Pan Nalin: “La primera vez que fui al cine me quedé sin habla”
El director de origen indio construye un auténtico canto de amor por el cine a través de “La última película”
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A menudo la impronta autobiográfica de los cineastas tiende a permear las capas visibles de todas las que componen sus creaciones más autorales. Resulta demasiado tentador hablar de las pasiones individuales a través de experiencias propias, de lugares conocidos, de nombres y olores aprendidos, de situaciones ya vividas. En el caso del nuevo filme de Pan Nalin, autor indio de obras internacionalmente celebradas como “Samsara” o la épica y etérea “Valley of Flowers”, la integración de su infancia y el desarrollo progresivo de su amor por el cine en “La última película”, han resultado esenciales para su construcción.
Nos trasladamos al retrato de una aldea llamada Adtala, enclavada en las orillas rurales de una India contemporánea ingenuamente edulcorada, en la que un niño llamado Samay de orígenes humildes que se dedica a vender té en la estación de tren, descubre el cine por primera vez y percibe cómo la materialización de sus sueños puede hacerse realidad a través del celuloide. Este es el escenario principal de una historia rodada en gujarati, su idioma natal -una decisión que lejos de crear lejanía con el espectador occidental por cuestiones puramente idiomáticas, consigue dotar de veracidad y naturalidad el relato- que bien podría leerse como una suerte de “Cinema Paradiso” indio y cuyo tratamiento de la luz y enfoque reverencial de la temática remite a propuestas más recientes como “Un segundo”, de Zhang Yimou. Nalin nos recibe enérgico y cálido, ataviado con un sombrero de lo más variopinto coronando su pelo azabache y una enorme sonrisa luminosa cubriendo su rostro que no modificará hasta el final de la entrevista y que logrará equilibrar la negrura del cielo que nos vigila fuera.
¿El amor por el cine nació de forma paralela a la necesidad de dirigir?
En mi caso surgió cuando tenía 8 o 9 años, justo en el momento exacto en el que vi una película por primera vez en mi vida. Tomamos un tren y fuimos a una ciudad cercana a ver una de carácter mitológico que hablaba sobre una diosa india. En aquel momento no se proyectaba nada violento o relacionado de forma directa con el género de acción y recuerdo que lo que me fascinó no fue tanto la película como la experiencia en sí misma de estar allí. Fue algo mágico. Me quedé literalmente sin habla, sorprendido, abducido. Recuerdo todos los detalles, desde la luz, los ventiladores de aire acondicionado, las palomas que sobrevolaban la sala de cine. Esa misma noche les dije a mis padres: “Yo quiero hacer esto”. Y desde entonces no he cambiado de idea, nunca quise hacer otra cosa.
¿Rodar en un idioma como el gujarati puede considerarse un acto político?
Mmmm no necesariamente. Rodé en gujarati porque al tratarse de una película bastante autobiográfica y siendo éste mi idioma materno sentí que era lo que tenía que hacer para ser honesto y realista con el filme y conmigo mismo. Quería rodar en la misma región donde crecí, en las mismas localizaciones y el idioma que se habla en esta zona de la India es el gujarati. Pensé que era la única forma de conseguir una película orgánica, realista, auténtica. También quería que niños no profesionales fueran los protagonistas de esta historia. Contemplé la posibilidad de rodar en hindi pero no era lo adecuado porque ya te digo que la mayor parte de la gente que vive allí habla gujarati y hubiera sido una especie de imposición, de modo que quise mantenerme fiel a todo.
En este caso, parece inevitable ver el absoluto paralelismo entre la figura de Samay y la tuya propia.
