El regreso de Ainhoa Arteta
Obras de Ovalle, Guastavino, Tosti, Mascagni, Lavilla, Tagliaferri, Bixio, Cardillo, García Abril, Lara, Gréver, Manzanaro y Falla. Ainhoa Arteta, soprano y Ramón Vargas, tenor. Javier Carmena, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 27 de febrero de 2022.
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Lleno total, no cabía un alfiler, con un público deseoso de ver y escuchar a Ainhoa Arteta. Un público no habitual en conciertos que, para desesperación de algunos como yo, no paró de aplaudir cuando no tocaba. ¡Hasta entre pieza y pieza de cada una de las “Siete canciones populares” de Falla! Recuerdo cuando, hace muchos años, funcionaba de verdad el Teatro Carlos III de San Lorenzo de El Escorial y cantó una ya muy ajada Victoria de los Ángeles. Sucedió lo mismo y un espectador gritó “No se aplaude entre canción y canción”. La eximia soprano contesto: “No importa, me viene muy bien”. No era el caso de Ainhoa ayer, aún cuando le quede trecho para recuperar su antigua forma. Debió pedir mesura a su público, pero ella estaba en otras cosas.
Estaba, guapísima en sus dos llamativos y espectaculares vestidos, casi como antes. Con sus virtudes y defectos. Así los filados en piano en los finales o la ininteligibilidad de los textos. Con algo menos de fiato y volumen. Pero no es cuestión de analizar como si fuese una actuación normal. Era su vuelta, un primer paso tras unos meses de dolor y zozobra física y emocional, y hay que acompañarla con el mismo cariño que lo hizo el público.
Habló y recordó a Antón García Abril antes de abordar tres de sus canciones, que cantó con emotividad. También para agradecer que le acompañase Ramón Vargas. “Sin este gran artista, yo no estaría hoy aquí”. Y el tenor mejicano exhibió voz, bella en timbre y caudalosa en volumen, a la que unió la enorme virtud de una perfecta dicción en los textos. Tras alabar a su compañera, resaltando su coraje ante las adversidades, y una serie de melodías italianas, alguna de las cuales –“Serenata” de Mascagni, especialmente- hicieron recordar a Pavarotti, se dirigió al público para recordar la admiración de su padre por Agustín Lara y al recientemente fallecido Armando Manzanero. Puso, con algún aprieto, toda la carne en el asador en el “Júrame” de Créver y se llevó al público de calle. Terminaron, ambos muy acaramelados, con un “Bésame mucho”, que es lo que la audición les enviaba. La gala que se esperaba y nuestros deseos de volver a ver y escuchar a Ainhoa. ¡Ánimo y adelante!