Esteban Mira Caballos: «En la conquista de América no hubo genocidio»
El especialista sostiene que «la historia no está para pedir perdón» y que la mayoría de sus soldados eran “campesinos y hortelanos”
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Un Hernán Cortés sin maniqueísmos históricos ni políticos. Esteban Mira Caballos firma una biografía alejada de hagiografías heroicas y leyendas negras; un estudio que brinda el retrato del hombre, el soldado y el político con sus luces y sus sombras, que revela aspectos poco conocidos, como el motivo de que nunca se refiriera a sus orígenes y que en su hueste hubiera, en realidad, muy pocos soldados y hombres con experiencia militar.
–¿Por qué esta obra ahora?
–Era imprescindible. Hernán Cortés está polarizado por una leyenda negra y otra blanca. Recientemente ha aparecido un libro que lo presenta como el hombre que salvó a los mexicanos del drama de los sacrificios. Y otro que lo analiza como un psicópata. Hay que abandonar lo «negrolegendario» y lo «rosalegendario». Mi objetivo era una biografía que lo situara como un hombre de su tiempo, pero que responda a las preguntas del hombre de hoy.
–¿Está falseada su figura?
–El problema es cuando metemos en medio ideología y nacionalismo. Una cosa es el Cortés de los historiadores, ya que, aunque con nuestras diferencias, todos llegamos a un acuerdo sobre él, y, otro, el Cortés que hay en la calle. Ahí su figura está muy politizada. En España y, sobre todo, en México, donde se enseña que España destruyó su país y la refinada civilización de los mexicas. No fue así. No destruyó México. Fue una guerra entre dos bandos, y en uno había un grupo de españoles. Les digo a los mexicanos que el drama del México actual no es Cortés, que creó el gran México virreinal, la capital del imperio hispánico y uno de sus mejores momentos. Su drama fue la pérdida de territorios entre 1846 y 1848, como Texas, que tiene los mayores recursos de petróleo de EE.UU. Se perdió en el siglo XIX, no por un conquistador español del XVI que, encima, levantó el México mestizo.
–Lo acusan de genocida.
–Hay que descartar el genocidio de la conquista de México. En mi libro narro el drama de la conquista. Hubo matanzas y deportaciones, como en las Antillas. Pero no genocidio. Las fuentes del siglo XVI dicen que las Indias no son nada sin los indios. Los españoles no querían trabajar la tierra. Cortés y la mayoría de los conquistadores administraron el terror cuando lo consideraron para controlar territorios, pero en su justa medida. No querían despoblar. Las tierras no valían nada sin su población. Es importante que Cortés vuelva al terreno de la Historia. El historiador ha perdido la calle y hay que recuperarla otra vez. Debemos recuperar la opinión pública.
–¿Y sobre lo de pedir perdón?
–Es absurdo. La Historia no está para pedir perdón. Ni para que sintamos culpa ni para hacer un juicio permanente. Siempre tenemos sentado en el banquillo de los acusados a Cortés. La Historia está para explicarla. Decir este fue el drama y esta la gesta. Y aprender para crear un mundo mejor. Pero entre unos y otros nos la cargamos. De la carta de López Obrador al Rey nos quedamos con el titular. Yo la leí. Entera. Lo primero que dice es que Cortés está en el origen de la actual nación mexicana. Luego, que pidamos perdón. No estoy de acuerdo. En tercer lugar, asegura que ellos lo pedirán por el genocidio que cometieron contra la población indígena yucateca en el XIX, y lo cuarto, que somos pueblos hermanos y que hagamos un documento de lo que ocurrió para entendernos. ¿Quieren uno? Bien, pero deben ser de historiadores mexicanos y españoles. Y luego que lo podamos difundir en las escuelas para que sepan que los españoles no comemos carne cruda.
–¿Las virtudes de Cortés fueron diplomáticas?
–Fue su principal mérito. Cortés hoy no sería un militar, sino un político, un Youtuber, un influencer impresionante. Tenía una enorme habilidad para eso. Desarrollaba pactos, sabía aprovechar las rencillas apoyando a unos contra otros, pero siempre permanecía abierto al pacto. Incluso en guerra estaba dispuesto a hacer amigo al enemigo. Tenía arengas propias de un filósofo. De hecho, enrola a la hueste de Pánfilo de Narváez en la suya. Entre sus soldados había negros africanos, franceses, italianos, griegos.
