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Javier Bardem: "No ser inclusivos solo conduce al odio"

El actor da vida al rey Tritón en "La sirenita", nueva adaptación del clásico animado que llega a los cines el 26 de mayo
Javier Bardem durante la presentación a los medios de "La sirenita", nueva versión del clásico animado que llega a los cines españoles el 26 de mayo / CARLOS ÁLVAREZ / THE WALT DISNEY CO.
Javier Bardem durante la presentación a los medios de "La sirenita", nueva versión del clásico animado que llega a los cines españoles el 26 de mayo / CARLOS ÁLVAREZ / THE WALT DISNEY CO.Carlos AlvarezGetty Images/Disney
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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Llega imponente a la entrevista, casi con hechuras monárquicas, rodeado de la habitual seguridad y lo primero que hace es acomodar la estancia. Corre las cortinas y, aprovechando su nuevo estatus de deidad de los mares, se encarga de servir el agua. «Estoy agotado, pero ya pude echar el ancla esta semana en Londres, mientras mis compañeros se llevan ahora la promoción a Australia. Es una locura», explica Javier Bardem (Las Palmas, 1969), acostumbrado ya de sobra a los focos planetarios pero no tanto a la maquinaria de Disney, para la que debuta oficialmente en «La sirenita», nueva versión del clásico animado de 1989 que llega el viernes 26 de mayo a los cines españoles.
Bardem, que será homenajeado en el próximo Festival de San Sebastián como Premio Donostia, tiene también pendiente de estreno la segunda parte de «Dune» y encara el proyecto casi como un punto de inflexión. No tanto por la repercusión del mismo, a la que ya está hecho, como al significado en su carrera, cada vez más llena de padres y figuras de autoridad cuando ya es una figura asentada en el "star-system" de Hollywood. Y es así como el actor se sienta a charlar con LA RAZÓN, sobre una nueva adaptación que no tardó demasiado en ser foco de las iras racistas en cuanto se supo que la cantante Halle Bailey sería la protagonista, cambiando el origen respecto al filme original. Sobre la diversidad y la inclusión, pero también sobre su propio rol como profesional en un Hollywood que reserva incluso menos papeles para latinos e hispanos que respecto a antes de la pandemia, Bardem responde a todo.
Halle Bailey (dcha.) y Jonah Hauer-King en "La sirenita"
Halle Bailey (dcha.) y Jonah Hauer-King en "La sirenita"THE WALT DISNEY CO.
-¿Cómo se embarca en la película?
-Le mandé un texto al director, a Rob Marshall, al cual conozco hace mucho tiempo, diciéndole que me gustaría trabajar con él. Le pregunté si había alguna posibilidad de que el rey Tritón tuviera acento español, y él me dijo que justamente estaba pensando en mí. ¿Por qué quería hacerlo? Cuando supe que se encargaría él, me parecía divertida la idea de estar en un "live-action" de este cuento que yo he compartido con mis hijos. Especialmente con mi hija, que como todas las niñas quiere ser sirena. Me parecía curioso y hermosa la posibilidad de hacerlo, pero no contaba en absoluto con que él me dijera que sí. La sorpresa fue ese ofrecimiento.
-Últimamente está haciendo muchos papeles de padree. ¿Le llaman más? ¿Es algo que usted está buscando más?
-Hombre, ahora ya lo de galán ya se me acabó (ríe). Eso ya pasó. Pero es verdad que se me acercan con ese tipo de personajes, yo creo, acorde a la edad que tengo, que son ya 54 años. Pero también te das cuenta de lo ricos que son esos personajes, hay mucho que explorar, con muchas relaciones que tienen que ver con el tiempo, con su paso. Es algo que sucede de manera orgánica, yo creo, como debe ser.
-¿Cómo fue la primera vez que vio la película original? ¿Y la primera con sus hijos? Porque claro, incluso el director Rob Marshall ha explicado alguna vez cómo se ha reformado en esta nueva versión el tema del consentimiento, o ciertos acercamientos que había que actualizar obligatoriamente, casi.
