Sokolov, en boca cerrada no entran moscas
El celebrado concertista de piano nacido en San Petersburgo consigue abarrotar el Auditorio Nacional pese a la sombra de censura que rodea a los músicos rusos
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Obras: de Beethoven, Brahms y Schumann. Piano: Grigori Sokolov. Auditorio Nacional. Madrid, 28-III-2022.
Nadie puede dudar que Grigori Sokolov es uno de los artistas, no sólo más admirados sino también más queridos, en nuestro país y especialmente Madrid. Se lo ha ganado a pulso viniendo casi todos los años, abordando un amplio repertorio siempre con sumo interés. Se ha hecho célebre su larga serie de propinas, habitualmente seis, que prolongan más de media hora sus recitales. El INAEM preguntó a la dirección del Auditorio Nacional si había peligro con el concierto, dado su nacimiento en San Petersburgo. No lo había, ya que el maestro vive en Verona desde hace muchos años y tiene casa en Málaga. Además, no concede entrevistas ni hace declaraciones. En boca cerrada no entran moscas. Es tan serio públicamente como durante sus actuaciones, con salidas al escenario rápidas y sin mediar jamás palabra o gestos a la galería.
Nadie dudó que fuese a existir un problema similar a cuando la soprano Kirsten Flagstad, tras la Segunda Guerra Mundial, fue a actual al Met neoyorquino y se lo impidieron cientos de manifestantes. Madrid se parece mucho más a aquel San Francisco que, pocos después, la recibió con los brazos abiertos afirmando ser “un espacio de libertad”. En el Auditorio Nacional, lleno hasta la bandera. Afirma mi querido amigo y crítico Justo Romero, con algo de exageración pero también con mucha razón, que en él se aúnan la fuerza de Guilels, el enigma de Richter, el genio de Arrau, la magia de Rubinstein, la transparencia y pulso de Alicia, el virtuosismo de Godowski, la perfección de Michelangeli y hasta el capricho de su admirado Gould.
Se volvió a evidenciar en su nuevo paso por varias ciudades españolas. Quizá empezó frío y algo destemplado en la primera obra, las beethovenianas “Variaciones Heroica”, con más pedal del necesario y algún emborronamiento, para templarse luego y bordar los “Tres Intermezzi Op.117″ brahmsianos, con frecuencia parte de sus propinas, colocados ahora para cerrar una primera parte. Grandioso el sereno final del segundo, en “si menor”. En la segunda parte la “Kreisleriana Op. 16″ de Schumann en una lectura reposada, de tempos más amplios de lo habitual, concentrada, con amplísimas dinámicas y matices cautivadores. No se puede tocar mejor. Luego, obviamente, las comentadas propinas, haciéndose de rogar al principio, pero luego decidido a cumplir “su” obligación.