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Literatura

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Me río de la báscula

Me río de la báscula
Me río de la básculalarazon

Se dice que hay libros de cuentos que saben a poco, igual que hay un sinfín de novelas que saben a demasiado. Sabedora de ello, y con mucha mili literaria a cuestas, la autora de «Amigos y fantasmas» ha jugado al escondite con los géneros, armando un cuentario muy apetecible que parece una sucesión de capítulos novelados en tanto que el hilo conductor es un único personaje: Susana Mur. Niña gorda, fofa, fanegas y fati por más datos, que resulta ser el álter ego de la autora en situaciones deliciosamente ficcionadas... No en vano Mercedes Abad sentencia: «La niña gorda, c'est moi». A través de una decena de relatos logra transmitir la conquista de la identidad partiendo de la base de que nos forja infinitamente más aquello de lo que huimos –en su caso: el tejido adiposo– que lo que perseguimos.

El punto de partida arranca cuando a Susanita la llevan al endocrino: no sólo evidencia que su madre está disconforme con su físico sino que salir de ese tonelaje podrá convertirla en una criatura social, con amigas elegidas por ella, y abandonar la búsqueda constante de aprobación. Cuento a cuento, asistimos a una ficción mordaz donde observamos la evolución de esta personita obesa gracias a la voz: las primeras historias están narradas en tercera persona por un ser omnisciente en tanto que la niña no ha forjado su identidad. Sólo a partir del cuento «Las hermanas Bruch», Susana realiza el cambio hacia la edad adulta, y empezará a hablar en primera persona. Deja de ser la niña gorda para convertirse en una adulta flaca... Aunque en su exterior de talla 36 siga anidando de forma tenaz la pequeña obesa que fue. Hay episodios desternillantes y otros sombríos, donde seguiremos los pasos de la protagonista a través de las amigas que le impone su madre, ante la mesa del hambre, en las excursiones y clases de costura, de la mano de rarísimas colegas como Nush, quien, por cierto, le regalará un manuscrito que terminará inspirándole sus «Ligeros libertinajes sabáticos» que le haría merecedora del premio Sonrisa Vertical.

Delicatessen narrativa

Toda una metáfora basada en el agradecimiento a esas compañeras de la infancia que nos ayudan a recorrer el camino en pos de nuestras metas. Inteligente, mordaz, atrevido y valiente. Estas páginas tan burlonas como dolientes son una delicia, un manjar literario, una delicatessen narrativa cocinada en el lento fuego de una infancia dura donde las palabras bullying o anorexia estaban por inventar. Bon apètit.