Premio literario
Inés Martín Rodrigo gana el Premio Nadal con su obra “Las formas del querer”
El Josep Pla fue a parar a una de las caras más conocidas de los informativos de TV3, Toni Cruanyes por “La vall de la llum”
La pandemia ha hecho que el Premio Nadal se celebre otro año con restricciones, sin público, salvo la presencia de un limitado y distanciado grupo de periodistas que pudo asistir esta tarde al fallo, en Barcelona, del histórico galardón que convoca la editorial Destino juntamente con el Premi Josep Pla. No ha habido la tradicional velada literaria de antaño, pero sí premios.
En esta ocasión el galardón, que llega a su edición número 78, fue para la escritora y periodista cultural Inés Martín Rodrigo por la obra “Las formas del querer”, libro que se impuso entre los 937 originales, menos que la anterior, cuando fueron 1.044, si bien la organización calificó la participación de “altísima”. Así lo destacó el jurado que en esta ocasión estuvo formado por Alicia Giménez Bartlett, Care Santos, Lorenzo Silva, Andrés Trapiello y Emili Rosales. La obra fue presentada como “La vida que se fue”, con el seudónimo de Candela Vázquez Soto.
Martín Rodrigo nos traslada a una historia de recuerdos familiares y que tiene como punto de partida fallecimientos cercanos a la protagonista. Es a partir de aquí que ella se impone la redacción de una novela que será la vida mediante la cual pueda adentrarse en su pasado.
La periodista y escritora definió este premio como “el más bonito que existe en España”. “Recibir el Nadal es un honor y un privilegio en el año del centenario de mi adorada Carmen Laforet. Fue el Nadal quien ganó a Laforet. Este premio es un sueño cumplido. Las ficciones que pensamos para nosotros mismos se hacen realidad”. Recientemente Inés Martín Rodrigo prologó el libro de artículos de Carmen Laforet “Puntos de vista de una mujer”.
La ganadora del Nadal apuntó que “si estoy aquí es por mi madre, Aurora. Creo en el poder terapéutico de la novela, ahora más que nunca. Este libro es una búsqueda de alivio, un poco de luz en tiempos tan oscuros”. Martín Rodrigo también recordó a la recientemente desaparecida escritora y periodista estadounidense Joan Didion quien decía que “nos contamos historias a nosotros mismos para sobrevivir”. La protagonista de “Las formas del querer”, Noray, cuenta su historia, “en mitad de un duelo para enfrentarse a la novela que lleva largo tiempo rehuyendo. En esa novela contará, apoyándose en los recuerdos que le ha legado su abuela, los de su propia historia, desde la Guerra Civil a principios del siglo XXI”.
La autora rememoró como empezó a trabajar en el texto “hace tiempo, hace dos años y medio, en compañía de mi editora y amiga del alma, Belén Bermejo”, fallecida recientemente. “El duelo no se cura. Es una forma de vivir. Eso le pasa a Noray, que tiene muchas cosas de mí”, dijo. Pero eso no quiere decir que nos encontremos ante unas memorias de la ganadora del Premio Nadal. “La vida se ha filtrado en la ficción. Pierde a dos seres muy queridos que le han enseñado a vivir, a disfrutar de la vida, no sabe cómo afrontar su presente. La única manera que tiene afrontarlo es a través de la literatura, gracias a una librera llamada Filomena. En ese momento de duelo, de muerte, de dolor, retoma esa novela que es la que ha querido escribir toda su vida, pero que hasta ese momento no consideraba auténtica. Vuelve a la casa familiar para poder hacerlo. Para ello se apoya en los recuerdos de su abuela Carmen y que le han marcado toda su vida. Carmen es un personaje muy especial. Hay un juego entre realidad y ficción”. En este sentido, sobre este juego, añadió que “para saber a dónde queremos ir tenemos que ser muy consecuentes con origen. No es una novela autobiográfica, pero he echado la vista atrás a mis orígenes, a aquellos que no debemos perder de vista. Es también un homenaje a nuestros mayores que son nuestra raíz. Es importante que no olvidemos, algo importante para la literatura y la vida”. Para ello ha buscado en su interior, en su pasado, “me he dejado contaminar por esos recuerdos familiares y los he tergiversado a tope. He ficcionado hasta el extremo. Cualquier parecido con la realidad es pura ficción. Todo es una mezcla de las cosas que he vivido y las que me gustaría que hubieran pasado. Lo maravilloso de la ficción es que te permite vivir realidades que de otra manera sería imposible que hubieran sucedido. El espejo de la literatura es el único que te devuelve un reflejo que nunca miente”.
Noray toma su nombre de esos postes en el que se atan las embarcaciones mientras que con con otros nombres “he homenajeado a gente que quiero mucho. Por ejemplo, Carmen es por mi sobrina”.
La flamante nuevo Premio Nadal también apuntó, como uno de los temas de “Las formas del querer” al amor: “Hay tantas formas de amar como seres humanos. Vivimos tiempos muy oscuros, no solo por la pandemia sino también por crímenes de odio. Tenemos que ser muy conscientes de que esas formas del querer son tan infinitas como el propio querer. No es solo el amor heterosexual u homosexual, está también la amistad o el amor que encuentras en la naturaleza”.
