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¿Qué nos enseña el leopardo de las nieves sobre la modernidad y los robots?

El autor sostiene que el hombre ha renunciado a parte de su humanismo y ha aceptado que “el mundo esté gobernado” por la tecnología

El escritor Sylvain Tesson, autor de "El leopardo de las nieves"
El escritor Sylvain Tesson, autor de "El leopardo de las nieves"TaurusTaurus

“El leopardo de las nieves” (Taurus) es el libro de un viaje. Parte de un encuentro del autor con un fotógrafo y cómo posteriormente se embarca en la búsqueda de un animal fabuloso, con tintes mitológicos: el leopardo de las nieves. Una aventura que lo llevará por las montañas más inhóspitas del mundo, a altitudes que abrasan los pulmones y que se convertirá en una profunda reflexión sobre el hombre, su naturaleza perdida y cómo ha extraviado algunos valores que jamás debería haber olvidado.

-Los valores que reivindica en este libro no están vigentes en esta sociedad.

-Son valores morales que no están de moda en la modernidad. El leopardo de las nieves tiene un sentido simbólico en este aspecto: es el de un deseo difícil de aferrar y que tal vez nunca podremos alcanzar. Es algo que te empuja en la vida. Pero su búsqueda también nos revela que la modernidad no es esta sociedad de la inmediatez y el materialismo, sino que apela a lo improbable, la lentitud, la espera y la esperanza. Esto choca con la precipitación en la que ahora mismo vivimos y en la que estamos inmersos.

-¿Qué es el hombre ahora?

-Se está convirtiendo en otra cosa. El ser humano ha querido someterse a la materia. Creo que la materia y el materialismo han ganado la batalla. Vivimos en una época fantástica, de enorme éxito técnico y tecnológico. Esto lo facilita todo. Vivimos más rápidos, somos más fuertes, tenemos medios de comunicación fantásticos, pero todo esto tiene un precio. Todo esto se paga. Hemos renunciado a nuestra singularidad, nuestra individualidad, nuestra libertad y nuestra voluptuosidad. Todo el mundo en Occidente entiende que el espíritu está retrocediendo. El alma. a medida que gana el confort material, que es muy agradable para nuestro cuerpo porque no tenemos frío ni hambre, deviene en algo trágico, porque estas mejoras físicas van en detrimento del espíritu. Por eso algunos ven en los animales reductos de antiguos valores humanos: el silencio, el equilibrio y la armonía... Por eso hoy los animales son tan apreciados porque sentimos que nos dicen algo, nos hablan de lo que no somos. Aunque no podrán hacer nada en un mundo gobernado por robots.

-¿Robots?¿Puede explicarse?

-Este conjunto de dispositivos, algoritmos y tecnologías que mejoran las condiciones materiales de vida a la vez están degradando nuestra felicidad, gozo vital y experiencia sensorial directa, orgánica, cívica y humana con el mundo real. Hemos aceptado vivir con una interfaz, con algo interpuesto, con una pantalla que nos tapa la realidad. Y esto hace retroceder al hombre y su naturaleza. Creo que es la peor noticia que nos habrían podido dar en la historia de la humanidad. Está claro que esto ha llegado para quedarse. El hombre ha decidido que los robots van a gobernar el mundo. Es una noticia tremenda.

-Hay una generación de niños que se pasan el día delante de las pantallas.

-Como siempre en la historia de la humanidad, creo que se van a dibujar dos tipos de hombres. Unos estarán sometidos a la pantalla y luego habrá una pequeña aristocracia de seres humanos que entenderá que la vida no es eso. De hecho, esto ya se está produciendo. Hay niños que viven en lo virtual y otros, no. Estos son los que pertenecen a la aristocracia humana. No es una aristocracia económica ni privilegiada por el dinero. Pero las personas que sigan guiándose de la vista, el tacto, el oído o el gusto se estarán sirviendo de su inteligencia, el cerebro, que es la antigua tecnología humana. Habrá una distinción igual que la hubo entre bárbaros y romanos hace siglos o gente que vivía en la Edad Media, aprendiendo en los monasterios.

-Y hay que sumar un exceso de consumismo. ¿O no?

-Esto es muy interesante. Si uno quiere ser libre, hay que empezar a dejar de comprar cosas. Estamos embarcados en un círculo vicioso. Salgamos ya de los supermercados y actuemos. Dejemos los discursos políticos, que no sirven para nada, y seamos un poco más austeros y liberémonos de las cosas materiales. Así seremos más libres.

-No ve la pérdida de la biodiversidad como un anuncio de nuestra propia extinción?

-La extinción de animales es muy triste porque son nuestros vecinos. Están desapareciendo, pero, desde un punto de vista histórico, para la Tierra no es relevante, porque las extinciones se han producido durante millones de años. Siempre ha habido otros proyectos biológicos alternativos. La naturaleza tiene suficiente potencia biológica para recomponerse y dar pie a otra aventura distinta. El hombre cree que todo gira en torno a él. Es un pensamiento muy egocéntrico. Las cosas desaparecen y vuelven a renacer con otros criterios y de otra manera. Creemos que Venecia es la ciudad más bonita del mundo y que Mozart ha escrito las mejores óperas, pero desaparecerán y en el futuro habrá otros peces y otras aves en el cielo. Es algo trágico, pero para la Tierra, y para el universo, la extinción del hombre no es grave. Solo es un pequeño episodio.