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Historia

Retrato robot del asesino de Andreu Nin

Se cumplen 85 años de la muerte del líder del POUM en la Guerra Civil española

El líder del POUM, Andreu Nin
El líder del POUM, Andreu Ninlarazon

Cuando se cumplen 85 años del asesinato impune de Andreu Nin, el líder del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) durante la Guerra Civil española, a quien dediqué una biografía en 2005 calificada de «excelente» por el hispanista británico Huhg Thomas, resulta oportuno trazar el retrato robot de su vil ejecutor. El comisario de Asuntos Exteriores de la URSS, Maxim Litvinov, sugirió para este criminal el nombre en clave de Alexander Orlov, un conocido escritor ruso del siglo XVIII. El hombre que le suplantó se encariñó enseguida con su nombre falso porque lo había escuchado ya por primera vez en el Instituto Lazarevsky de Moscú. Pero en realidad, él se llamaba Leon Lazarevitz Feldbin. Hijo de una familia judía, vino al mundo el 21 de agosto de 1895 en Bobruisk, cerca de Minsk, en la Rusia Blanca (actual Bielorrusia).

Su padre, Lazar Feldbin, miembro de una familia de veinte hijos, y su madre, Hannah Zaretsky, permanecieron en la zona de Bobruisk hasta que la Primera Guerra Mundial destruyó el negocio maderero familiar. La familia Lazarevitz se trasladó a Moscú en 1913, cuando Orlov tenía 18 años. En otoño de 1916 fue llamado al Ejército ruso y se le destinó como soldado en un regimiento cercano a los Urales. Como judío, no podía aspirar al rango de oficial.

El militar y espía soviético Aleksandr Orlov
El militar y espía soviético Aleksandr OrlovArchivoArchivo

Tras la Revolución de 1917, Orlov se graduó como subteniente en la Tercera Academia Militar de Moscú, afiliándose al Partido Bolchevique en mayo de ese año. Estuvo a cargo de las actividades de guerrilla y contrainteligencia del 12º Ejército Rojo en el frente polaco, en septiembre de 1920. Sus brillantes resultados llamaron la atención de Feliks Dzerzhinsky, el fundador de la Cheka. El chófer y amigo de Orlov en aquellos días, Max Besonov, se convirtió luego en el conductor de Stalin. Desposado con una nativa de Kiev, Maria Roznetskiy, mujer de gran belleza y encanto, se convirtió en ayudante del fiscal del Tribunal Supremo soviético para la Corte de Apelación y trabajó en la creación del primer Código Criminal soviético.

La gran alegría

El 1 de septiembre de 1923 se llevó una de las mayores alegrías de su vida cuando su esposa Maria, de 28 años, alumbró a su única hija Verónica. Al año siguiente, Dzerzhinsky llamó al joven fiscal a su despacho y le pidió que dirigiese una investigación sobre un delito económico. La cuidadosa preparación del caso que hizo Orlov incluyó un exhaustivo interrogatorio a los implicados, cuyos resultados expuso al Politburó en una sesión a la que asistió Stalin.

El hombre que había merecido la confianza del siniestro Dzerzhinsky, se graduó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Moscú en 1924, y sirvió en la capital soviética otro año más, antes de convertirse en comandante de brigada de la Guardia Fronteriza, cuyos cuarteles generales se hallaban en Tiflis, en la Transcaucasia. Allí conoció a Lavrenty Beria, que en 1925 era jefe adjunto de la policía secreta en Georgia. Este funesto personaje pondría en marcha y supervisaría todo el proceso de depuraciones y purgas en la Unión Soviética.

De regreso a Moscú en 1931, se requirió a Orlov para que volviese a Europa y vendiese allí las joyas de la Corona rusa. Pero él se las arregló para rechazar la misión. En septiembre de 1932, gracias a la mediación de uno de sus contactos en Berlín, viajó a Estados Unidos, donde permaneció hasta diciembre como invitado de la General Motors Corporation. Viajó a Checoslovaquia, Austria, Alemania, Suiza y París. En Alemania dirigió operaciones clandestinas contra este país con ayuda de agentes ilegales. Pero su principal misión, mientras fue rezident del NKVD en Londres (1934-1935), fue la de supervisar el reclutamiento de los célebres Cambridge Five, que con el tiempo formarían uno de los grupos más importantes de espías soviéticos con misiones en Europa Occidental.

En septiembre de 1935, Orlov estaba ya otra vez en Moscú, convertido en jefe adjunto del Departamento de Ferrocarriles y Transporte Marítimo de la NKVD (Narodniy Komissariat Vnutrennij Del), la policía política dependiente del Comisariado del Interior, la antigua Cheka y GPU desde 1934. Por fin, el 10 de septiembre de 1936 los Orlov abandonaron Moscú con destino a la España en guerra. Durante el largo viaje, Orlov jamás perdió de vista su maleta marrón adquirida en Viena. En su interior guardaba los libros con los códigos secretos de la NKVD. De su seguridad dependía que más tarde, en España, pudiese comunicarse con la central de la NKVD para confirmar que había desollado vivo a Nin.

Desollado vivo

Convertido en una piltrafa humana, Andreu Nin soñaba con que acabasen de una vez con su mortal extenuación. El interrogatorio se suspendía y el prisionero era arrastrado hasta su celda, donde se le dejaba solo veinte minutos, los suficientes para que recuperase el sentido y se convenciese de que su única salida era confesarse espía de Franco, lo cual era falso. Al cabo de esa tregua, otra vez los mismos consejos: «Declare», «reconózcalo», «es mejor para usted», «así podrá salvarse»... Una sola palabra suya hubiese bastado para aplacar el hambre de la jauría. Pero Nin no capitulaba. Orlov y sus secuaces empezaron a perder los nervios. Decidieron abandonar el «método seco» y se afanaron en despellejar el maltrecho cuerpo para seccionar mejor sus miembros en carne viva. Ni siquiera así pudieron subyugar su voluntad. Con la piel desgarrada y los músculos deshechos, Nin era un montón de carne tumefacta.

La fecha: 1936

El 10 de septiembre, Alexander Orlov viajó a la España en guerra llevando su maleta marrón adquirida en Viena, donde guardaba libros con los códigos secretos.

Lugar: Alcalá de Henares

Se cumplen 85 años del asesinato de Andreu Nin, el líder del POUM desollado vivo por el jefe de la policía secreta soviética en España.

La anécdota

Se requirió a Orlov para que volviese a Europa y vendiese allí las joyas de la Corona rusa, pero él se las arregló para rechazar la misión.