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El día de la madre para Irene Montero: el hijo con faldas ¿es juego o propaganda?

La ministra de Igualdad sube a las redes una foto con sus pequeños en la que está muy estudiada su sentido político
Uno de los hijos de Irene Montero con falda
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  • Licenciada en Ciencias de lnformación (Periodismo), con estudios de Derecho y Psicología y máster en Neuropsicología. Desde 1990 hasta hoy he escrito en numerosos periódicos y revistas nacionales (Diario 16, Ya, El Mundo, El País, El Español, Tiempo, Época, Muy Interesante, Quo, Cosmpolitan…). Autora de varios libros (Los Secretos del Nombre, Grandes Enigmas de la Humanidad y Cómo triunfar en la cama).

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Lo asombroso de la última imagen que ha publicado Irene Montero con sus hijos en su cuenta de Instagram no es que uno de los mellizos, varón, vista con falda, sino cómo se sienta para que la tela luzca en todo su esplendor. Decía Goethe que la inteligencia y el sentido común se abren paso con pocos artificios. No es el caso de la ministra de Igualdad, a pesar de la aparente simplicidad de la foto. Tres niños, de dos y tres años, en el suelo atentos al guiñol de la madre. Todo muy Montessori, muy en orden, muy estético. Una escena exquisitamente preparada para impactar, generar confianza y recobrar el interés perdido. Una alambicada estrategia para potenciar la imagen política de la ministra.
Algún analista propone que la falda de su hijo forma parte del juego simbólico, vital en la crianza y en el aprendizaje para desarrollar destrezas y manejar las emociones, pero esta posibilidad se desploma porque en el método Montessori, escogido por la pareja de Unidas Podemos, no cabe la fantasía. La considera síntoma de pobreza sensorial, de manera que cualquier actividad debe estar basada en la realidad. Pensar que el niño eligió su atuendo como un disfraz a tono con el activismo queer de la madre podría ser una afrenta. La falda se ajusta literalmente al patrón de Montero, en cuyas manos el sexo se desdibuja. Lo destierra borrando cualquier identidad. Es conocido su rechazo a entender el sexo como un hecho biológico insoslayable y así parece transmitírselo a su prole. Todo este argumentario queda escenificado en su hogar y con sus hijos en una sola imagen.

Reflejo de su ideología

El resultado es una caricatura casi neurótica de su ideología. Con el teatrillo de la educación Montessori, la ministra simplemente enjabona la utilización política y cultural de sus hijos para expresar el derecho a la libre determinación de la identidad sexual, una de sus ideas joya tan criticada por sus socios socialistas en el Gobierno. De acuerdo con ese pensamiento que plasma en la foto familiar, sexo y género no son más que un constructo social. Su opinión es que basta con que uno sienta ser hombre o mujer para ser registrado como tal, evaporando, según critica el PSOE, a las mujeres como sujeto político y jurídico y poniendo en riesgo tanto sus derechos como muchos de los logros del movimiento feminista.
Este tipo de imposturas se ha vuelto costumbre en la cuenta de Instagram de Montero, quien va dando cuenta puntual y gráfica de sus modos de crianza y de los avances de sus retoños. Para cada tarea, una doctrina. La Liga de la leche en el amamantamiento; el nutricionista Julio Basulto en la cocina; el uso de las manos de Baby led weaning en la mesa; Steiner y Montessori en el aprendizaje; y anillas y discos de madera sostenible para jugar. El punto gamberro corre a cargo de Pablo Iglesias, ausente en las imágenes, que se vale de la música del grupo antisistema Los Chikos del Maíz como nana para los bebés.
Se echa en falta la espontaneidad infantil, pegotes de plastilina por las paredes, algún juguete destrozado para encontrarle el alma o la naricilla de los niños aplastada contra la ventana, curiosos por descubrir si en su jardín de Galapagar nieva o sale el sol. Sin duda, la marca de la ministra es otra y la publica consciente de que va a estar en la lupa mediática y de la ciudadanía. Ella siempre está en campaña y tiene visión a largo plazo. La estampa maternal, con sus hijos como parte de su capital político, es imagen institucional. Llegó a la política con la sexta de las famosas 48 leyes del poder de Robert Green bien aprendida: llamar la atención a cualquier precio. Pero se saltó al menos la tercera, disimular sus intenciones, y la decimoséptima, mantener el suspense.
Por otra parte, el álbum familiar puede alejar a la ministra del objetivo de Unidas Podemos de identificarse con la gente corriente. La pedagogía de Montessori despierta mucho entusiasmo como educación alternativa, sobre todo en la izquierda española, pero está al alcance de muy pocos bolsillos, puesto que se aplica, salvo contadas excepciones, en centros privados. No obstante, las ideas originales de su fundadora, la pedagoga y psiquiatra italiana María de Montessori, se han desvirtuado después de un siglo hasta dejar reducido el nombre, en muchas ocasiones, a puro reclamo. Cualquier producto lleva hoy su etiqueta, desde ropa y juguetes hasta material didáctico. Algunas librerías le reservan estanterías enteras.
Según coteja LA RAZÓN, son muchos los colegios en los que se considera un modelo educativo obsoleto, limitado, excesivamente estructurado, demasiado individualista y sin suficientes estudios empíricos que avalen su eficacia. No es el único camino para educar a un hijo en valores y darle la oportunidad de ser feliz o de desarrollar sus capacidades y destrezas. Volviendo a la fotografía de Galapagar, si repudia la fantasía en el juego infantil, no queda más remedio que concluir que en la falda del pequeño desplegada a su alrededor para dejarla bien visible no cabe darle más sentido que su utilización política.