–¿El legado de Cortés?
–Siempre pobló y fundó hospitales. Es el germen del actual México mestizo. Su legado sigue vivo por el mestizaje que él mismo inicia con la Malinche y su hijo, con los poblamientos de los territorios y la fundación de instituciones.
–¿Apenas había militares entre sus soldados?
–Es otro de los mitos cortesianos. La mayoría eran campesinos, hortelanos, cualquier cosa, menos militares. Gente de a pie, aventureros. El propio Cortés carecía de experiencia militar. Era sobre todo un político. Su primer combate fue en México. Era un diplomático inteligente, una persona con una enorme capacidad para sumar fuerzas. No tenía formación militar. Pero solo fue conquistador durante dos años de su vida: 1519-21.
-¿El resto del tiempo?
-Me gusta destacar que si no hubiera conquistado México, Hernán Cortés habría pasado a la historia como navegante y explorador. A pesar de que no tenía experiencia naval, se pone al frente de una armada, y se dedica a descubrir el Golfo de California. A su primo lo manda a las Molucas, a Asia. Creó astilleros. Fue el primero en construir barcos en América. Y no olvidemos que entonces ya era rico, tenía honra y honores, pero a pesar de eso inaugura la ruta entre Acapulco y Asia. Y tuvo la visión de mandar en esos barcos, además de una carta para los reyes de esas tierras, a un indio y un judío por si allí entendían esas lenguas. En la expedición del golfo de California incluye a 40 familias de labradores, porque quería poblarlo. Se gastó una fortuna en esos viajes. Fue una obra titánica. Era una persona que deseaba seguir hacia adelante. No solo conquistar, sino descubrir y poblar.
-México, ¿conquista? ¿choque de pueblos?
-Fue conquista, porque era el término contemporáneo. Ellos lo llamaban conquista y es el concepto de su tiempo. La palabra «invasión» es extemporáneo. Eso no significa que no hubiera invasión, pero no es como se denominaba en su época, y por tanto mantengo el término conquista. No podemos ocultar el drama que hubo. Pero cuando lo cuento, me llaman «negrolegendario» y cuando menciono la gesta, «facha» y «españolista». Los conquistadores tomaron un imperio, tan legítimo o ilegítimo como el de los Habsburgo, que tenía sus leyes, escuelas, sistema jurídico y una ciudad refinada. Yo mismo he hecho el cálculo y era la cuarta ciudad más grande del mundo. Pero les ganaron la guerra al igual que los mexicas se la ganaron al pueblo tolteca y destruyó su capital Tula, borrando su memoria. Hubo drama y hubo gesta. Yo hice el mismo recorrido que Cortés en autobús y estuve dos días malo. Pasamos quebradas, pasos... fue una gesta. El territorio que recorrieron los españoles era desconocido y hubo luego mucho drama. Pero tampoco podemos ir allí y sostener tesis heroicas. Hay que tener empatía y trazar puentes. Los conquistadores destruyeron un mundo y crearon uno nuevo y mestizo.
-Se intentó proteger a los indios
-Lo que sucedió en Las Antillas fue un desastre. Entonces no se habían establecido las leyes para salvar a los indios y los taínos desaparecieron, pero enseguida hubo una corriente crítica que no tiene parangón en ningún otro imperio moderno ni contemporáneo. Desde el principio se plantea la licitud de lo que ocurría. Incluso se plantea restituir las tierras a sus anteriores dueños. Bartolomé de las Casas se jugó la vida metiéndose con los encomenderos. Se le acusa injustamente del origen de la leyenda negra. Pero él ni siquiera pensó en publicar ese texto. Lo escribió para comunicar lo que ocurría y, quizá ahí exageró un poco, para defender a los indígenas. El derecho que generó la Universidad de Salamanca inspiró luego las leyes de nuevos poblamientos. Con el pensamiento salmantino hubo un intento real de la Corona y de las instituciones de proteger a los indígenas, planteándose incluso la licitud de los sucesos. Lo más glorioso de la expansión fue precisamente la Escuela de Salamanca y su influencia en la legislación indiana para protegerlos. De hecho, se creó la figura para proteger al indio.