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Teatro

Crítica

«El beso»: Un paseo definitivo ★★✩✩✩

Santiago Molero e Isabel Ordaz estarán en el Teatro Español hasta el 3 de enero
Santiago Molero e Isabel Ordaz estarán en el Teatro Español hasta el 3 de eneroRoberto CarmonaTeatro Español

Autor: Ger Thijs. Directora: María Ruiz. Intérpretes: Isabel Ordaz y Santiago Molero. Teatro Español, Madrid. Hasta el 3 de enero.

Para llegar al hospital donde tiene que recoger unas pruebas que determinarán la gravedad de un tumor que le han detectado, una mujer decide dar un largo paseo por un entorno natural a las afueras de la ciudad. Allí se topará casualmente con un desconocido con el que poco a poco empezará a entablar conversación. A lo largo de ese paseo compartido, los dos personajes irán venciendo su desconfianza hasta mostrarse mutuamente sus frustraciones, miedos vitales, incertidumbres, fracasos emocionales y sueños truncados.

El obstáculo mayor que encuentra la obra quizá sea ese tono ya un poco anticuado de alta comedia con el que está concebida; un tono que permite al espectador seguir cómodamente el desarrollo argumental, pero que impide, con su acartonado envoltorio, entrar con hondura en el drama psicológico y emocional de los personajes. Tampoco ayuda demasiado la lectura, supongo que marcada por la dirección, que se ha hecho de esos personajes a la hora de interpretarlos.

Isabel Ordaz, tiene gracia y desparpajo innegables en algunas escenas, pero, en otras, se aleja del meollo dramático por su propensión a la excentricidad. Santiago Molero, por su parte, le insufla un aire canalla y chulesco al personaje que no parece que le vaya mucho, a tenor de los diálogos y las acciones que tiene. Es cierto que este tipo de comedias se sustenta en el encuentro de dos caracteres que, precisamente, han de ser muy diferentes. El problema es que aquí se distancian más de lo que el propio texto tolera, y eso imposibilita que las chispas lleguen a provocar el incendio que necesita la historia. Dicho de otro modo: no es que sean dos personas muy distintas; es que no se aprecia entre ellas la química que la evolución de la trama exige.

Lo mejor

La sugerente escenografía de Elisa Sanz, con sendero que se adivina simbólicamente circular

Lo peor

Es muy difícil hacer alta comedia en estos tiempos sin resultar un poco ñoño