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Los Sírex: los pioneros del rock español celebran 65 años en activo

Leslie, cantante de la banda, recuerda el origen de «Si yo tuviera una escoba» o cuando telonearon a los Beatles en 1965

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En aquella época, en la Barceloneta, sólo se podían ser dos cosas: o pescador o ladrón de café del puerto. «No había nada más. Y mi familia era de los primeros. Mi padre, con el barco y mi madre, cosiendo las redes», dice Antoni Miquel (Barcelona, 1945). Con 14 años, recibió la primera guitarra para tocar el «Romance anónimo». «Yo era el más malo tocando, pero cantando era el menos malo y montamos un grupito que le llamamos Los Meteors. Cantábamos Torcuato y los 4, esas cosas... Pero, ¿qué pasó? Que en el año 1960 Barcelona está invadida por la sexta flota americana. Y los marines iban de fiesta al chiringuito Hawai de la Barceloneta, que el padre del Benja, nuestro amigo, era el dueño. Allí vi el primer grupo de rockabilly de mi vida», dice el que, poco tiempo después, empezó a ser conocido como Leslie, cantante de Los Sírex, la banda de rock en activo, quizá, más antigua del mundo, los teloneros de los Beatles en Barcelona en 1965. Leslie y los suyos celebran 65 años de carrera en la Sala But de Madrid el próximo 7 de marzo, junto a Loquillo, Loles León, Fernando Pardo y Nat Simons. 

En aquel chiringuito escuchó a Gene Vincent, Eddie Cochran, Chuck Berry... «Y me quedé perplejo», dice Leslie, a quien, como se dice ahora, le voló la cabeza una canción: era «The Train Kept – a Rollin’», de Johnny Burnette Trio. El joven barcelonés trató de comprarle el disco al DJ ondeando como banderas dos billetes de 25 pesetas. «Me fulminó con una mirada de desprecio –rememora–. Así que, cuando se giró, le robé el disco, que soy de la Barceloneta», dice orgulloso de un espíritu callejero y una vitalidad que todavía se le nota en el habla. Eran los tiempos del nacimiento del rock. «Nadie pensaba que pasaría nada, lo hacíamos para divertirnos, pero yo mismo creía que la cosa en dos años se habría terminado, qué digo, pasado mañana, que era una moda pasajera». Todos los grupos imitaban a los Shadows, todos tocaban el «Apache», con ese aire de western que se entendía bien en nuestras latitudes. Pero Leslie y los suyos preferían el rockabilly. «Yo me tiraba por el suelo cantando el “Be Bop a Lula” y bueno, los Sírex me vieron y me llamaron. Mi grupo se deshacía por las novias, nadie creía que el rock pudiera ser algo duradero. Era el año 61 y nos sale un bolo en Calella al que fuimos con permiso paterno porque no tenía ni 18...». 

Su padre le dejó atónito con su actitud: «Era el hombre más inteligente del mundo. Me miró y me preguntó: ‘‘¿tú crees en eso del tambor y la guitarra? ¿Le ves futuro? Has querido dibujar y pintar, haz lo que quieras, pero... ¿eso de la guitarrita?’’. Le dije que sí y me contestó: ‘‘No digas nunca que te han prohibido hacer nada. Y una cosa más: que seas buena persona’’. Me lo repitió tres veces. Vinieron a la actuación a ver qué hacíamos, y no dieron crédito: había cuatro camareros, cuatro alemanes, cuatro pescadores y cuatrocientas alemanas. Cuando termina, mi padre me dice que el año siguiente vendrá a hacernos la comida porque nos íbamos a quedar muy delgados», ríe Leslie.

