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El motivo por el que 'Cien años de soledad' tendrá su premier en La Habana

Netflix proyectará en exclusiva en Cuba los dos primeros capítulos de la serie basada en la novela de Gabriel García Márquez el 6 de diciembre

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La serie de Netflix basada en la novela 'Cien años de soledad', del escritor colombiano Gabriel García Márquez, no podrá verse internacionalmente en la plataforma de streaming hasta el próximo 11 de diciembre. 

Sin embargo, los cubanos que asistan al 45º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana podrán disfrutar el 6 de diciembre (día de la Constituación española) en exclusiva de los dos primeros capítulos de la esperada serie dirigida por Rodrigo García, Alex Garcia Lopez, Laura Mora Ortega. 

Eso sí, el estreno oficial (y completo) de la adaptación audiovisual de la novela protagonizada por Aureliano Buendía tendrá lugar en Bogotá (Colombia), unos días después de la muestra proyectada en La Habana.

Que el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana haya llegado a un acuerdo con Netflix para el estreno en exclusiva se debe a la vinculación de Gabriel García Márquez con dicho festival, del que fue jurado en multitud de ocasiones, además de ser presidente del Nuevo Cine Latinoamericano; amén de mostrar su simpatía por el régimen cubano y ostenar su amistad con el dictador Fidel Castro.

Y es que a García Márquez, tan venerado por la izquierda internacional, siempre se le perdonó -incluso se le alabó- su conexión y defensa a ultranza de un régimen dictatorial que, como es propio de este sistema, censura, encarcela, tortura y mata cualquier disidencia.

Sin embargo, la romantización del mismo por la izquierda internacional (agarrada aún al mito del Che Guevara y de los barbudos que bajaron de Sierra Maestra) permite el blanqueamiento de una tiranía, tan nociva como cualquier otra. De hecho, que la empresa norteamericana Netflix llegue a un acuerdo con un festival que no sólo es tolerado, sino promovido, por el régimen (hoy en manos de Díaz-Canel) debería sacarnos los colores.

A Gabo -como le gusta llamarlo a la progresía mundial tan orgullosa de que su campeón del realismo mágico se codee con una satrapía antimperialista-, su tenaz defensa del régimen cubano le costó entre otras cosas la amistad del escritor peruano Mario Vargas-Llosa(quien sí maduró políticamente).