No habrá otro Berlanga
Una exposición celebra el centenario del director el día en el que se conocerá el contenido de su legado en el Cervantes
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Quedan tres días para que se cumplan 100 años del nacimiento de un escudriñador de sueños y temores nacionales. Un anarquista valenciano supersticioso con la cabeza llena de luces y decadencia, de alcaldes, verdugos, plazas y verbenas, que confiaba en los poderes atribuidos a un palillo de dientes que guardaba en su bolsillo para zafarse de la mala suerte y poder tocar madera siempre que la ocasión lo requiriese y cuyas palabras, analizadas desde la mirada íntima y generosa de un compañero de profesión como Montxo Armendáriz, “se convertían en una prolongación de sus películas” y tenían, además, “la misma acidez, la misma irreverencia y la misma ternura que sus imágenes”.
Hablamos, claro, de Luis García Berlanga, el maestro español cuya figura lleva homenajeándose desde el pasado mes de marzo –con visos de continuidad hasta junio de 2022– dentro de esa cronología sentimental de nuestra historia a través de su obra en lo que la Academia de Cine ha convenido en llamar “Año Berlanga”. Dentro de las celebraciones, viajes memorísticos y reivindicaciones del universo del cineasta se encuentra la exposición “Berlanguiano. Luis García Berlanga (1921-2021)”, cuya inauguración en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tuvo lugar ayer y estuvo presidida por los Reyes.
Como si de la cabeza de una enorme máquina del tiempo se tratara, las más de 170 instantáneas que componen la muestra, así como los libretos originales de versiones anteriores a “La vaquilla” escritos a mano por el propio Berlanga o la videoinstalación central integrada por doce pantallas en donde se pueden apreciar con detalle las particularidades formales de los planos de películas como “Los jueves, milagro”, “A las 9, lección de matrimonio” o “Esa pareja feliz”, entre otras, confieren al espacio un fuerte poder evocativo de esa España que ya fue y que todavía hoy se interroga sobre quién es. El deleite del espectador trasciende la línea de lo cinematográfico y va más allá de la belleza anecdótica que pueden albergar escenas como ver a Amparo Soler caracterizada de Chus en “La escopeta nacional”, que la semana que viene se repondrá en los cines españoles, o a Berlanga tumbado en lo alto de un piano junto a Pepe Isbert y José Luis López Vázquez gesticulando con euforia.
Franco juega al golf
Es precisamente en las notas sainetescas de la cultura más autóctona, representadas por las fotografías de Franco jugando al golf, Manuel Fraga saliendo impoluto de las aguas de la playa de Palomares o los gemelos fotografiados por Joana Biarnés de las mujeres que, ante la falta de recursos económicos, se pintaban rayas en las piernas simulando las costuras de las medias donde resuena la herencia de un director que no volverá. Tampoco el tiempo al que olía su cine. “De vivir mi padre, seguiría interpretando la realidad con sorna, muy escéptico. Siempre le importó un pepino lo que pensaran los demás”, opina José Luis, hijo del director, que atiende a LA RAZÓN para hablar de lo más inmediato: “Si yo supiera qué hay en la caja del Instituto Cervantes, que quizá lo sepa, no me atrevería nunca a romper los designios de mi padre”, añade divertido.
Berlanga hijo, al que se le puede intuir de dónde le viene el tono socarrón del que se sabe en virtud de información privilegiada, también arroja luz sobre el legado documental: “Seguimos en negociaciones, que son muy tediosas, con el Ministerio de Cultura. Hay voluntad”, aclara sin que el estamento público sepa concretar a este diario los flecos que faltan. Lo que sí está claro, como explica Berlanga, es el contenido, ya debidamente catalogado: “El archivo está depositado en la Filmoteca Española, y ahí se encuentran los 56 inéditos que le dan relevancia a la colección. Hay guiones completos y notas desde la década de los cuarenta”. Y si, como dicen algunos rumores, el genio nos legó en su centenario una nueva obra completa, ¿apoyarían los protectores de su legado una adaptación? “No me parece una buena idea que se hiciera. Nunca la apoyaría y tampoco creo que se haga”, remata expeditivo.