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La explosiva relación de Taylor Hawkins con las drogas

El batería permaneció en coma durante una semana por una sobredosis de heroína en 2001
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Como tantos otros animales salvajes que de forma prematura encontraban en el exceso un lugar confortable donde quedarse a pasar el rato, Taylor Hawkins fue uno de esos músicos que, atraído por la retórica heredada de seducción lisérgica y peligrosamente embaucadora de intentar vivir rápido y morir joven, caminó por los bordes de un filo por el que ha acabado, tristemente, precipitándose. La relación del batería de Foo Fighters, fallecido en la madrugada del viernes con tan solo 50 años con las drogas alcanzó su punto más álgido en 2001, cuando una sobredosis de heroína le empujó a permanecer en coma durante una semana.
“Solía consumir muchas drogas cuando comencé con el grupo”, reconocía Hawkins en una entrevista concedida hace apenas un año al medio Kerrang!. “Cada uno tiene su propio camino y el mío lo llevé demasiado lejos. Estaba de fiesta en Londres una noche, y por error hice algo y cambió todo. Creí en el mito de mierda de vivir duro y rápido, morir joven. No estoy aquí para predicar sobre no consumir drogase, porque me encantaba hacerlo, pero me descontrolé por un tiempo y casi me termina atrapando. Me dirigía por un camino que conducía a caminos aún peores. Ya sea que alguien esté sobrio, o le guste una copa de vino con la cena, o quiera una botella de Jägermeister antes de subir al escenario, o le guste fumar marihuana todo el día, todos tienen su propio camino, y el mío fue demasiado lejos”, añadía sobre los motivos que le llevaron a excederse hasta ese punto a principios de los dos mil.
Sin embargo, el batería no manifestaba entonces una necesidad explícita de enmienda con respecto a lo ocurrido, ya que asumía el escalofriante episodio como parte orgánica de su peripecia vital y parte indisoluble de su condición de estrella del rock: “Me alegro de haberme golpeado la cabeza en ese momento. Tampoco quitaría nada de lo que he hecho o pasado, porque todo es parte del viaje. Estoy tratando de ser tan sincero como puedo ser”.
Más proclive a hablar de su experiencia en la música y su pasión desbordada sobre los escenarios que de las posibles sombras que planearon sobre su vida privada en forma de sustancias y adicciones, solo en 2018 el artista se sinceró también acerca de este problema con el periodista Matt Wilkinson de Beats 1, llegando a recalcar que durante el año del coma, salía mucho. “Yo no era como un yonqui per se, pero salía mucho de fiesta. Hubo un año en el que las fiestas se volvieron demasiado pesadas. Gracias a Dios, en cierto modo, ese tipo me dio una raya equivocada con la cosa equivocada una noche y me desperté diciendo “¿Qué mierda pasó?”. Ese fue un verdadero cambio para mí”, aseguró antes de apostillar que “vas a experimentar, vas a hacer toda esa mierda, pero al final del día no hay un final feliz con las drogas duras”.
Taylor no era, ni muchísimo menos, un hombre al que le gustara quedarse quieto. Habiendo lanzado un nuevo disco de Foo Fighters, en 2019 publicó también el álbum en solitario “Get The Money”, con su banda The Coattail Riders. El álbum presentaba una lista ridícula de apariciones especiales: su jefe Dave y su compañero de banda Pat Smear estaban allí, junto con Perry Farrell de Jane’s Addiction, Joe Walsh de The Eagles, Chrissie Hynde de The Pretenders, el bajista de Level 42 Mark King, el exguitarrista de Sex Pistols Steve Jones, o Roger Taylor, el hombre que alentó inicialmente a Taylor para que se ganase la vida con la música.
Para el de Texas, subirse al escenario con la banda, implicaba un ejercicio de imprudencia y adrenalina difícilmente comparable a ninguna otra sensación. Una inmersión absoluta en un espacio sin red. “No somos una de esas bandas que están conectadas a un ordenador o tocan pistas de acompañamiento. No tenemos red de seguridad, y lo que pasa es lo que pasa. Si se produce un descarrilamiento, es un maldito descarrilamiento. Vivimos y morimos por la gran espada del rock’n’roll”.