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Crítica de “El Horizonte”: el verano del fin del mundo ★★★☆☆

Laetitia Casta protagoniza "El Horizonte"
Laetitia Casta protagoniza "El Horizonte"ImdbImdb

Dirección: Delphine Lehericey. Guion: Johanne Giger, según la novela de Roland Buti. Intérpretes: Luc Bruchez, Laetitia Casta, Clémence Poésy, Thibaut Evrard. Suiza-Bélgica, 2019. Duración: 90 minutos. Drama.

El libro de estilo del relato de iniciación siempre empieza en verano. Pero en el verano de 1976, en la campiña suiza, hace un calor asfixiante, que amenaza con derretirlo todo. Gus tiene trece años, y se debate entre el despertar sexual que le provocan las revistas eróticas de la época y la sensación de libertad de sus paseos en bicicleta. Si hay que rebelarse contra algo es contra la familia; contra ese padre granjero, tradicional y misógino, a quien se le están muriendo los pollos en los que ha invertido hasta su último céntimo, y a quien su esposa, de una serenidad terrenal y apacible, no le hace demasiado caso.

“El horizonte” no se salta ni una de las normas no escritas del ‘coming of age’, adoptando el punto de vista de Gus como motor narrativo de la película. Lehericey tiende a filmarlo viendo algo a escondidas, percibiendo la realidad de los adultos como un secreto tras la puerta, como si la distancia que le separa del mundo estuviera medida por una mirada no correspondida. En cierto modo, el arco dramático de Gus le hace viajar de esa condición de voyeur, que sustituirá por ira pura y dura a lo largo del metraje, hasta una cierta idea de reconciliación. Ha de salvar obstáculos y abrazar tragedias -alguna de ellas impostadamente trágica: se ve venir, por ejemplo, los efectos de una tormenta que dará un giro narrativo al relato- para llegar, de forma prematura, a la madurez.

No esperemos más sorpresas que una potente subtrama LGTBI y la cálida interpretación de Laetitia Casta, muy lejos de su imagen de lolita evanescente, ahora figura materna y maternal de la que sabemos muy poco pero que resulta muy creíble como mujer de campo con deseos reprimidos de libertad, una feminista de segunda ola que tiene que aprender a escucharse en un entorno social que condena a las que leen y opinan en lugar de lavar la ropa. Lo que ocurre entre ella y su hijo también es signo de un relevo generacional que tiene que ver con el aprendizaje de la tolerancia.

Lo mejor

Laetitia Casta, en un registro maternal muy cálido, y el singular giro LGTBI de la historia

Lo peor

Por lo demás, es un relato de iniciación que no hace renglones torcidos