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¿Quién ha matado a Ray Loriga?

¿Quién ha matado a Ray Loriga?
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Ray Loriga se erigió, con novelas como «Lo peor de todo», «Caídos del cielo» o «Tokio ya no nos quiere», en un claro representante de la generación narrativa de los noventa, identificada con el «realismo sucio», y bajo la influencia de John Fante, Charles Bukowski o Raymond Carver. Desinhibición expresiva, antilirismo contestatario, prosa minimalista y estudiada marginalidad conforman una estética del desarraigo cotidiano y la desesperanza vital. En 2017 publicaba «Rendición», novela de temática kafkiana y ambientación apocalíptica con la que renovaba su merecido crédito literario, un tanto oscurecido en los últimos años. Impresionado con esta obra, Daniel Jiménez (Madrid, 1981), de quien ya conocíamos un libro de significativo título, «Cocaína» (2015), contactará con el admirado autor, quien le servirá pretexto de un singular artefacto ficcional: «Las dos muertes de Ray Loriga».

Caído héroe literario

Es esta una novela centrada en una mixtificación biográfica; Ray Loriga, protagonista ya de la imaginaria acción, ha aparecido muerto en extrañas circunstancias en una pensión de La Boca, en Buenos Aires; ¿suicidio o asesinato? A partir de aquí, entre la realidad y la impostura, se desarrolla una extensa meditación sobre la pervivencia de la obra literaria tras la muerte del autor, la mitificación del mismo como un caído héroe literario, el valor de la fama póstuma y la cambiante opinión de sucesivas generaciones. Escritores como Félix Romeo y Francisco Casavella pudieran encajar en este imaginario mitográfico.

El narrador protagonista, indagando en las oscuras circunstancias de una figurada muerte, incluye en su relato la idónea presencia de grandes mixtificadores contemporáneos: Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, Alberto Fuguet o Georges Perec; emblemáticos suicidas como John Kennedy Toole y Foster Wallace; o señeros símbolos de la absurda sinrazón como Kafka. Estamos así ante un ejercicio metaliterario donde se imbrican vida y ficción, falsedad y verosimilitud.

En un parodiado ambiente de cenáculos literarios transcurre una historia que contiene suspense policíaco, biografía quimérica, ensayo estético, drama costumbrista y meditación filosófica, sin olvidar la metodología de la escritura, la ambivalencia entre imitación y plagio, o la posible vitalidad de la obra inédita. Con ágil pulsión periodística, irónico planteamiento de rocambolescas situaciones y visionaria transgresión de géneros se logra una novela que implica al lector en una fabulesca invención de imaginativos resultados; vida y literatura entrelazadas.