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“Península”: xenofobia contra los refugiados del apocalipsis zombi

Yeon Sang-ho vuelve a la franquicia que le dio fama para reflexionar sobre la condición humana en tiempos de supervivencia
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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A mediados de 2016, cuando las pandemias nos parecían un asunto teórico y el término «infectado» sonaba a algo más propio de las películas de George A. Romero o Tom Savini, una coreana llegó para aprovechar la dinámica zombi que había resucitado «The Walking Dead» y convertirse en un auténtico fenómeno de masas. «Train to Busan», que aquí pudimos ver en el Festival de Sitges pero que acabaría recaudando casi 100 millones de dólares en todo el mundo, no solo se convirtió en la cinta asiática más taquillera del año, sino que levantó también un imperio licenciado que se extendió hasta los cómics y las series de televisión. De hecho, Occidente llegó tan tarde al fenómeno que muchos olvidan que el proyecto nació en un anime, «Seoul Station», estrenado un año antes que la película y que explicaba el origen del virus.
Un lustro después de la catástrofe que narraba la película de acción real, en la que, de Este a Oeste, Corea del Sur iba siendo consumida por una espora que convertía a sus ciudadanos en seres violentos ansiosos de carne, hoy se estrena por fin en nuestro país «Península», con Yeon Sang-ho repitiendo en las labores de dirección y volviéndonos a trasladar al Pacífico para preguntarse sobre la condición humana en mitad del apocalipsis, cuando el único objetivo es la supervivencia.
Una predicción vírica
Con la solera que brinda haber sido seleccionada en Cannes y después de convertirse en otro taquillazo en su país, «Península» nos devuelve a Corea cuatro años después de lo ocurrido en la anterior película, por supuesto sin el retorno de ningún personaje que ya conocíamos, con las autoridades mundiales desestimando una intervención viable y el país en cuarentena. Cerrada Corea, y con los que consiguieron huir en condición de refugiados, uno de los motores de la acción será el rechazo social a los coreanos que se ven obligados a ir Hong-Kong, para siempre asociados con el virus y con ecos racistas que, en nuestra realidad, se sienten como una aguda predicción. La acción del filme, eso sí, se trasladará rápidamente a Corea de nuevo, cuando un grupo de mercenarios sin mucho que perder (entre ellos, Gang Dong-won) vuelva a su país para recuperar un botín bancario que se creía perdido y se encuentre con las diversas «tribus» que viven allí atrapadas, a medio camino entre el sadismo y la desesperación.
Con obvios ecos del último «Mad Max» de George Miller y una espectacular y adrenalínica fotografía firmada por Lee Huyng-deok –responsable también de esa planificación de escenas de acción entre vagones que maravilló a medio mundo en el primer tren de zombis–, «Península» es una hermana menor de su precuela, pero no por ello deja de lado su condición de «blockbuster» para terminar ofreciendo casi dos horas de acción y, como mandan los cánones de un buen «dorama» (telenovelas coreanas), también redención. Al final, y como casi siempre en el género de muertos vivientes, la reflexión que sepultan los kilos de imágenes generadas por ordenador tiene que ver más con la solidaridad que con el miedo a ser presa.

Próxima parada: el infierno

Aparcada, de momento, la franquicia tras el estreno de «Península», el director Yeon Sang-ho centra ahora sus esfuerzos en la nueva serie original que prepara para Netflix. En fase ya de post-producción, «Hellbound» adaptará un cómic publicado en web del propio realizador y que tiene en la mitología cheondoísta su principal fuente de inspiración. Sus seis capítulos, que han generado gran expectación en Corea parten de la pregunta «¿Qué pasaría si supiéramos la fecha de nuestra muerte?».