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Estreno
Crítica de "La viajera": filosofía del lenguaje ★★★★
Dirección y guion: Hong Sang-soo. Intérpretes: Isabelle Huppert, Lee Hyeyoung, Kwon Haehyo, Cho Yunhee. Corea del Sur, 2024. Duración: 90 minutos. Comedia dramática.

“La viajera” es una película que no cree que los límites del lenguaje sean los límites de nuestro mundo. Cierto es que “nuestro mundo”, entendido por el cosmos de nuestros afectos, es ilimitado, y las palabras siempre se quedan cortas, pero eso no le da la razón a Wittgenstein. El filósofo, claro, no pensaba en el lenguaje del cine, y Hong Sang-soo, sí. Por ello la profesora de idiomas de “La viajera” no enseña francés como lo enseñaría alguien que piensa que el lenguaje nos constriñe. Cuando Iris (una irresistible Isabelle Huppert) aplica su singularísimo método para aprender idiomas, insiste en preguntarle a sus alumnas que sienten.
Es a partir de esos sentimientos que modela su didáctica, textos que traducen un estado de ánimo, el je-ne-sais-quoi de lo invisible, trascendiendo lo que cualquier palabra podría decir de “nuestro mundo”, ese lugar sin límites. Acaso es lo que pretende el cineasta coreano con sus extrañas películas, a la vez simples y laberínticas, en las que siempre la vida se escribe a sí misma como si fuera un poema que recitan otros.
Uno sospecha que Iris no existe. Isabelle Huppert la interpreta con una levedad extraordinaria, como si en cualquier momento pudiera desaparecer. Y, en efecto, nadie sabe a ciencia cierta quién es, de dónde procede, por qué está en Seúl, cuánto tiempo pasa desde que la vemos por primera vez. Es un personaje angélico, alegre y travieso, como un hada dispuesta a perderse en un bosque (así lo sugiere en un plano en el que se funde con el entorno natural, impresión reforzada por el verde de su chaqueta de punto). La película se contagia de la dimensión etérea, algo inestable y caprichosa, de su heroína, y ella, la eterna turista, de evocar a un joven poeta muerto cuya obra está grabada en una piedra pasa a conversar con un joven poeta en carne y hueso.
En los saltos al vacío que suele hacer el director de “En lo alto” las rimas asonantes de “La viajera” se llevan la palma. Es difícil saber qué pretende Hong Sang-soo mientras se divierte con los ejercicios de ‘traduficción’ de su protagonista. Justamente lo difuso de sus intenciones parece ser el tema de la película, como lo era el desenfoque de “In Water”: una simple cuestión plástica, que se convierte en toda una filosofía del lenguaje.
Lo mejor:
Las excéntricas clases de idiomas impartidas por una deliciosa Isabelle Huppert.
Lo peor:
Que, en este caso, su construcción narrativa, igualmente sofisticada, resulte un tanto opaca.
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