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Historia

Franco, ante la manipulación histórica de la izquierda (y la derecha)

Jesús Palacios reedita con un nuevo prólogo adaptado a los avatares la biografía de Franco que escribió con Stanley G. Payne y critica a las izquierdas y también al PP por no "valorar su figura"

Franco, en uno de los Desfiles de la Victoria en los que marchaban las tropas anualmente
Franco, en uno de los Desfiles de la Victoria en los que marchaban las tropas anualmente La Razon

“Hace 50 años que falleció Francisco Franco y, sin embargo, su figura se ha convertido en el actor político más importante de la España actual para el presidente Pedro Sánchez, su gobierno, las izquierdas y los grupos separatistas, incluido el terrorista vasco. En esto participa también el principal partido de la oposición, el liberal conservador Partido Popular, que bien por inacción, claudicación o complicidad con el Partido Socialista, ha contemporizado con este espectáculo destructivo…” Así comienza el prólogo especial que, para la nueva edición de Franco, una biografía personal y política, hemos escrito el profesor Stanley Payne y yo bajo el sello de La Esfera de los Libros.

La figura de Franco ha marcado de manera indeleble la Historia Contemporánea de España y, sin embargo, sigue siendo un gran desconocido para las nuevas generaciones, o simplemente demonizado y criminalizado por el sectarismo político del Partido Socialista y las izquierdas en general, con la complacencia pasiva del Partido Popular. La nefasta clase política que está en el poder, pero que no gobierna, ha hecho de España un estado fallido, y la propaganda demagógica busca destruir su mito y su obra.

Esto, por mucho que lo han intentado tergiversando las páginas de la historia, no lo han podido conseguir, de ahí la necesidad de traer a Franco a la escena política de la lucha partidista actual en un burdo señuelo de confrontación y polarización social. Se trata sin duda alguna de una aberración. Y por mucha inquina y resentimiento vertido en las leyes de odio de las memorias histórico-democrática, no podrán anular que España creó después de dos milenios una de las historias más trascendentales de cualquier país en el mundo en la personalidad de Francisco Franco.

La propaganda de la manipulación izquierdista achaca a Franco que fue un conspirador durante la Segunda República. No existe ningún dato veraz que lo pruebe. Franco nunca fue actor ni protagonista directo en la política. Su actitud estuvo marcada por la prudencia ante los bruscos cambios del régimen. Aceptó la legalidad republicana a pesar de su personal aversión. Y si bien es cierto que durante la violencia revolucionaria del Frente Popular en la primavera del 36 mantuvo contacto con colegas de armas que estaban conspirando, siempre fue partidario de buscar una solución política, hecho que intentó hasta el último momento. Y si finalmente se unió a la rebelión cívico militar fue porque tras el crimen de Estado de Calvo Sotelo y la destrucción del orden constitucional, era mucho más peligroso no rebelarse que rebelarse. Por sus dotes de mando y liderazgo militar aglutinó a distintas fuerzas contrarrevolucionarias, para llegar a convertirse en la máxima figura del bando sublevado y, después, en jefe indiscutido del nuevo régimen.

Durante su liderazgo puso fin a la cruenta y devastadora Guerra Civil revolucionaria, derrotó completamente al Frente Popular, que había acabado con el último atisbo de democracia y de libertad en la Segunda República y saqueado una gran parte del país, destruyendo su economía e intentando exterminar el catolicismo español, para llegar a crear con firmeza una nueva unidad nacional. Mantuvo a España fuera de la guerra mundial y llevó a cabo un enorme proceso de reconstrucción, que durante veinte años fue posible sin ayuda extranjera, superando los años de condena internacional y en una parte de aislamiento.

Después, y a lo largo de veinticinco años, consiguió la definitiva modernización de España, una asignatura pendiente durante más de tres siglos tras el ocaso del imperio español. Y durante el gran desarrollo industrial de los años sesenta y setenta creó instituciones y leyes que, no siendo del todo su objetivo, permitirían el surgimiento de una nueva cultura. Con Franco se dio por vez primera en la historia el hecho de que una dictadura evolucionada a sistema autoritario, se transformara después de casi cuarenta años en una democracia constitucional por sus propias instituciones de un modo legal.

