Historia

La ciencia española rebate la leyenda negra

En «Sanar cuerpos y guardar almas», Gonzalo Gómez rescata la sanidad humanista española del siglo XVI

Recetario de medicina del boticario Fernando de Carcassone, de 1564
Recetario de medicina del boticario Fernando de Carcassone, de 1564Fundación Banco Santander

Sin etiquetas ni prejuicios, la historia hay que comprenderla. La mirada hacia el pasado trata de un conocimiento a través del entendimiento, lo que «nos llevaría a no caer en esas tonterías que ahora esgrime la corrección política. Comprendiendo se evitan estos absurdos a los que estamos asistiendo ahora», explica el poeta, escritor y miembro de la Real Academia de Historia, Luis Alberto de Cuenca. Es por ello que celebra la labor que la Fundación Banco Santander vuelve a hacer con la publicación del segundo volumen de su colección «Historia Fundamental». En esta ocasión, este proyecto, que saca a la luz hechos de la historia de España e Iberoamérica entre los siglos XVI y XVIII que han sido olvidados o no investigados lo suficiente, nos invita a sumergirnos en el humanismo médico. Todo ello, de la mano del historiador Gonzalo Gómez, quien, en palabras de Luis Alberto de Cuenca, «ofrece una serie de datos que han hecho que el libro tenga una originalidad y novedad muy notables, porque no cabe duda que la visita a los archivos es fundamental en la historiografía, y Gonzalo se ha pasado la vida estudiando para esta obra».

El libro «Sanar cuerpos y guardar almas. El humanismo médico en España y América en el siglo XVI», «refuta la leyenda negra de que el Imperio español estaba atrasado en ciencia, salud o educación. La obra lo desbarata absolutamente, y también recupera una generación de divulgadores filósofos médicos que es pionera en su tiempo, así como la cobertura social que se creó entre universidades, boticas y hospitales, que no tenía parangón en su época», destaca Francisco Javier Expósito, responsable de historia en la Fundación Santander. Además, subraya que «este libro llega en un momento importante, por todo lo que ha ocurrido con la pandemia y los debates que hemos vivido sobre el sistema sanitario. Da una alerta y trae a la actualidad el tema de la dignidad del trato a los pacientes y a los médicos».

En este sentido, el autor del libro especifica por qué es necesario hablar ahora sobre la medicina en el siglo XVI: «Hay datos etéreos, que si lo único que había eran hechiceros o cirujanos sangradores. Pero de repente me di cuenta de que había tres pilares fundamentales en aquella época, que eran los sanitarios, los pacientes –y, por tanto, las enfermedades–, y los lugares de cura. Y esto hay que analizarlo comprendiendo el humanismo». Así, tras la crisis que produjo la peste negra en el siglo XIV, no fue hasta más de 100 años más tardes que comenzó a elaborarse un modelo que diese respuesta a este tipo de situaciones. Lo medieval ya no servía, y por ello se empezó a hablar «sobre lo que hoy en día sigue siendo muy vigente, quizá más que entonces, que es la dignidad de la persona», continúa Gómez, «ya no era la relación entre el hombre con Dios de forma vertical, sino la relación del ser humano con la sociedad. La persona en el centro de todo».

Grabado perteneciente a la "Historia de la composición del cuerpo humano" del doctor Juan Valverde de Amusco. Obra impresa en 1556 en Roma.
Grabado perteneciente a la "Historia de la composición del cuerpo humano" del doctor Juan Valverde de Amusco. Obra impresa en 1556 en Roma.Fundación Banco Santander

El interés de la corona

En el siglo XVI hubo, por tanto, una generación dorada de médicos en España que conformaron las bases de la Medicina moderna, y ello lo desgrana Gómez en el libro a través de tres verbos: estudiar, sanar e irradiar. En primer lugar, se produjo la profesionalización de la asistencia sanitaria, situándose España a la cabeza de las reformas con la influencia de personajes como Luis Vives o el Cardenal Cisneros. Durante los reinados de Carlos I y Felipe II, se pusieron las bases para el desarrollo de un sistema de educación y salud que promovía la dignidad del enfermo. Con esto, «en América se creó la primera red del mundo de hospitales públicos a cargo de la Monarquía hispánica», dice el autor, lo que permitió una red universitaria y hospitalaria hacia cuyo desarrollo los reyes ofrecían una especial ayuda económica y un amplio interés. Y a esto se le sumaron medidas pioneras, como la aparición de los corrales de comedias en hospitales para su financiación, el desarrollo de la anatomía, el cultivo de la cirugía o la figura del boticario. Unos avances que Andrés Laguna, Fernando de Mena o Cristóbal de la Vega divulgaron a través de publicaciones innovadoras en su tiempo, y que Gómez analiza de manera esclarecedora en este volumen. El libro, además, incluye una amplia bibliografía, un anexo documental y reproducciones de recetarios del siglo XVI que han sido extraídos del archivo de la Fundación Antezana.

"Recibí del salario de la enfermera Isabel González". El primero firmado por Juan de Sosa, puesto que ella no sabía escribir. El segundo ya está firmado por la propia Isabel.
"Recibí del salario de la enfermera Isabel González". El primero firmado por Juan de Sosa, puesto que ella no sabía escribir. El segundo ya está firmado por la propia Isabel.Fundación Banco Santander

Pobres, reyes, estudiantes y manos femeninas

Gonzalo Gómez aporta interesantes novedades en esta obra, como es el hecho de que los médicos humanistas curaban a pobres y reyes con la misma pasión, que entre 1523 y 1545 fueron nada menos que 270 estudiantes los que alcanzaron el bachillerato médico –una cifra alta dada la época y el contexto–, así como la aparición de las primeras enfermeras. «Eran laicas, solteras, casadas o beatas que aprendían un oficio», relata Gómez, «se necesitaban manos femeninas para un trabajo nuevo».