Eva García Sáenz de Urturi, un Planeta para el Año Jacobeo
La escritora presenta «Aquitania» en Santiago de Compostela, donde discurre su trama, ambientada en la Edad Media
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Este es un año Santo Jacobeo y los peregrinos regresarán a Santiago de Compostela, que es donde arranca «Aquitania», la última novela de Eva García Sáenz de Urturi, Premio Planeta 2020. Una obra que ahonda en una historia olvidada y poco conocida, pero tintada de una leyenda que ha llegado hasta hoy y que permanece viva. En esta misma iglesia falleció el padre de una de las reinas medievales más importantes: Leonor de Aquitania, esposa de Enrique II Plantagenet, una mujer de armas tomar que no temía las guerras ni tampoco la hegemonía de los hombres de su tiempo. «Su padre cayó fulminado aquí mismo, un Viernes Santo, y sus huesos fueron enterrados en la catedral, aunque ahora nadie sabe dónde se encuentran», comenta la autora desde esa ciudad, hecha de historia y monumentos, que es Santiago de Compostela.
La novelista está de enhorabuena porque su trilogía de la Ciudad Blanca, con la que triunfó y se hizo conocida en España, se ha convertido en un éxito en uno de los mercados literarios internacionales más exigentes, y duros: EE. UU. «Es muy complicado entrar en él. Yo lo acabo de hacer con tres libros. Se publicó hace unos meses el primero, el segundo hace nada y el tercero estará listo para su lanzamiento en septiembre. Han pasado muchos años sin que un autor español publique una allí y le haya ido bien. Estados Unidos se caracteriza por exportar mucho, pero importar muy poco, y menos en una lengua que no sea la inglesa. De español, apenas hay traducciones. Pienso que esto sí que hay que ponerlo en valor», reflexiona.
El «género rey»
Para ella, una de las claves que han determinado su eclosión en EE. UU. es el género que aborda en estos volúmenes. Aunque reconoce que hay algo más. «Creo que uno de los puntos fundamentales es que toco el ’'thriller’', que es un género rey y se vende en todos los países». Sin embargo, existe otro aspecto que no es superficial y que ella misma comenta: «Son novelas hiperlocalistas. Se desarrollan en Vitoria. Por eso sorprende que hayan sido aceptadas de manera tan unánime en el extranjero. Creo que este aspecto local, aunque parezca contradictorio, ha ayudado, porque muestra un mundo muy diferente al suyo».
Sin embargo, la escritora no se sorprende porque ya le ha pasado igual en otros países de Europa. «En Polonia, la trilogía ha estado entre los más vendidos. El primer libro y el tercero recibieron galardones. Allí tengo muchos seguidores que me escriben. También me sucede en Italia o Brasil». Para la autora, esto está relacionado con la magia de la literatura. «Si los personajes no están vivos y son estereotipos, se olvidan. Pero si están vivos y establecen un vínculo emocional con los lectores, es increíble. Ese es el verdadero poder de la literatura, que las personas reales tengan preocupaciones emocionales con personajes que son de ficción».
La novelista está en racha y ahora su último libro, «Aquitania», que lleva ya 13 ediciones y es un rotundo éxito, coincide con el Año Jacobeo de Santiago de Compostela, un lugar con el que su trama mantiene una estrecha relación. «Esta narración me ha permitido rescatar dicho camino medieval, hablar de los salteadores, su picaresca y peligros». Durante la documentación para su escritura, descubrió algo inesperado. «Para el linaje de Leonor de Aquitania hacer el Camino de Santiago era habitual. Su padre no solo lo hizo, sino que, además, era amigo del obispo, Diego Gelmírez. Él mismo ofició su entierro en la catedral. Pero, ya antes, los abuelos y tíos de Leonor habían realizado esta peregrinación. Cuando hice el viaje de documentación por Poitiers y Burdeos, vi que en un montón de iglesias se organizaban viajes de peregrinos para partir a Galicia». Lo único que le queda pendiente es el enigma de la tumba. «Hoy he estado hablando con el archivero y director del museo de la catedral. Me han explicado que fue sepultado en la parte románica, en el subsuelo. Se cree que el mismo obispo Diego Gelmírez acercó sus restos a su tumba. Así que bastaría con dar con la losa para localizar los huesos del padre de Leonor de Aquitania».