Tomoko Yoneda, la fotógrafa de la memoria reciclada
La artista retrata paisajes relacionados con las fronteras y las guerras, y muestra cómo los lugares que fueron tumbas para soldados hoy pueden ser lugares de veraneo
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En el mundo existe una geografía de fronteras, belicismos y violencias que está muy olvidada, pero que todavía conserva el latido de la Historia. A la fotógrafa japonesa Tomoko Yoneda siempre le han atraído estos lugares del presente donde aún sobrevive el trémulo pulso del pasado. Ella es una artista contradictoria, dotada con una mirada de antropóloga, que disfruta con los aspectos invisibles de las instantáneas, aquello que resulta invisible para el ojo, lo que está fuera del marco, y que no es más que el tiempo que ya ha partido. Sus imágenes son una reflexión agria de algo asumido, pero que pocos tienen en cuenta: que los almanaques jamás pasan en balde y que los santuarios heroicos de épocas anteriores, aquellos espacios donde sucedieron grandes acontecimientos, hoy son sitios dedicados al descanso y la diversión.
Las playas de Normandía se convirtieron el 6 de junio de 1944 en la tumba de miles de soldados aliados, pero ahora sus arenas albergan a legiones de bañistas que cada verano disfrutan del sol sin recapacitar en los jóvenes que cayeron allí antes de que llegaran en coche, acompañados de hijos y cuñados, y extendieran sus toallas junto a la orilla del mar. El mismo sitio donde los japoneses cometieron sus peores ordalías y sus tropas adquirieron mala fama, ahora es una pista de patinaje y un lugar de esparcimiento para docenas de jóvenes chinos con las retinas limpias de aquellos recuerdos. Los lugares históricos también se reciclan, como los envases de los refrescos y las botellas de plástico, quizá por una cuestión de higiene mental o de ecologismo intelectual. En la conducta del hombre existe un movimiento involuntario que le impulsa a apartar la memoria molesta para sobrevivir con comodidad y no sobresaltarse a cada instante por una emoción, un sentimiento o una evocación repentina. Se conserva la arquitectura monumental de los castillos, los palacios, las arqueologías varias que nos han legado las centurias, que es algo más inocente y, además, atrae el turismo, pero se desprecia la memoria intangible que supone la brutalidad, la muerte y la guerra, que está mal vista y habla de rencores y de responsabilidades históricas que a nadie interesa.
Tomoko Yoneda vive imantada por estos polos de atracción que habla de contiendas y rivalidades, como la frontera que divide las dos Coreas o las trincheras de la Guerra Civil española. Su exposición, en la Fundación Mapfre, es una colección extraña que muestra paisajes y, también, lo que ya no está allí.