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“Vitoria, 3 de marzo”: Aquel marzo que cambió España

Víctor Cabaco debuta con la recreación de los sucesos de Vitoria en 1976, en los que murieron cinco sindicalistas.

“Vitoria, 3 de marzo”: Aquel marzo que cambió España
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Víctor Cabaco debuta con la recreación de los sucesos de Vitoria en 1976, en los que murieron cinco sindicalistas.

En marzo de 1976, a pocos meses de la muerte de Franco, España seguía siendo una dictadura. Las cortes franquistas no habían sido liquidadas y Arias Navarro lideraba el gobierno, aún deudor del antiguo régimen. Sin embargo, el país empezaba a florecer en demandas de todo tipo, presionaba para que los cambios fuesen reales. El movimiento sindical era uno de los más combativos. Y, en Vitoria, el 3 de marzo de 1976, las dos concepciones de aquella España turbulenta (los garantes del régimen y los movimientos izquierdistas) chocaron en lo que fue la última masacre del tardofranquismo.

El debutante Víctor Cabaco ha recreado en «Vitoria, 3 de marzo» aquel asalto a la Iglesia de San Francisco por parte de las fuerzas del orden (por prescripción de la élite franquista) que se saldó con cinco jóvenes muertos. «Aquello tuvo una repercusión muy fuerte fuera de España e hizo que cambiasen las condiciones», señala el director. De hecho, poco después, Arias Navarro dimitió y el Rey Juan Carlos I inició el aperturismo dentro del franquismo nombrando a Adolfo Suárez como presidente.

La cinta de Cabaco bebe de numerosas imágenes de archivo, que muestran el movimiento asambleario en las fábricas y las manifestaciones callejeras, e integra en su relato, especialmente, las grabaciones policiales del asalto a la iglesia, un documento histórico que pone la piel de gallina. «No podíamos no meter ese material. Es demoledor. Aporta un grado de verdad muy elevado», señala Cabaco.

El amor y la lucha obrera

Eso sí, el director no quiso circunscribirse al suceso histórico y a las fuentes originales, sino recrear los meses previos a través de una trama de ficción en la que están implicadas una familia, con una hija enamorada de un joven sindicalista. «Todo eso sirve para empatizar con los personajes antes de que se produzcan los hechos», señala. Y para ambientar la historia en una época concreta, los años 70, que palpita en la música (Paco Ibáñez, sobre todo), la ropa y las costumbres de los personajes.

Cabaco ha rodado principalmente en Vitoria, donde, dice, «muchos recuerdan aquel hecho». Además, ha contado con el asesoramiento de la asociación que vela por el recuerdo de una masacre que en su día pasó muy de puntillas. «No hubo juicio ni se investigó el caso ni nadie pidió perdón. Son cinco víctimas no reconocidas, que se quedarobn en el limbo. A nadie le ha interesado removerlo ni juzgarlo, cada vez que se ha intentado se ha sobreseído la causa», añade Cabaco, para quien, además, «el hecho de que ETA empezara a matar mucho en aquella época eclipsó acontecimientos anteriores como éste». «Películas como la mía intentan que la gente no lo olvide, recordárselo a los jóvenes. Es un granito de arena contra la injusticia», concluye el director bilbaíno.