Nebrija, el gramático virtual
La Biblioteca Nacional dedica a su figura una gran exposición que incluye una experiencia inmersiva virtual
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Antonio de Nebrija en realidad nació con el nombre de Antonio Martínez de Cala y Xarana. Solo después adoptó el latino Aelius Antonius Nebrissensis, en castellano, Elio Antonio de Nebrija. Fue viajero, con mucho camino encima, que nació en Lebrija, estudió en Salamanca, viajó a Bolonia, residió en Coca, vivió en Extremadura y acabó sus días en Alcalá de Henares, después de pasar por otras ciudades a las que le llevó el oficio o el mecenazgo. Antonio de Nebrija es el humanista español por definición. Un hombre que convirtió el estudio en su vida y que tuvo empleos variados, como cronista regio, editor, y, sobre todo, fue el autor de varias obras cimeras: la primera gramática castellana y su célebre «Diccionario latino-español», un libro que tuvo fortuna y fue impreso en muchas ocasiones. «Representa la esencia del humanismo, la trascendencia de la palabra y el valor de la educación para avanzar hacia sociedades mejores. Su vida estuvo marcada por el convencimiento de que el saber clásico debía ser conocido y comprendido. Fue un visionario y un adelantado a su tiempo que creía en el valor del lenguaje y en la necesidad de usarlo adecuadamente», aseguró ayer Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional, institución que ahora acoge la exposición «Nebrija (1444-1522), el orgullo de ser gramático», la muestra que pretende cerrar el V centenario de Nebrija y la más importante que se ha celebrado sobre esta figura hasta ahora.
Primeras ediciones
El recorrido recoge más de un centenar de obras procedentes de los fondos de la Biblioteca Nacional a las que hay que sumar otras provenientes de una docena de instituciones. Se pueden contemplar piezas como el famoso «Breviario» de Isabel la Católica; el «Viaje a Tierra Santa» de Bernhard von Breydenbach; libros con las anotaciones personales del propio Nebrija y primeras ediciones de «Introductiones Latinae» o la «Gramática sobre la lengua castellana» de 1492. «La teología, el derecho, la botánica, la medicina o la cosmografía fueron objeto de sus pesquisas», aseguró la comisaria, Teresa Jiménez Calvente. Ella misma comenta que Nebrija fue «un humanista comprometido con una profesión aparentemente modesta y en realidad importantísima: la del gramático que conoce las reglas por las que se rigen la lengua y las palabras, sin las cuales es imposible construir las nuevas realidades». La exposición abarca distintas dimensiones de su labor intelectual y su peripecia biográfica, y se ha completado con una experiencia virtual: «Nebrija: Estela de las letras», que permitirá a los asistentes vivir en primera persona, de una manera inmersiva, dos momentos cruciales en el devenir del gramático: el encuentro que mantuvo con Isabel II. Un instante relevante porque fue donde justificó su «Gramática» y explicó a la reina por qué era tan relevante para la cultura española. El otro instante que se recrea es cuando Los Reyes Católicos recibieron a Colón, que descubriría el continente americano el mismo año en que el humanista español publicó su trabajo más conocido. Esta iniciativa, como se explicó, está diseñada para captar la atención del público juvenil.
El último trecho de la muestra está dedicado a su legado. Como recuerda la comisaria, «él se decantó por la senda no muy transitada del estudio y la erudición, no la de las riquezas o los honores. Su pretensión fue lograr la fama que otorgan las letras y trabajar en favor de quienes le rodeaba. Su meta no era menor, pues aspiraba a devolver el conocimiento de las letras latinas a España: el mismo ideal que los humanistas italianos habían abrazado tiempo atrás». Por eso mismo, en este espacio podemos encontrar las impresiones posteriores de su obra y cómo sus hijos, Sancho y Sebastián, contribuyeron a través de su imprenta a la divulgación de su nombre y extender el eco de las metas y logros que consiguió.