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Guillermo Arriaga: «La política de la cancelación es una censura»

El escritor y guionista cambia de registro literario con «Las extrañas», una novela que narra la historia de un médico a lo largo del siglo XVIII

El escritor Guillermo Arriaga
El escritor Guillermo ArriagaLuis Diaz

Guillermo Arriaga anticipa un titular: «La escritura es un misterio para el escritor». Y antes de escuchar la réplica, adelanta una respuesta: «Los escritores decepcionamos, porque parece que tenemos las respuestas, pero no es cierto. Quien tenga la respuesta de la literatura, miente. La literatura se escribe con el inconsciente. Aunque hayas escrito las líneas argumentales, no controlas lo que cuentas».

El escritor ha cambiado de territorio literario y salta a la novela histórica, pero no ha renunciado a su predilección por lo fronterizo, un gusto que ha perdurado desde su infancia, cuando se movía entre México y Estados Unidos, o se adentraba en las selvas del sur de su país y no sabía si se encontraba en México o Guatemala. Esta impresión la ha llevado a «Las extrañas» (Alfaguara), ambientada en el siglo XVIII, cuando las ideas de la Ilustración chocaron con las de la religión y el entramado de convenciones sociales. Su nuevo trabajo narra la historia de un joven aristócrata que encuentra su vocación en la medicina, una profesión vilipendiada y practicada por hombres sin apellido ni escudo nobiliario, cuando en un viaje por sus posesiones descubre la pobreza, la marginación que padecen los hombres con deformaciones y el dolor que causan las enfermedades en las personas. «Es la aventura del saber que emprende alguien al que se le ha vedado la entrada. Los médicos en esa época actuaban casi como poetas. Tomaban unos riesgos brutales y la mayoría de estos riesgos eran con ellos mismos. La búsqueda del conocimiento tenía una gran dosis de aventura».

Supuso el despertar de una conciencia.

Yo creo que es el surgimiento del humanismo. El humanismo forma parte del enfrentamiento con la religión y el «estatus quo» aceptado en la sociedad. Es el nacimiento de la empatía. Lo humano nace cuando empiezas a ver al otro en su dimensión de iguales.

"La gente se está refugiando de nuevo en lo más primitivo, en la tribu"

Guillermo Arriaga

Se vuelve a mirar con reticencia al «otro».

El mundo de hoy se ha vuelto demasiado abstracto. Es el índice Nikkei el que indica si pierdas tu empleo. Por eso la gente se está refugiando en lo más primitivo, en la tribu. El otro, de nuevo, empieza a ser un desconocido. Lo concreto, en esto, llega a niveles ridículos, como es el equipo de fútbol, la raza, la fe. Comienzas a resguardarte en lo que te define y tomas distancia con los demás. Por eso, para mí el siglo XVIII es el principio del humanismo porque rompió con todo esto.

Uno de los temas es el debate entre la ciencia y la ignorancia.

La difusión del conocimiento es importante. Cuanto más conocemos, más humanos nos volvemos y mejores sociedades construimos. Los demás dejan de ser una amenaza. Sin conocimiento no hay diálogo. El conocimiento es dialogar. Solo con él avanzamos. Ahora lo que me preocupa es que estamos en una sociedad tan moralina...

"Cuanto más conocimientos adquirimos, más humanos nos volvemos"

Guillermo Arriaga

¿Le preocupa?

Sí, que sea tan moralina... Lo políticamente correcto es terrible. La famosa política de cancelación es una censura de esta moralina. No me gusta lo que dice. Que cancelen. Yo soy cazador y me cancelan solo por eso. No lo vamos a leer, dicen, porque es cazador. Me preocupa porque no existe un acercamiento, no existe un diálogo, no me preguntan por qué lo hago. Solo me cancelaron. Lo de Roald Dahl me parece también muy peligroso. Lo que están haciendo en las universidades americanas es impresionante. Ahí los alumnos se quejan porque les causa incomodidad lo que leen. Si el arte no confronta, no incomoda, para qué sirve. ¿Qué hacemos al respecto?

Ahí entra el conocimiento.

El conocimiento es liberador y confrontador. Debe confrontar, porque sino, no es conocimiento profundo. Sí vale si cambia la experiencia de ver el mundo. Cuanto más conoces, más cuestiones abordas. Por eso la quema de libros; por eso los regímenes intentan que no te eduques, porque el conocimiento te lleva siempre a cuestionar. Los maestros incitan a cuestionar.

Y usted viene de una familia de maestros.

En efecto. Mis padres dieron clases. Mis hermanos, también. Para nosotros, la transmisión del conocimiento es importante. Los profesores y la educación eran esenciales para mis padres. El conocimiento no para estar en el mundo, sino para estar con el mundo. Es lo que te permite transformar tu entorno. Son fundamentales los maestros. Un maestro es el que te enseña, con el que aprendes, el que te cambia la vida. Es lo que sucede con ellos, que te animan a modificar la perspectiva.

"La muerte se puede convertir en una decisión moral y a veces matar es la parte correcta de la decisión"

Guillermo Arriaga

En su novela aborda el dilema moral de los médicos.

Me gusta llegar hasta los extremos de las decisiones morales. No soy moralista, me refiero al valor profundo que se siente por los demás y cómo una decisión puede dañar al otro. Aquí adquiere otra dimensión porque se plantean: hago o no hago daño a los pacientes. Con mi protagonista, esto lo llevo más lejos porque tiene que decidir quién tiene que morir para salvar la vida de otro. Se dice: «No puedo, esto es un asesinato». La gente tiene que darse cuenta que la moral puede llegar a ser más compleja de lo que parece.

También sucede con la amante de su personaje.

Tienen que transgredir. La gente que se enamora es castigada. Lo que sucede es que la moral es absoluta, pero la vida es relativa. Mi protagonista, William, con las extrañas. La suya es una decisión de vida o muerte. No hay vuelta de hoja. La muerte se convierte en la decisión moral. Y a veces matar es la parte correcta de la decisión.

Parte una lanza por los marginados.

Estoy muy vinculado a la discapacidad, porque tuve amigos con discapacidad y supe muy pronto lo que significa, cómo los miran distinto por eso. Uno de mis amigos tenía parálisis cerebral y sentía cierto rechazo por la forma de hablar, por los movimientos que tenía. Participé en documentales sobre esto y para mí ha sido una causa personal crear oportunidades para estas personas en el norte de México. Aprendí que no hay que tener condescendencia con ellos, que hay que entenderlos, conectar con su sentido del humor, porque la mayor parte de las personas se asoman a ellos a partir del dolor, no de la realidad de la persona. Por eso retraté a una mujer con mucho dolor, pero coqueta y con humor.