-La película original la vi en el cine, con apenas veinte años, y me gustó muchísimo la música, las canciones originales. Luego la he visto mil veces, con mis niños, entera, a trozos, seguida una y otra vez cuando eran más pequeños… Es verdad que hace tiempo que no la vemos, pero creo que esta versión refuerza la idea del empoderamiento de la mujer, que me parece muy interesante. Ariel ya no es una chica que se sacrifica en aras de complacer una historia de amor a la que está abocada. Ella ahora decide, conscientemente, que no quiere pertenecer al mundo al que está obligada a pertenecer y quiere ser otra persona más allá de cualquier impedimento. Y ese impedimento es su padre, que es el rey de los océanos y manda, no solo en su vida sino también en la de los demás, en la de todos. Eso ahora está mucho más reforzado para que los espectadores jóvenes entiendan que ellos tienen más poder de elección, más poder respecto a su propio destino. Los padres, en esta película, el padre de ella y la madre de él, aprenden a amar mejor, a desprenderse de quienes más aman a través de sus identidades y su individualidad. Me llegan muchos padres y madres, después de las proyecciones en los estrenos, muy emocionados con eso. Creen que es necesario, a veces, que a los adultos nos recuerden eso, que el amar mejor no consiste en ser una madre o un padre helicóptero, si no en ser todo lo contrario. En apoyar los sueños de tus hijos más allá de lo que uno tenga predeterminado para ellos.
A medio camino entre la entrega total a la nostalgia, y una revisión que desempolva el clásico, hay más en la nueva versión de "La sirenita" de "El libro de la selva" que de la mimética "El rey león" (2019), si la comparativa ha de ser con las nuevas adaptaciones de Disney. De la hora y media corta de la película animada, hasta las dos horas largas del filme de Marshall, se nos devuelve una película que sabe ahondar en sus personajes y que, sobre todo, profundiza en las inquietudes de Ariel más allá de la niñata insolente. Toda la responsabilidad dramática del viaje, apabullante en lo estético desde el primer minuto, recae pues en una Halle Bailey que está a la altura de las circunstancias. La joven cantante no solo se echa la película al hombro en lo musical (nadie va a cantar mejor en el cine este año), sino que también le imprime alma, carisma más allá de la inocencia del rol. Y es ahí, en esas nuevas capas, donde el Tritón de Bardem tiene una importancia capital, ancla aquí de las ansias de descubrimiento de la más joven de sus hijas.
Menos inspirados están una Melissa McCarthy perdida como Úrsula, sin saber si entregarse a la Divine, drag queen de la que bebía el personaje original o hacerla propia y cómica y, sobre todo, un Jonah Hauer-King que, como Príncipe Eric, está lejos de los estándares que se le presuponen a unas audiciones de dos años de duración. Se nota, para bien y para mal, la mano de Lin-Manuel Miranda en los nuevos arreglos, pero, en líneas generales "La sirenita" de Marshall es un filme de gama alta que se lo juega todo, con éxito, al carisma de su descubrimiento en forma de protagonista absoluta. Sigue Bardem, tras la breve y ruidosa interrupción de unas sirenas, de esas que no saben nadar, en lo ajetreado de un jueves madrileño.
-Hablemos de su hija en la ficción, de Ariel, de Halle Bailey. Ella venía de estar nominada al Grammy, por supuesto, pero este foco ha sido completamente distinto, global. ¿Cómo ha sido el trabajo con ella? ¿Cómo la ha visto en lo que han compartido?
