Xoel López: “La música es medicina”
Publica “Si mi rayo te alcanzara”, un disco que vuelve a ser una exploración de sonidos en su carrera
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Descartó algunas canciones que eran buenas porque sonaban demasiados “xoelianas”. Hasta que la RAE no acepte el adjetivo como ha hecho con berlanguiano, le ponemos comillas, pero Xoel López es uno de los artistas en España que tiene una voz propia, distinguible de las canciones de los demás, sin duda por su timbre pero también por su sello. Pero Xoel, que es como todo el mundo le conoce, trata de alejarse de quien es, de su impronta, en su nuevo disco, “Si mi rayo te alcanzara” (Sony Music), de extraordinario y sorprendente sonido y que se publica hoy. “Hubo una idea inicial de sentimiento de cambio, de querer renovarme. Es algo cícilico. Me ha pasado en la vida cuando cambié del inglés al castellano, cuando dejé el grupo y empecé solo o cuando me fui a América Latina. Todo surge de un 2019 muy aventurero”, explica.
Menos mal que el disco no habla de 2020, porque sería insoportable... “Efectivamente, no habría quien lo escuchase. Estas canciones llevaban ya unos meses hechas y menos mal, porque el otro día me senté a escribir y me salió una canción tristísima. Pero me sentó bien. Salí reforzado y me fui a la calle con unos amigos. La música es una medicina, es la leche. Aunque no sé si alguna vez grabaré lo que escribí”, admite el gallego, curtido en una larga carrera de 15 discos, con Deluxe, primero, y en solitario después.
Así que, bajo la consigna de no ser él mismo, o de serlo pero atravesado por un rayo aventurero, López intentó mantener la guitarra alejada del disco (al final grabó dos) y lanzarse a la interpretación vocal completamente liberada. “Recuerdo estar sudando en las tomas de voz, con un micrófono de esos de condensador que son de mírame y no me toques agarrado, agachado y empepado, que es algo que está completamente prohibido. Pasaron cosas muy especiales en este disco, me renové y me sentí libre”. Para conseguirlo, se apoyó en dos personas: una fue el productor, Carles Campi Campón, domninador de la electrónica que ha aplicado con delicadeza, a veces sin que se note, a Jorge Drexler, Vetusta Morla o Natalia Lafourcade. “A Campi le contestaba, con cada arreglo que me enseñaba: ’'vaya viaje’'. Y le dije al final que por qué no montaba una agencia...”, ríe Xoel, que ha introducido sonoridades nunca oídas para él.
La otra persona fundamentel fue David Quinzán, la que le propuso un acuerdo de cooperativa de canciones, a porcentaje, y al que incluso se propuso suplantar. “Trabajar a su lado me ayudó a buscar algo en la línea que él lo haría. De hecho, escribí unos versos y le dije que eran más suyos que míos, pero los hice yo. Es como si por un momento le pudiera arrebatar su personalidad para hacer algo, aunque podía moralmente porque el disco lo estábamos firmando conjutamente”, cuenta Xoel, que pronto confiesa: “Vale, le robé una cosa de su tema “Changes” y lo metí a capón en una canción del disco. ¡Pero le gustó el resultado!”.
“Es uno de los discos más trabajados de mi carrera y de los más sentidos, la idea era ir más allá en el plano artístico”, dice cuando se le menciona las palabras experimentación o vanguardia. “Pero es también muy potente emocionalmente. Cada canción refleja de una cosa que me sucedió o de una persona, pero en conjunto habla de búsqueda, libertad de vivir, de sentir a tope. Creo que soy como mi madre, alguien que siempre busca la luz como filosofía de vida”. Pero en el disco hay también temas que hablan de la soledad que se siente en este exceso de comunicaciones, de redes sociales, del postureo, “de mostrar o aparentar ser lo que no eres, y estar maravilloso para el otro”, como ’'Alma de oro’'. O de esa situación en la que alguien te está robando la energía emocional, como en “Vampiro blanco”.
“Otras hablan de la falsedad, a las relaciones de mentira, los que parecen que son amigos y son de mentira y te clavan puñales -explica el artista-. Habla de dar una oportunidad a pesar de todo alguien o de la pena que es llegar a ese punto. Hablo incluso de la droga. Y “El tigre de Bengala” es una que compuse al final y que es un resumen y un recuerdo de lo bonito que fue para mí 2019″. Con esa nos podemos identificar: cuánto echamos de menos 2019.