Iain Reid, o cómo sacudirse de encima las etiquetas
El escritor y guionista publica «Dispersión», novela en la que explora las consecuencias de la depresión y la senectud
Madrid Creada:
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Se hace complicado encontrarle sin la compañía de su perro, con el que incluso posa en las imágenes de promoción de su novela. Y es que Iain Reid (Canadá, 1981) es un hombre que está dispuesto a hacer pocas renuncias. No las hace como escritor, presentando «Dispersión» (AdN), un extraordinario viaje desde la frontera entre la ciencia y la ficción, hasta los límites de la depresión y la senectud. Y no las hace como guionista de cine, cada vez más solicitado, y convertido en la nueva fuente de inspiración directa de los realizadores más originales del cine sajón más sesudo, como David Fincher, Garth Davis o Charlie Kaufman.
Fue precisamente Kaufman, guionista de «Cómo ser John Malkovich» (1999), «Synecdoche, New York» (2008) u «¡Olvídate de mí!» (2004), el primero que se fijó en él, en su soltura para describir la somatización de lo más oscuro de la psique humana, para pasarse al cine y, de paso, ponerle en el mapa. Lo hizo a través de la adaptación de la primera novela de Reid, «Estoy pensando en dejarlo» (2020), que pagó Netflix y que le hizo colocarse entre los más vendidos.
«Me siento muy afortunado de que Charlie se interesara por la novela. Fui co-productor de la película, y todo el proceso fue una experiencia de aprendizaje para mí. Agradecí estar cerca de Charlie y conocerle un poco. Fue muy amable conmigo y estoy muy contento con la película que hizo», explica diplomático Reid, pese a que la irregular película de Kaufman le hiciera poca justicia a su relato. Casi tan poca como que el estreno del filme, existencialista por definición, nos llegara en mitad de la pandemia, cuando no nos apetecía pensar en lo finito.
Ese mismo proceso, el que parte de la sensación de desolación que trajo consigo el virus globalizado, es la que llevó a Reid hasta «Dispersión». A través del testimonio en primera persona de Penny, viuda en el borde de lo senil que es transportada a una residencia donde nada es lo que parece, el escritor canadiense se las apaña para contar una historia sobre la memoria y sobre cómo la homogeneidad nos puede acabar diluyendo como individuos. De manera metafórica, y aquí está el giro, pero también de manera literal.
«Creo que hay un miedo cultural general y extendido a envejecer, que es anterior a la pandemia. Eso es lo que me interesaba explorar», explica Reid antes de continuar acerca de la inspiración para el libro: «Mi propia abuela fue una gran influencia e inspiración. Vivió en su propia casita hasta que cumplió 100 años y, tras una caída, tuvo que trasladarse a un centro de cuidados de larga duración. Era la primera vez que pasaba tanto tiempo fuera de lo que ella consideraba su casa, y fue entonces cuando tuve la idea de empezar a escribir la historia».
Directo y descriptivo, el relato de «Dispersión» bien podría interpretarse como una digestión del transhumanismo, una exploración del cuerpo como última frontera. «La idea de trascender nuestros propios cuerpos es interesante. Nunca estoy seguro acerca de qué ideas o preguntas voy a plantear antes de escribir, porque tengo que estar interesado y sentir algún tipo de conexión personal con ello», apunta el escritor antes de distanciarse de la palabra «thriller», por la carga ideológica que, dice, conlleva: «No considero que sea un “thriller” porque para mí “thriller” es sinónimo de promesa. Si alguien lee “thrillers” y se acerca esperando ese tipo de libro, creo que podría sentirse decepcionado. El final no es claro. Las novelas de suspense pueden ser fantásticas, pero no creo que se me diera bien escribirlas. Prefiero pensar que es una novela que no pertenece a ningún género en particular», se despide conciso Reid, que ya ha terminado de rodar una nueva adaptación de sus libros («Foe») y que en breves verá la luz de la mano de Saoirse Ronan («El Gran Hotel Budapest») y Paul Mescal («Aftersun») como protagonistas.