-Sinceramente, cuando me dijeron que ella sería Ariel no sabía quién era. No tenía ni idea. Llegué allí, cuando empezamos a ensayar en 2019, y la vi cuando aún no tenía ni 18. Era una presencia tan luminosa, tan hermosa, tan inocente, tan amorosa… Y todavía no había empezado ni a cantar. Es curioso, porque ella va todo el rato tarareando, calentando la voz y demás. Solamente escucharla así es ya emocionante, escuchar la calidad que tiene como cantante. Estuvimos ensayando y me enamoré de su arte, de su energía. Luego pasó la pandemia y año y medio más tarde nos volvimos a reencontrar. Pero ella seguía teniendo esa edad en la que uno es inocente en muchas cosas. Y, a diferencia de lo que esperaba respecto a su experiencia cinematográfica, me encontré a una actriz con una calidad interpretativa maravillosa. Lo clavaba siempre. Pero es que además, la parte que hace conmigo es como la más emocional, porque es donde más se tiene que pelear, donde hay más conflicto y lo pasa peor. Lo que sentimos en el rodaje todos, yo creo, era esa necesidad de protegerla, de darle una buena experiencia en su primera película. Y así fue. Para ella y para todos. Y eso hay que agradecérselo a Rob Marshall, que es un tipo que cuida muchísimo esos detalles, que todo el mundo esté especialmente cómodo.
Javier Bardem en "La sirenita", en cines el 26 de mayo
Javier Bardem en "La sirenita", en cines el 26 de mayoTHE WALT DISNEY CO.
-Hablando de Rob Marshall y de su visión. Esta película apuesta por la diversidad desde un frente más radical, menos timorato que el resto de Hollywood. Pero claro, si nos vamos a informes de la Universidad del Sur de California o de GLAAD, vemos que hay menos papeles para latinos que antes de la pandemia. ¿Cómo conviven esas dos ideas? ¿Cómo lo ve desde lo profesional? ¿Esas etiquetas le dicen algo, está cómodo con lo latino o lo hispano?
-En primer lugar, la diversidad y la inclusión en esta película siempre fueron importantes. Además, me lo decía un compañero de la Prensa y yo no lo había pensado, y es que cada niña podrá tener su sirena, a través de las hijas de Tritón. Cada una es de un origen distinto y eso es muy bonito. Me parece importante y me parece real. Vivimos en un mundo de diversidad, donde o incluimos o la exclusión nos va a llevar al odio, a la pelea y al dolor. De unos y de otros. Aquí no hay ganadores o perdedores. Y eso está mucho más potenciado en este versión. Yo cuando le mandé el texto a Rob (Marshall), le pregunté si había alguna posibilidad de que el rey Tritón tuviera acento español. Pero vamos, pensaba que ni de coña lo compraría. Pero sí. Y me parece bonito que apuesten por romper el molde de lo predeterminado, que es de lo que habla la película. También, atreverse a abrir el mensaje, a otras culturas, acentos y maneras de entender la diversidad racial. Es importante que el espectador más joven reciba eso.
-¿Y a un nivel más personal?
-A nivel más personal… ¿Sobre cómo me veo yo catalogado? Soy español y tengo acento español cuando hablo inglés. Pero intento trabajar otros acentos, como cuando hice “Ser los Ricardo” o “Antes que anochezca”. Evidentemente, hay actores cubanos que son muy buenos y que estarían muy bien en esos papeles. Sería genial, claro, que estuvieran representados igual que otras nacionalidades. Pero el asunto aquí es muy complejo. Cuando me llegó el proyecto de “Ser los Ricardo”, lo primero que hice fue preguntarle a Aaron Sorkin y a los productores si habían hecho cásting, si habían investigado y probado. Pero no encontraban a la persona correcta, a una que les convenciera o les pareciera que pudiera tener las cualidades necesarias. Y fue solo ahí cuando llegaron a mí, y yo acepté de inmediato sabiendo que lo iba a hacer con todo el respeto y el trabajo arduo que requería. Y yo creo en eso, creo que somos actores y nuestro oficio requiere representar a diferentes personajes desde diferentes orígenes sin anteponerlo frente a nadie. Y a la hora de hacer un personaje, que es de un origen, se decide que el actor sea de otro origen, bienvenido sea si es una decisión creativa. Robert de Niro hizo de un maravilloso español en “La misión”. Y lo hizo muy bien, me encanta. Es algo que está ahí desde que el cine es cine. Y es una forma de expresión que se debe respetar desde dentro de la creatividad, a la que no le podemos poner límites. Si la definimos como algo que debe ser o no debe ser, ya no es creación.