertarismo» ahora se asocia directamente al «anarquismo», se incluye el «keynesianismo» como doctrina económica y política y se añade el verbo «candidatizar» o la «partidocracia». También se da cabida por primera vez al «animalista» como defensor del «animalismo» a la vez que entran «parafascista» y «fascistoide», como todo aquello que «atiende al autoritarismo».
En un acto que servía de igual manera para presentar la «Crónica de la Lengua Española» en 2020 y al que acudieron voces críticas con la Ley Celaá como Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, también hubo hueco para que el académico y periodista Juan Luis Cebrián analizara el uso de la «x» para marcar el desdoblamiento de género, modismo cada vez más popular entre los jóvenes: «Estamos viendo cómo incluso instituciones oficiales lo usan en redes sociales y es algo que afecta directamente a la gramática», señaló.
El comentario de Cebrián, una de las voces que, a título personal, — como indican fuentes de la Academia que se harán ahora todas las declaraciones respecto a un asunto que dan por zanjado por verse «sin competencias »—, vino motivado por una interacción en Twitter entre la Policía Nacional y el también académico Arturo Pérez Reverte, en la que el escritor afeaba a la cuenta del cuerpo que usara «nosotrxs» para hacer referencia al genérico plural. La RAE recogió el guante con ironía corrigiendo a Reverte el uso de «twit», por el recomendado «tuit».

Entre el virus y lo viral: de la “COVID” a los “emojis”

En un año marcado inequívocamente por la pandemia, era de esperar que las palabras estrella entre las nuevas adiciones al Diccionario de la Lengua Española fueran «coronavirus», «coronavírico» o «COVID». Si bien la escritura de esta última se recomienda en mayúsculas, no hay todavía consenso académico sobre su género. Atendiendo a la responsable de la publicación, Paz Battanner, el uso del masculino o el femenino no está lo suficientemente asentado como para encasillar todavía la palabra.
Más allá de discusiones teóricas, al Diccionario también llegarán «desconfinar», «desescalada» o «antirretroviral», palabras que según Batanner son el «ejemplo perfecto de la versatilidad del español» en tiempos de emergencia sanitaria, pero también léxica.
Si obviamos lo puramente (ahora sí) coronavírico, que también pasa por «cuarentenar», «cuarentenear» o la suma de «barbijo» como sinónimo de mascarilla, la RAE ha querido acercarse a las nuevas realidades que marca el uso de Internet. Así, el «emoji» se incorpora como «pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea, etc» y el «trol» llega al uso normativo junto a «trolear», que no es otra cosa que «en foros de internet y redes sociales, publicar mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de boicotear algo o a alguien, o entorpecer la conversación». «Avatar» también entra como palabra relacionada con las redes, por delante de los «googlear» o «wasapear» con los que se especuló en fechas recientes.
En lo que se puede entender como un homenaje de la RAE a dos ilustres como son Luis García Berlanga y Benito Pérez Galdós, y para celebrar sus respectivas efemérides, lo «berlanguiano» y el «galdosismo» o lo «galdosista» ya son realidades recogidas por el Diccionario. De la misma manera, pero ahora haciendo el guiño hacia América y su gastronomía, se recoge el «nacho» de la cocina mexicana, una de las reivindicaciones más antiguas de la Academia mexicana y que convivirá ahora con el también nuevo «faláfel» o el «wantán» de procedencia asiática.
Para el cajón de las curiosidades queda la adición de la «zumba» como disciplina, sustancias como la «serotonina» o la «nandrolona», el chileno «picoroco», la «intifada», el «etalonaje» del cine o la «vigorexia», entendida como la «obsesión patológica por desarrollar la musculatura».