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Irene Virgüez, la revelación de “La hija”: “La película me ayudó a madurar como persona”

Tras aguantar el duelo escénico a dos ganadores del Goya como Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz, la joven madrileña habla sobre su debut con Manuel Martín Cuenca
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Cuando nació, allá por 2005, Manuel Martín Cuenca estaba en el Festival de San Sebastián presentando “Malas temporadas”, uno de sus trabajos más aclamados. De hecho, la juventud de Irene Virgüez Filippidis, hace que la entrevista con LA RAZÓN tenga que interrumpir su preparación para los exámenes del Bachillerato de Artes que está cursando en Madrid, su ciudad de siempre. Esa misma ciudad que tuvo que dejar hace unos meses para marcharse a Jaén, ponerse a las órdenes de Martín Cuenca y rodar “La hija”, que llega esta semana a nuestras salas. En ella, Virgüez interpreta a una niña embarazada y fugada de un centro de menores, donde trabaja un Javier Gutiérrez que la convence de llevarla a su casa perdida en la sierra para que les de a su futuro hijo en adopción. Allí conocerá a la futura madre, en la coyuntura infértil, e interpretada con tesón por Patricia López Arnaiz. Con elementos del “thriller” más crudo, y un juego espectacular de paisajismo narrativo, “La hija” es una de las películas españolas del año y Virgüez una firme candidata a estar entre las nominadas a Mejor Actriz Revelación.
El camino de la madurez
“La película me ha cambiado del todo, y he madurado una barbaridad. Antes de la película, de hecho, estaba en un modo un poco rebelde, podríamos decir. Me saltaba clases, no hacía lo que tenía que hacer… Era muy inmadura. Y también en lo emocional, porque no sabía manejar mis sentimientos. Tampoco era nada loco ni había que alarmarse, pero después del confinamiento y la película he madurado una barbaridad”, explica Virgüez desde una butaca de los cines Renoir en Madrid, a los que había acudido en alguna ocasión pero que, confiesa sincera como marca generacional, no tiene entre sus hábitos: “Si te digo la verdad, y aunque pueda estar fatal decirlo, nunca he sido cinéfila en el sentido de acudir mucho a las salas. En mi familia hay tradición de ir al cine, pero sí es cierto que es para acudir a estas películas-evento que hay ahora. No tanto a las pequeñas o a las de autor. Por eso mismo, ahora me estoy intentando formar en el cine, aprender cosas nuevas y ver películas de las que nunca había oído hablar”, añade, explicando que su cine de cabecera siempre fue el de Príncipe Pío.
De ascendencia colombiana, la joven actriz ayuda a pintar su perfil contando que lo último que ha escuchado antes del encuentro es salsa, “a Héctor Lavoe, porque lo llevo un poco en la sangre”, alcanza a decir. Y sigue: “Pero también escucho mucho rap en inglés, porque no me gusta quedarme solo en un género o en un mundo concreto”. Esa misma pulsión de descubrimiento, quizá, es la que le llevó a transformar por completo sus aspiraciones profesionales cuando llegó la oportunidad: “Antes de “La hija” yo estaba en el conservatorio de danza, y estaba súper enfocada en el baile. Casi no tenía tiempo para nada más, porque eran cuatro horas por la mañana y luego tenía que irme corriendo al instituto. Vivía mi vida enfocada en ello. La oportunidad del cásting y de la película me pilló en un momento raro, porque estaba lesionada y estaba teniendo problemas con el baile. No me iba bien. Cuando llegó la película, y sobre todo cuando llegó la cuarentena, me paré a reflexionar sobre qué quería realmente. Siempre he estado como a dos bandas, más enfocada en el baile, porque era mi formación, pero con el confinamiento todo se torció un poco y tendría que haber repetido el curso de danza”, completa.
Sobrevivir a la olla a presión
Enfrentándose con apenas 14 años a la maternidad (ahora tiene 15), aunque fuera en la ficción, la preparación del personaje de Virgüez en “La hija” le supuso un esfuerzo mental tremendo, en el que le ayudaron sus prestigiosos y multi-premiados “escuderos”, Gutiérrez y López Arnaiz: “Fue muy bien. Aunque sean actores con muchísimo más nivel, que han trabajado mucho más y mejor que yo, nunca sentí que hubiera distancia entre nosotros, que me miraran desde arriba. Siempre han intentado ponerse a mi nivel, y ayudarme detrás y delante de las cámaras. Con Patricia, por ejemplo, que he compartido más planos, entablé una relación de amistad ya hasta en lo privado. Me ayudó con el rodaje en sí, pero también con toda la experiencia. Uno no es un robot, y ella me ayudó a entenderlo”, explica con serenidad la intérprete, que ya vive cómo se le están acercando las marcas y los seguidores en redes sociales.
Rodada casi en orden cronológico, según lo que vemos en la película, “La hija” usa los mecanismos clásicos de la tensión y del “thriller” que tan bien ha utilizado su padre, Martín Cuenca, pero intenta no quedarse ahí y viajar hacia una reflexión sobre lo que significa ser madre y los límites de la propia moral a la hora de intentar buscar nuestra felicidad. En esa búsqueda, la víctima será el personaje de Virgüez, al cual con mentiras y engaños, convencerán de pasar su embarazo junto a la pareja protagonista. Y, si no se puede beber de la experiencia, ¿cómo se prepara un personaje tan visceral? La actriz responde: “Antes de rodar, incluso, se hizo una preparación de un mes con el guion, para ir trabajando cada fase de la película. Entonces, cuando llegué al rodaje ya tenía mucho terreno ganado. No fue desde cero. En el rodaje, encima de eso puse más trabajo. Y, al final, iba mejorando siempre. Cada escena mejor que la anterior. Gracias a Manuel (Martín Cuenca), que hace una cosa interesantísima que es cambiarnos de posición para generar empatía con el personaje del otro, fui ganando también confianza en mí misma. Lo último que rodamos fue la escena del ático, y ahí ya llevaba muchísimo trabajo acumulado”, explica Virgüez, sobre unos 15 minutos finales en los que la olla a presión del filme salta por los aires y arrasa con todo a su paso.
Apenas unos días antes de conocer las nominaciones de los Premios Goya (el próximo 29 de noviembre), Irene Virgüez no quiere pensar de momento en ello, ni en una posible nominación, mientras sigue preparándose: “Sigo haciendo pruebas, pero quiero terminar el bachillerato y completar mis estudios. No sé como reaccionaría, pero supongo que me pondría muy nerviosa. No me lo creería. Además, a mí me cuesta mucho reaccionar a las sorpresas, me cuesta asimilarlo. No quiero pensar en eso, porque creo que los Goya todavía me quedan grandes, pero todo se andará. Sería como un sueño, un poco”, se despide antes de confesar que le encantaría trabajar junto a Najwa Nimri o Úrsula Corberó.