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Documental

«El estigma del silencio»: hablemos del suicidio (aunque duela)

El documental dirigido por Sergio Hernández se estrena en plataformas a propósito del Día Mundial de la Prevención del Suicidio

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En España se suicida una persona cada dos horas, y más de 200 lo intentan a diario. En 2023 se batió el «récord» histórico de víctimas por suicidio. «El estigma del silencio», documental dirigido por Sergio Hernández («Nubes de cartón», 2019) que se estrena ahora en Filmin y FlixOlé con motivo del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, nació para dar visibilidad y voz a una palabra maldita como es el suicidio, un tema marginado y silenciado en la sociedad. El ciclo de la vida sirve como hilo conductor del metraje, donde se intercalan testimonios, experiencias reales de supervivientes, familiares y expertos en el campo de la psiquiatría y la psicología del suicidio y la salud mental.

El objetivo del documental es romper el tabú alrededor de este tema a través de una mirada multidisciplinar sobre dicha realidad. Para ello cuenta con 77 minutos de testimonios de supervivientes, familiares y expertos, y aborda de manera explícita factores de riesgo como el acoso, el aislamiento, la desatención institucional y la vulnerabilidad de colectivos como el LGTBI, todo ello a través de un tratamiento visual «sensible, respetuoso y esperanzador».

Entre los testimonios se ha incluido de forma póstuma una serie de intervenciones de Sergio Molina, un hombre de 38 años que dejó grabados unos vídeos sobre sus problemas de salud mental y su experiencia con un «insuficiente» sistema asistencial. La hermana de Sergio decidió compartirlos como una herramienta de sensibilización y de aprendizaje colectivo.

«Romper el silencio es el primer paso para combatir el estigma y ofrecer esperanza a quienes lo necesitan», afirma Sergio Hernández, cuya cinta busca proporcionar el mensaje de que hablar sobre el suicidio puede salvar vidas. «El detonante que me llevó a realizar este documental fue el intento de matarse, hasta en dos ocasiones, de uno de mis mejores amigos, que de hecho sale en el filme», confiesa el director de la cinta. Además, afirma que otro acicate fueron las estadísticas: «Cuando me enteré de las cifras no me lo creía».

«Nuestro propósito con este documental es la de ayudar, visibilizar y poner nuestro granito de arena en un tema tan tabú como es el suicidio, el bullying y la salud mental, con un firme objetivo crítico y educativo. Esta pandemia silenciosa nos concierne a todos, ya que el suicidio no entiende de edades ni de sexos, y pese a tratar un tema tan difícil y trágico, su moraleja rebosa esperanza y optimismo», abunda Hernández.

Además de aportar visibilidad, también ha servido como una herramienta de debate y prevención en centros educativos, asociaciones y foros profesionales, lo que ha favorecido una «conversación abierta» y un «abordaje integral» del suicidio desde la perspectiva «clínica, social y comunitaria», cuenta este joven cineasta.

«Queda un mundo»

«Desde que empecé con esto hace dos años, hay un poco de mejoría, pero es ínfima», asegura Sergio Hernández preguntado por los avances sociales respecto a la salud mental en general y el suicidio en concreto. «Es cierto que a raíz del Covid se ha hablado más de la salud mental; pero, claro, este es un campo muy amplio –constata el director de «El estigma del silencio»–. El suicidio está, o sigue, bastante marginado: queda un mundo. Por ponerte un ejemplo sobre ello, en las proyecciones que hacemos del documental en los institutos, cuando exponemos los datos más llamativos y preguntamos quiénes los conocían, de doscientos chicos que hay en el público levantan solamente la mano dos o tres».

Un dato llamativo es la proporción de hombres que se suicidan respecto al de mujeres, protagonizando los varones prácticamente tres de cuatro autolisis. «No está muy claro a qué se debe –responde Hernández–. Yo no soy ningún especialista ni profesional, pero por lo que he aprendido durante este tiempo puedo decir que es, sobre todo, porque los hombres utilizan métodos mucho más mortales. Las mujeres, a lo mejor, toman pastillas que se pueden encauzar y salvarse a tiempo, pero los hombres suelen utilizar medios que son irreversibles; son más impetuosos».

Y añade el director: «Luego, el teléfono que hay de ayuda a la prevención del suicidio, en el caso de los hombres sirve para muy poco: el 90% de las aproximadamente 700 llamadas diarias que se reciben son de mujeres». Antes de concluir, cabe preguntarle todavía al cineasta por el tabú que ha supuesto el tratamiento del suicidio en los medios de comunicación, especialmente en base a un supuesto efecto llamada «Werther». «Si se trata el suicidio y se habla bien de ello, no tiene por qué hacer efecto llamada; de hecho es lo contrario, se llama efecto ‘‘Papágeno’’, que es hablar del suicidio para ayudar a prevenirlo. La clave es informar bien sin entrar en el método, el morbo, etcétera. La responsabilidad radica en cómo tratar el tema», cuenta Hernández.