Estos hechos son los que han provocado la reacción de odio en unos responsables políticos que, sin haber pertenecido a las generaciones de la guerra civil y la posguerra, y que ni siquiera conocieron el franquismo, decidieron asumir ser los derrotados, desatando unos absurdos deseos de venganza sobre muertos. También Franco cometió algunos errores importantes durante su mandato. Al menos dos de ellos fueron notables; de un lado, impidió que se desarrollara el programa nuclear al paralizar el “Proyecto Islero”, cuando estaba en una fase muy avanzada, que, al inicio de los setenta, hubiera convertido a España en potencia atómica. El segundo error fue designar su sucesor al príncipe Juan Carlos, en la confianza de que los cambios que se harían tras su óbito, mantendrían lo principal de las estructuras del régimen. Sin embargo, Juan Carlos, que engaño a todos, llevó a cabo de forma tan improvisada como acelerada, la ruptura total con el régimen y con la persona que lo había hecho rey, para hacer de España un estado plurinacional bajo una democracia liberal.

Sin embargo, el proceso inicial de la Transición fue modélico, si bien tutelada por Norteamérica. Dicho proceso fue obra de los reformistas internos y externos del régimen, en el que para nada participaron los grupos de izquierdas y separatistas, que intentaron torpedearlo, y sólo se sumaron al mismo tras la convocatoria de las primeras elecciones del 15 de junio de 1977. El gran éxito de la Transición fueron las dos Leyes de Amnistía de 1976 y 1977, que buscaban pasar página a los conflictos, violencia y crímenes del pasado en beneficio de la convivencia y de la reconciliación de los políticos, únicamente, puesto que la sociedad en general ya estaba reconciliada en los años sesenta.

Sin entrar a detallar los tres agujeros negros de la Transición; magnicidio de Carrero Blanco, 23-F y 11-M, durante los primeros quince años de la Transición la clase política respetó no hacer afrenta de los hechos pasados ni exigir cuentas ni venganza sobre ellos a los adversarios políticos. Un asunto para los especialistas e historiadores. Pero durante la campaña electoral de 1993, Felipe González, que gobernaba en minoría y ante el temor fundado de perder las elecciones, sacó a relucir por vez primera el fantasma de Franco al asociar a la derecha con el franquismo, asegurando que votar al PP era volver al régimen de Franco. Ante tal estigma El PP se doblegó y renunció a la batalla ideológica y de las ideas, cediendo a la izquierda el control del debate y una falsa superioridad moral que el Partido Socialista ha explotado al punto de convertir en inútil e inane la oposición conservadora, hasta forzarla, incluso, a que el presidente Aznar en 2002, gobernando con mayoría absoluta, expresara su reconocimiento a quienes ‘padecieron represión durante la dictadura franquista’.

Tras ello el PP ha permanecido sumido y entregado en la pasividad o continuando las leyes socialistas de las memorias y otras sin atreverse a modificarlas ni derogarlas. Y ello pese a ser leyes sovietizantes, no tener precedente histórico en ningún otro país, bendecir la violencia y crímenes del Frente Popular, acusando de las peores aberraciones al bando vencedor, a Franco y su régimen, deshumanizando a una gran parte o a más de la mitad de la población. La nueva edición de la biografía de Franco ha tenido diversas ediciones en lengua inglesa y en lengua china. Y amplias y numerosas reseñas críticas positivas; como las del historiador y ensayista Walter Lacqueur: “bien podría ser la obra definitiva”, o la del hispanista Robert Stradling: “Es sin duda una de los mejores… Franco cuenta con su propio estudio académico serio”.

También negativas, como las recogidas en un número de la revista Hispania Nova, entre ellos Ángel Viñas, quien además nos dedicó al profesor Payne y a mí más de doscientas entradas en La otra cara del Caudillo. Por todo ello, y pese a quienes lo utilizan como escudo de su vesania, Franco es un gigante de la historia. Y así será reconocido. Pese a la furia y odio de psicópatas como Pedro Sánchez, quien más pronto que tarde será relegado al basurero corrupto y más negro de la historia.