¿Cuál es el origen del pasaporte?
Aunque este salvoconducto internacional cuenta con poco más de 100 años de historia, existe documentación que sitúa a sus precursores mucho antes de la Edad Media
Creada:
Última actualización:
Como ciudadano español, existen ciertos trámites por los que debemos pasar en algún momento de nuestras vidas, como disponer de un documento acreditativo de índole nacional, conocido comúnmente como DNI. No obstante, existen otros procedimientos, que carecen de esa obligatoriedad, pero que pueden ofrecernos un salvoconducto fuera de nuestras fronteras, como puede ser el pasaporte. Y aunque el término “pasaporte” fue recogido por primera vez en el Diccionario de la RAE, en 1780 como: “La licencia, o despacho por escrito, que se da para poder pasar libre y seguramente de un reino a otro, o de una a otra parte”. Existe documentación que sitúa su origen hace más de dos mil años.
¿Cuál es el origen del pasaporte?
Según la información recogida a lo largo de la historia, los informes sitúan a sus precursores alrededor del 450 a.C.. No obstante, su uso se extendió durante la Edad Media, cuando la mayoría de las poblaciones de cierta importancia estaban amuralladas y para poder acceder a su interior era imprescindible ir provisto de algún tipo de salvoconducto que identificara al individuo. Si tomamos en cuenta la tremenda importancia de este documento en nuestros días, es curioso que, hasta hace poco más de 100 años, ni siquiera existiera. Lo que hoy conocemos como pasaporte no fue creado hasta después de la Primera Guerra Mundial, aunque como ya hemos comentado, existen antecedentes.
Una de las primeras referencias conocidas de este documento se encuentra en la Biblia. Más concretamente en el libro de Nehemiah 2:7, un pasaje poco conocido atribuido a la época del Imperio persa, alrededor del 450 a. C.. Se dice que Nehemías, un agente destinado por el rey Artajerjes I, pidió permiso para viajar a Judea donde se supone que iría a reconstruir las murallas de Jerusalén. A lo cual el rey accedió otorgándole una carta “para los gobernadores más allá del río”, donde solicitaba un paso seguro para él.
Otra de las primeras apariciones de estos precursores de lo que hoy en día sería el pasaporte se dio en el califato islámico medieval, por el cual solo a los ciudadanos que hubiesen pagado su impuesto (el azaque para los musulmanes o la yizia para los dhimmíes) se les permitía viajar a las diferentes regiones islámicas. En la antigua China, un documento similar al pasaporte llevaba el nombre, edad y rasgos del portador, a quien se le entregaba para poderse mover libremente en áreas bajo jurisdicción China.
En la Europa medieval los documentos se expidieron a los viajeros por las autoridades locales y, en general, figuraba una lista de pueblos y ciudades en la que al titular se le permitía pasar. Habitualmente, los documentos no eran necesarios para viajar a los puntos de comercio abierto que se encontraban en los puertos marítimos, aunque si eran obligatorios al viajar al interior de las ciudades, ya sea por tierra o mar. Por otra parte, la constancia más antigua del término la encontramos en el francés “passeport”, a principios del siglo XVI. Éste, a su vez, deriva del latín, estando formado por dos vocablos. La primera parte, “passus”, significa paso o acceso, pero la segunda no está del todo clara, pues hay diferencias entre los propios etimólogos, ya que unos dicen que procede directamente de “portus” (puerto) y otros indican que viene de “porta” (puerta). Pero hay una tercera opción que es la que señala que podría provenir de una mezcla de ambas, ya que tanto un puerto como una puerta eran los lugares de acceso, ya fuese por vía marítima o terrestre.
Por último, respecto al pasaporte tal y como lo conocemos hoy en día, el mérito del primer documento de esta índole ha sido otorgado al rey Enrique V de Inglaterra. Este era capaz de emitirlos para prácticamente cualquier persona, fuese esta británica o no y se utilizaba como medio para ayudar a sus súbditos a demostrar quiénes eran en tierras extranjeras.