Italo Calvino: un siglo del hombre que escribió el mundo
Un libro de relatos, otro de entrevistas y un ensayo sobre su obra celebran el centenario del escritor
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«Cuando estoy convencido de que cierto tipo de libro está completamente fuera de las posibilidades de mi temperamento y de mis capacidades técnicas, me siento en mi escritorio y me pongo a escribirlo», dice Italo Calvino en el texto que da título a «Mundo escrito y mundo no escrito» (2006), que recogía artículos de los años 1952-1985. Esta cita explicaría los desafíos narrativos que se impuso el famoso autor italiano, muerto en Siena en 1985, el mismo año también de sus conferencias «Seis propuestas para el próximo milenio». No en balde, es en el ensayo o la crítica donde Calvino desarrolló su mirada del mundo como libro, del libro como mundo. Nada del ámbito del conocimiento y las artes le fue ajeno: ciencia, historia, antropología…
Podía reflexionar, por ejemplo en el citado «Mundo escrito…», sobre José Ortega y Gasset en torno al amor, o hablar de Paul Klee y el concepto de «imitatio», o de la «crisis» de la novela, o de cómo traducir bien, o de la escritura como educación personal. Calvino, además, fue un gran experto en narrativa fantástica y se mostró muy crítico con las letras de su país. Sin embargo, nació en Cuba debido al trabajo de su padre como ingeniero agrónomo, y fue al cabo de dos años que su familia volvería a Italia. Allí, inició estudios como ingeniero agrónomo, que abandonó al estallar la Segunda Guerra Mundial por ser llamado a filas. En paralelo, sus ideas políticas lo empujaron a desertar y a formar parte de las Brigadas Partisanas Garibaldi.
Tras la contienda, comenzó a trabajar como periodista y se introdujo en el ámbito editorial, además de afiliarse al Partido Comunista, del que se desvincularía a finales de los años 50. Gracias a la ayuda de Cesare Pavese publicó en 1947 su primera novela, «Los senderos de los nidos de araña», en la que relata su experiencia en la resistencia. Siguió estudios literarios en la Universidad de Turín, en la que se licenció con una tesis sobre Joseph Conrad, y empezó a trabajar en la editorial Einaudi. Más adelante, escribe la trilogía «Nuestros antepasados», compuesta por «El vizconde demediado», «El barón rampante» y «El caballero inexistente», de corte fantástico.
Otras celebradas obras suyas fueron «Marcovaldo», «El castillo de los destinos cruzados», «Las ciudades invisibles» y «Si una noche de invierno un viajero», novela cuyos protagonistas son el Lector y la Lectora, pero ahora procede a recordar al autor mediante varias novedades. Así, Siruela publica «He nacido en América», un libro que recorre cuatro décadas (1951-1985) de su pensar literario: una serie de entrevistas donde su voz nos lleva a su propia literatura, y a reflexiones sobre el género de la novela, la historia y la política, la lectura, por supuesto… De este modo, aborda la invención fantástica y la multiplicidad de lenguajes, la literatura y realidad italiana, sus impresiones de Estados Unidos, las novelas fantásticas, la ciudad de Venecia, los cuentos de hadas, etc. Todo lo cual hace que surja el mejor Calvino, el analista de su tiempo y el mundo de las letras, con una perspectiva histórica muy crítica.
Asimismo, Altamarea presenta un libro que pretende ser una «semblanza demediada» de Calvino en calidad de editor y amigo: «Italo Calvino, una ardilla en Einaudi», de Carlos Clavería Laguarda. Este reconstruye los primeros pasos del escritor, su visión de la industria cultural y su relación con Pavese, quien le puso el apodo de «ardilla» –«porque era astuto y se subía a los árboles más para jugar que para esconderse como consecuencia del miedo. Desde lo alto, podía «observar» la vida partisana como una fábula en los bosques, clamorosa, variopinta, ‘‘diferente’’»– y marcó decisivamente su forma de ejercer el oficio de editor. Por otra parte, «Oveja negra» se llamó a sí mismo Calvino, que estudiaba en Turín Ciencias Agrarias en 1942 «cuando decidió abandonar los estudios que seguía por tradición familiar y se matriculó en Letras», apunta el biógrafo.
Por último, cabe remarcar que Comanegra publica una recopilación de cuentos en catalán, «L’últim és el corb» («Por último, el cuervo» es el título de las ediciones en español hasta la fecha), en torno a los paisajes de Liguria o la dureza de la resistencia partisana. La edición incluye un epílogo de Francesco Ardolino, que forma parte del Comité Internacional del Laboratorio Calvino y está preparando las celebraciones del centenario del autor en España. De esta manera, el lector tiene la oportunidad de ver cómo esta serie de relatos acompañó a Calvino durante casi tres décadas de revisión, reelaboración y reescritura, hasta la versión definitiva que se ofrece aquí. Y es que el escritor preparó dos versiones del libro, cambiando el orden de los textos, eliminando cinco y añadiendo cinco más hasta su última estructura: cuentos de la Resistencia, cuentos picarescos y cuentos de Liguria.