El libro ha sido escrito mientras Inés Martín Rodrigo compaginaba su redacción con su trabajo como periodista cultural. “He tenido que renunciar a mi vida personal. El periodismo es un oficio maravilloso, pero muy demandante. A mí la literatura me hace muy feliz. Me encierro a escribir y no quiero saber nada más”.
Esta es la segunda obra de ficción de Inés Martín Rodrigo, una reconocida periodista cultural como demuestra en sus reportajes en las páginas del diario “Abc”. En 2016 hizo su debut en el terreno de la novela con “Azules son las horas” (Espasa) donde se movía entre la realidad y la ficción para contarnos la historia de Sofía Casanova, la primera corresponsal de guerra de la historia, que escribía sus reportajes para “Abc”, visitando las trincheras y denunciando la brutalidad de lo que sucedía en el campo de batalla. Asimismo, hace dos años también publicó “Una habitación compartida” (Debate) donde reunía una treintena de entrevistas -aunque la autora prefiere plantearlo como conversaciones- realizadas a escritoras de la talla de Zadie Smith, Margaret Atwood, Siri Hustveldt, Gloria Steinem, Anne Tyler o Elena Poniatowska, entre otras.
Por su parte, el Josep Pla fue a parar a una de las caras más conocidas de los informativos de TV3, Toni Cruanyes por “La vall de la llum”, presentada originalmente como ‘El llibre de l’avi’, bajo el seudónimo de Maria Becana. Alzarse, en palabras de su autor, con un premio que lleva el nombre de Josep Pla “es un honor y un reto. Honor por el altísimo nivel de los ganadores, algunos que admiro, o comprometidos, como Maria Barbal. Es un género en el que me estreno, la narrativa memoralística. Los libros que he publicado son ensayos de política internacional o catalana. Es una manera de señalarme un camino por el que puedo andar”.
Cruanyes agradeció al jurado, formado por Laia Aguilar, Antoni Pladevall, Marc Artigau, Montse Barderi y Glòria Gasch, “por creer en esta historia de ámbito familiar e íntimo. Esta historia tiene como motor la muerte de mi abuelo en la primera parte del covid. Ha sido una terapia, memoria como fuente de consuelo. Durante el tiempo que he escrito, mi abuelo alguien que quería ser recordado. Estampas personales y políticas. Espero cuando no esté ser recordado con luz”.
El periodista, conocido por ser el conductor del “Telenotícies” de TV3, ha investigado en el pasado de su abuelo, en las raíces de su pasado. “Fue alguien que sobrevivió una guerra y luchó contra una pandemia. He descubierto secretos de mi vida, pero también he redescubierto Canet de Mar, paisaje de mi infancia. He podido restablecer relaciones. Sin el apoyo de mi padre y mis tías, sin ellos no tendría sentido haber escrito este libro”.
Pese a que “La vall de la llum” tiene como centro el pueblo costero de Canet de Mar también busca ser un retrato de toda Cataluña, aunque tomando como eje una localidad que “despierta modernidad a través experiencias violentas”.
“El trabajo de periodista me ha permitido vivir fuera mucho, pero es en este valle de la luz donde he encontrado mi paisaje. Todas las referencias son reales, a través del prisma del niño que fui y del hombre mayor que fue mi abuelo. Todo lo que explico es verídico. Lo que he hecho es una extensión de mi labor como periodista”, dijo el ganador del Josep Pla.
Al igual que Inés Martín Rodrigo, Toni Cruanyes ha tenido que combinar su labor como periodística con su creación literaria. “Soy afortunado por poder contar con mi marido e hijos, así como mis padres y mis suegros que me han permitido escribir. Por la mañana, una vez que los niños estaban en la escuela, he hecho un sacrificio. Esta es la historia de mi abuelo que murió hace dos años. No quería alargar mucho este proceso de escritura e investigación”.
Indagar sobre esos recuerdos, sobre esos episodios del pasado “ha hecho que hayan sorpresas al investigar. No es solo confirmar cosas que ya sabes. Hay delirios y desmemorias que pueden provocar hilaridad, pero también hay un ejercicio de comunicación con el abuelo que lleva a una intriga. Es una historia familiar, pero también del pueblo, de sus circunstancias”.
“La vall de la llum” toma su título de “una percepción mía sobre la luz de Canet. Es también algo recurrente en la historia de Canet que captó el genio de Domènech i Montaner, así como más recientemente el fotógrafo Eugeni Forcano. La mía es una luz que se enciende y se apaga dependiendo del interior”.
¿Continuará el periodista combinando literatura con periodismo? “Hasta ahora había escrito dos ensayos y eso ha sido un contrapunto a la labor que hago ahora. Poder estar en casa escribiendo es algo que me gustaría volver a hacer”.
Ambos libros saldrán publicados el próximo 2 de febrero de la mano de Destino.
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