De cama en cama

El rey de España adicto al sexo que dejó más de 40 hijos (y un desastroso heredero)

Reinó durante 44 años dejando más de 17 hijos legítimos y más de 30 bastardos después de una vida de hipersexualidad

Retrato de Felipe IV
Retrato de Felipe IVlarazon

Del largo reinado de Felipe IV —lo ejerció durante buena parte del siglo XVII, entre 1621 y 1665— se pueden destacar sus continuos conflictos exteriores para tratar de mantener su vasto imperio así como las cuatro bancarrotas que tuvo que asumir. Pero a nivel personal hay una circunstancia que destaca sobre cualquier otra: su adicción al sexo.

No cabe hablar de una debilidad por las mujeres ni de un afán por conquistarlas, sino de una conducta sexual compulsiva que su valido, el famoso conde de Olivares, no dudó en atender concertándole un sinfín de citas de alcoba.

El conde Olivares, el más famoso de los validos que ha habido en España, se hizo cargo de la educación de Felipe IV desde niño y no tardó en darse cuenta de la perdición que arrastraba al futuro rey de España. Y, a continuación, en alimentarla para ganarse su favor.

Convertido en monarca, la fama de Felipe IV respecto a su adicción al sexo era de dominio público y existen numerosos testimonios de la época que lo acreditan.

Lo suyo no eran las jóvenes y guapas, sino que lo suyo eran todas sin importar la edad, el aspecto y la dedicación. Cabe decir, no obstante, que Felipe IV sentía gran afición por el corral de las comedias y de ahí surgió su amante más reconocida, María Inés Calderón, popularmente conocida como “la Calderona”.

Once hijos y el heredero que murió

Felipe IV se había casado con Isabel de Borbón, con la que también tuvo incesantes relaciones. Tanto es así que tuvieron once hijos. Pero estas relaciones no saciaban al monarca, que sentía la necesidad de nuevos revolcones.

De estos once hijos con Isabel de Borbón sólo dos llegaron a adultos: una hija, María Teresa de Austria y Borbón que llegó a ser reina consorte del Rey Luis XIV de Francia, y un hijo Baltasar Carlos, que murió fulminantemente a los 17 años por un brote de viruela. El resto fueron mortinatos o fallecieron a los pocos meses.

Tras sufrir, de hecho, uno de los varios abortos que tuvo, la reina falleció en 1644. Y al cabo de muy poco, solo dos años después, también murió Baltasar Carlos (1646), que era la gran esperanza de la Corona porque se le atribuía inteligencia y buenas aptitudes para las labores de gobierno.

Así que la situación en 1646 era la de un rey adicto al sexo, viudo y sin heredero. Olivares se apresuró a buscar una nueva reina para resolver la sucesión del monarca de los Austria y se precipitó con una decisión calamitosa: casarlo con Mariana de Austria, sobrina de Felipe IV, la cual debía contraer matrimonio, de hecho, con el fallecido Baltasar Carlos.

Seis hijos y el heredero incapacitado

Del matrimonio con Mariana nacieron seis hijos más. Dos fueron niñas (vetadas para ser herederas, por tanto) y el resto murió al poco de nacer. Excepto uno que, finalmente, fue el heredero: Carlos II pero que sufrió todo tipo de problemas aparejados a la consanguinidad de sus padres.

No pudo sostenerse en pie hasta tener cumplidos los seis años, padecía raquitismo (no tenía vitamina D), apenas recibía luz solar ya que no se le sacaba al exterior ante el temor a catarros y, en general, tenía una muy pobre salud y un desolador aspecto. Llegada la hora de casarlo, se comprobó que sería incapaz de reproducirse.

Así que el hijo del rey adicto al sexo murió sin descendencia, a diferencia de su padre, cuyo número estimado de hijos solo se ha podido estimar debido a que los dejó por decenas y en su mayoría extramatrimoniales. Fuentes de la época consideran que Felipe IV tuvo al menos 30 hijos bastardos, mientras que otras elevan esta cifra hasta los 40.