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La calidad intimista de la pintura de Carmen Laffón

La pintora advierte con su obra, que el arte es un fondo mágico, ante el que solo cabe la seducción

"Bodegón", 1971 Carmen LaffónCarmen Laffón

Dotada de una habilidad técnica innegable, Carmen Laffón ha conseguido, casi sin proponérselo, lo que muchos pintores persiguen: el reconocimiento y el respeto del medio, los coleccionistas, la crítica, los artistas. Con frecuencia recordaba que pintar era difícil, «casi nunca sale», pero que esa búsqueda la había atrapado. Cuando le calificaban de pintora figurativa, apuntaba matices: perseguía la luz pero le interesaba su destello sobre los objetos, sobre el paisaje.

Y ese argumento es clave para entender su empeño en volver una y otra vez sobre un motivo y conseguir que cada cuadro fuese tan distinto como la luz que se refleja. Pocos pintores asumen con su intensidad la calidad interior e intimista de la pintura. El suyo es un ejercicio prolongado, casi suspendido en el tiempo. Las imágenes sobre las que trabaja contienen esa calidad secreta capaz de ponernos en guardia, de advertir que la pintura es un fondo mágico, con calidades retinianas ante las que solo cabe la seducción, el silencio cómplice, el retiro.

Luz, vivencias y rumores

Hace décadas que Laffón se detuvo a pintar lo próximo, su entorno cotidiano. La elección venía de lejos, cuando entendió que para pintar necesitaba ser fiel a su tierra, transpirarla hasta confundirse con ella: en sus viajes, lo que veía en ciudades como Nueva York le resultaba distante, por lo que decidió entrar a fondo en su Sevilla, en el paisaje andaluz.

Una de las obras que integraban la exposición "La sal"Carmen LaffónCarmen Laffón

Cada uno puede escoger qué imagen de Laffón prefiere: los cuadros iniciales, con figuras que flotaban en espacios brumosos y aires mágicos; las series de bodegones que parecían deshacerse; las que terminaron reclamando otra dimensión y le llevaron hacia la escultura; o los paisajes desde Sanlúcar de Barrameda, cuadros en los que la pintura es luz, pero luz tamizada por vivencias y rumores. Carmen Laffón resume como nadie la autonomía de la pintura, la posibilidad de aunar recursos figurativos e informalistas para que un cuadro transmita la emoción, la experiencia de una visión que se quiere compartir. Porque no buscaba repetir un motivo, sino defender el acto inaugural de pintar en cada momento.

Miguel Fernández-Cid es director del Museo de Arte Contemporáneo de Vigo

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