Completamente. El personaje de Samay está basado en mis propias experiencias y en lo que mis amigos y familiares solían narrar de aquella época. Tomé notas de lo que hacíamos, cómo nos sentábamos, a qué jugábamos, cuál era nuestro aspecto, qué ropa llevábamos...etc. Lo que hice básicamente fue escuchar a todas estas personas para construir los personajes. El casting también se llevó a cabo teniendo todos estos factores en cuenta. Cuando estás en el pueblo, cuando vives en una zona rural, el lenguaje corporal es muy natural: corres desnudo, te sientas de una forma concreta, hablas de una manera determinada. Yo ya no soy así, así que el proceso fue una especie de búsqueda para intentar recordar cómo era de niño, cómo fue mi infancia. La consecuencia de ello es que suponía una gran responsabilidad para mí encontrar el elenco adecuado.
¿Hasta qué punto hoy en día en la India es posible, pese a la existencia jerarquizada de castas y un nivel exagerado de desigualdad, cumplir sueños sueños profesionales para alguien que posee orígenes humildes como Samay?
En la India antes había castas, ahora hay clases. Pero yo mismo por ejemplo, aunque mi familia era bastante humilde, encontré la manera de estudiar, aprender, ser autodidacta, llegar a Bombay, hacer dinero, convertirme en director y hacer películas. Pude seguir realmente mis sueños. En la India hay mucho emprendimiento, no es tan raro lo que yo logré, hay muchas personas trabajando en el negocio alimentario, en el transporte, en la arquitectura, en tecnologías de la información... y son gente que viene de entornos muy humildes y que han sido capaces de saltarse este sistema de clases a base de mucho trabajo duro y constancia. Por eso en la India tenemos muchos multimillonarios que vienen de orígenes muy pobres. Hay oportunidades si tienes un espíritu emprendedor. Es cierto que esto se viene dando sobre todo en los últimos 20 años, por un lado ha sido una evolución complicada, tardía, pero si eres bueno en algo y trabajas, hay posibilidades reales de superar los obstáculos que te impiden conseguirlo. Incluso la política en nuestro país está repleta de estos casos: gente que viene de castas bajas y han conseguido votos en el parlamento y se han convertido incluso en diputados.
No parece casual que hayas decidido homenajear con esta cinta toda esa ritualidad y liturgia que envuelve a las salas de cine, esa artesanía del oficio en un tiempo justamente en el que las plataformas están arrasando con el paradigma clásico del audiovisual.
Sin duda. Muchos países utilizan todavía este templo del cine, esta experiencia sagrada que te invade cuando se apagan las luces de una sala y se enciende la pantalla, la capacidad para sacarte de tu vida y transportarte a otro mundo. Tengo la sensación de con las plataformas de streaming es muy difícil que nos traslademos a esos lugares. Es fácil entretenerse con ellas, pero no viajar. Es como la comida rápida, si estás en el autobús o en el avión y tienes hambre y prisa, te comes un McDonald’s, pero si tienes tiempo, vas a un restaurante y te sientas a degustar los platos con calma. Para mí esto es lo que es una sala de cine: si quieres vivir toda la experiencia de forma satisfactoria, es crucial ir al cine. Espero que en el futuro haya un equilibrio entre ambas.
Te has declarado en más de una ocasión, un cinéfilo confeso y de hecho en “La última película” se pueden captar múltiples referencias y homenajes velados. ¿A qué director o directora que ya no esté te gustaría, si tuvieras la oportunidad, preguntarle algo que nunca supiste y siempre quisiste averiguar?
Me encanta que me hagas esta pregunta porque es algo que me he planteado a mí mismo muchas veces. Seguramente sería Kubrick porque siento mucha curiosidad por todo lo que tiene que ver con él. A lo mejor tenía un clon o un hermano escondido, no puedo creer que un mismo director ruede “Eyes Wide Shut” y “El resplandor” o “2001. Odisea en el Espacio”. Son tan increíblemente distintas entre sí, es tan maravillosa esta reinvención constante que llevaba a cabo con distintos grupos de productores, diseñadores, equipo. Incluso en “Senderos de gloria” llegas a pensar al principio, igual tendría que haberla hecho alguien como Ridley Scott y sin embargo nadie podría haberlo hecho de esa forma. ¿Quién dirige las película por ti Stanley? ¿Realmente las estás dirigiendo ti? Me gustaría preguntarle eso.