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El tesoro escondido en Afganistán que buscan los talibanes

Semanas después de la llegada de los talibanes al poder, nada se sabe de una de las colecciones más valiosas de la historia de la Humanidad
VCG
La Razón
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

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Hace ya semanas que la actualidad de Occidente dista mucho de la de Afganistán. Tras el “boom” informativo, uno más, sobre la retirada a la carrera de Estados Unidos y sus aliados del aeropuerto de Kabul, todo lo que llega de este país asiático es con cuentagotas. Lo que no es sinónimo de que el mundo se haya parado por aquellos lares. Más allá de la evidente preocupación por la vulneración de derechos, historiadores, arqueólogos y demás expertos conservan una preocupación en torno a otra de esas malas costumbres entre los talibanes (concretamente, del ISIS): la destrucción de parte del patrimonio del país y, por extensión, de la historia de la Humanidad.
Así lo demuestra la hoja de ruta de los radicales del Estado Islámico si miramos al pasado. Palmira, en Siria, ha quedado como el horror más presente de toda esta realidad por su destrucción casi en directo, en el verano de 2015. Ejemplo de una ciudad que prosperó durante siglos en el desierto del este de Damasco como parada de las caravanas en la Ruta de la Seda, además de ser una importante urbe como parte del Imperio romano que quedó en nada en minutos. Pero la lista negra va mucho más allá: Apamea, Dura-Europo, monasterio de Mar Elian, Mari, Hatra, Nínive, Nimrud, Khorsabad, el museo y la biblioteca de Mosul... O aquellos dos Budas gigantes excavados en Bamiyan, aniquilados el 12 de marzo de 2002 por ser consideraron “ofensivos” para el Islam. Y, entre todas estas pérdidas, en la nueva etapa afgana aparece en el horizonte la preocupación por el tesoro bactriano de Tillia tepe.
Según apuntaron las autoridades del país asiático, no hay motivo para estar en alerta, pues fue guardado “en un lugar seguro”. Así, el Gobierno de Afganistán aseguraba hace un mes que el tesoro no había sido sacado del país y que llevárselo o destruirlo sería una “traición”, advertía el subjefe de la Comisión Cultural, Ahmadullah Wasiq.
Compuesto por más de 20.000 piezas de oro y marfil, el tesoro bactriano es reconocido como una de las mayores colecciones de oro del mundo. Piezas que fueron excavadas hace más de cuatro décadas de las tumbas de seis nómadas adinerados en el área de Tillia tepe (en el norte de Afganistán). Si bien los antiguos arqueólogos del país expresaron la esperanza de que “se preste más atención al rico patrimonio arqueológico”, los expertos internacionales también han pedido la protección y exhibición del tesoro.
“La comunidad internacional debe prestar mucha atención a esto y proteger la herencia para evitar que se introduzca en el mercado negro”, explicó Zhang Yiwu, profesor de estudios culturales en la Universidad de Pekín, al “Global Times” sobre unas reliquias que ya hicieron gira mundial en 2006, hasta su regreso a principios de 2021. Se guardó en el Museo Nacional de Afganistán y se exhibió en el palacio presidencial, pero los informes indican que se desconoce su ubicación actual. ”Que el tesoro haya sido guardado merece la pena celebrarlo. Después de todo, si fuera robado, sería una pérdida para la civilización humana “, continuaba Zhang.
Y es que la leyenda nos ha contado que el siglo XXI comenzó con el tesoro custodiado durante años en una cámara acorazada. Siete llaves guardaban las piezas a través de otras siete personas, poseedoras de esas llaves, que ni siquiera se conocían entre ellas, para que los talibanes no pudiesen destruirlo. Ahora, semanas después de la vuelta de los talibanes al gobierno de Afganistán, se confía en que la guarida sea lo suficientemente segura como para que no se repitan las desagracias de Palmira o de Bamiyan.