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cultura
El Guggenheim de Bilbao enseña la historia del arte a través de las obras maestras del dibujo
El Museo exhibe bocetos, apuntes y grabados desde el siglo XV hasta hoy procedentes de la colección del Museo de Bellas Artes de Budapest. Una exposición que ha reunido piezas de Durero, Rafael, Goya, Rembrandt, Egon Schiele o Gerhard Richter

El conjunto de estampas y dibujos del Museo del Bellas Artes de Budapest no es solo la historia de una colección, también es la historia de la familia aristocrática más importante de Hungría: los Esterházy. Las obras de arte portan consigo el talento del maestro, los avatares que han afrontado a lo largo de los siglos y, en esta ocasión, la leyenda de uno de los grandes apellidos de Centroeuropa y las vicisitudes que ha encarado hasta su declive.
Su lealtad hacia la casa de los Habsburgo fue devuelta, y pagada de sobra, con privilegiados réditos y una fortuna que, al contrario de lo que sucede en otras ocasiones, se invirtió en arte. Desde la segunda mitad del siglo XVIII habían acumulado prestigiosos objetos de enorme valor y calidad artísticas y, en 1790 había alcanzado una fama pocas veces alcanzada. Nicolás II Esterházy, un hombre de probado gusto, amplia cultura e indivisible sensibilidad convirtió la acumulación de objetos en una colección. Guiado por Joseph Fischer, una mirada de peculiar fineza, que conocía el mercado y adquiría obras con sentido –y no solo por comprar, en un completo desorden de avaricias–, su mecenas consiguió ampliar de manera considerable los fondos familiares de sus dibujos y grabados hasta convertirlos en una referencia en toda Europa. Durante la era reformista, hubo un denodado esfuerzo entre la nobleza del país para potenciar la cultura de las ciudades y los Esterházy participaron prestando una selección de esas piezas en una exposición en Viena en 1814. La muestra supuso una revelación, causó asombro y esas imágenes quedaron impresas en la memoria colectiva. Algo que, en primera instancia, es positivo y que después dio pie a una invitación que resultó capital.
Reclamación pública
Al auge le sucede siempre la decadencia y, a esa norma universal de los hombres, no escapó la familia Esterházy, que a lo largo del siglo XIX vio cómo mermaba su gloria y sus recursos financieros decrecían. Las incorporaciones a la colección se detuvieron y enseguida quedó de manifiesto que la conservación de aquel vasto legado requería una inversión que ahora no estaba ni a su disposición y a su alcance. Surgió así una opinión general para que el príncipe Paul III Anton Esterházy cerrara un trato para que cediera ese fondo y que se alojara en la Academia Húngara de Ciencias. Algo que sucedió en 1865, siendo, esa entrega el origen del Museo de Bellas Artes de Budapest, que ahora está inmersa en una remodelación completa. Una ocasión que el Museo Guggenheim de Bilbao ha aprovechado para exhibir una selección de sus más de 9.000 dibujos y más de 100.000 grabados.
Junto a la exposición dedicada a Tarsila do Amaral y Paul Pfeiffer, abiertas en estos momentos al público, el visitante se va a encontrar, cerca de los espacios que ocupan las esculturas de Serra, un regalo imprevisto. Junto al arte contemporáneo podrá regodearse con una de las mayores colecciones de papel que existe y, que, además, aporta un valor añadido: su contemplación supone recorrer la historia del arte de Europa desde el siglo XV hasta el siglo XXI. En el recorrido pueden contemplarse obras de Alberto Durero, Leonardo da Vinci, Rafael, Rembrandt, Francisco de Goya, Miklós Barabás, Henri de Toulouse-Lautrec, Pablo Picasso, Egon Schiele, Victor Vasarely, Vera Molnar, Judit Reigl, Dóra Maurer, Georg Baselitz, Katharina Grosse y Gerhard Richte, entre otros grandes nombres.
La exposición del Museo Guggenheim, comisariada por Kinga Bódi y Marta Blàvia, está articulada a través de dos ejes principales. El primero, que discurre por los paneles centrales distribuidos por las salas, cuenta la historia de esta colección y del Museo de Bellas Artes que ahora mismo la conserva que, durante su existencia, ha ampliado considerablemente su número de obras, salvo en esos años en que la ciudad quedó bajo la égida de la URSS y el gusto estético del realismo socialista soviético promulgado por sus particulares dirigentes. En las paredes puede contemplarse cómo el arte ha evolucionado desde el Renacimiento hasta los últimos postulados vigentes.
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