Tiendas de electrodomésticos

Un día, el productor José Solá les ve en directo. Quiere que hagan un número de rock & roll para una película que está produciendo. «Fui a su casa y empezamos a jugar con el ‘‘Be Bop a Lula’’. En dos minutos, le hice ‘‘Muchacha bonita’’. La letra la hice yo, pero la cobró él», ironiza Leslie. La canción comienza a hacerse popular, pero en la discográfica Vergara, que tenían los derechos del tema, ni se dan por aludidos. Finalmente, caen en la cuenta de que es suya. «Fue una bomba. Yo firmaba todos los días en tiendas de electrodomésticos, encima de las neveras. Me ponían allí. Y empezaron a pasar cosas». Era 1965 y triunfaba Conchita Bautista. Los Sírex quieren hacer rock & roll, pero en la discográfica quieren melodías. Lanzan «Qué bueno, qué bueno» y vuelve a ser un éxito. «Me compré camisas de chorreras. Íbamos de flamencorro y morenos como Makinavajas, con las patillas, con los botines y todo», sonríe. La compañía quiere más y les dice que tienen que grabar un tema. «Era una canción que no tenía nada que ver con nosotros (Leslie canta flamenco y da palmas para describirlo), pero mandaban ellos y nosotros hacíamos lo que decían. Pero tenía algo que me gustaba: ‘‘cuántas cosas barrería’’. Le di una vuelta y fue tremendo». La canción, eso sí, tuvo que sortear una pequeña censura. «Sí, de hecho, la letra decía primero por ‘‘altos mundos’’. ‘‘Barrería bien profundo todas las cosas sucias que se ven por los altos mundos’’. Y claro, cambiamos a “bajos mundos”. La presentamos y vino aprobada. Pero la original tenía algo de crítica social. Éramos de un barrio de gente tiesa y por eso decíamos lo de barrer el dinero. Un día en una fiesta de pijas nos dijeron que barrer el dinero nada de nada», se carcajea. Así nació "Si yo tuviera una escoba".

Eran el grupo de moda en España en el año que llegaba la banda más importante del mundo. Los Beatles iban a actuar en una doble noche en Madrid (teloneados por Los Pekenikes) y Barcelona, y Los Sírex eran los encargados de abrir para ellos en la Monumental. «La escoba» era un fenómeno, pero dos semanas antes de los conciertos no estaba claro que se fueran a celebrar. «Fue Fraga el que dijo que se tenían que hacer, que no se podía suspender, porque el mundo vería que estábamos caducos. Y puso mucha vigilancia. No he visto tantos caballos ni en las películas del oeste. 500 caballos, no sé. Una barbaridad. Policía por un tubo. Y el concierto era un poco mierda. Un espectáculo con el mejor grupo del mundo, pero presentaba Torrebruno, luego un valenciano que se llamaba Mochi o así, una banda que tocaban percusión, y luego unas niñas inglesas cantando pop y R&R, las Chick Girls o no sé qué... bueno, algunos bien pero el Mochi... en fin... que cerramos la primera parte del concierto y tuvimos un éxito de puta madre, porque estábamos arriba del todo. El sonido fue horrible, porque sonábamos por las trompetas de plaza. Fatal. Pero la gente no iba a eso. La gente cantaba tan fuerte que solo se oía eso. No tenían ni que entrar, fue un espectáculo, una noche mágica». Leslie cambió tres palabras con McCartney: «Me dijo: ‘‘you tired’’. Yo le contesté: ‘‘in five minutes, you also’’. Eso fue todo», ríe.

Tuvieron una década de gloria, pero Leslie decidió acabar con el grupo. «El día de San José de 1971, cuando llegué a las 4 de la mañana de un bolo, le dije a mi mujer que ya está, que se acabó. Y no se lo creía. Primero, porque intuí que venía un cambio generacional en los 70. Los solistas como Camilo Sesto, Raphael, Julio Iglesias, Massiel... subían, y los grupos, Pekenikes, Mustang... bajaban. Y dije que era el momento de dejarlo». Se dedicó a atender el restaurante de su suegro, en la Barceloneta precisamente. «No se me cayeron los anillos». En 1977, el retiro concluyó: Gay Mercader montó una gira de «revival» que se transformó en una vuelta a la carretera que sigue dando vueltas a España.

«El tren de la costa» sigue haciendo paradas

►La canción de Johnny Burnette Trio inspiró a Leslie uno de los temas de los Sírex más inmortales: «El tren dela costa» era un homenaje a los desplazmientos desde la Estación de Francia en Barcelona a Calella, donde actuaban habitualmente. Esa canción forma parte del Museo del Ferrocarril de Vilanova i La Geltrú, donde tiene una exposición permanente como parte del imaginario que los trenes han tenido siempre para el rock & roll, incluso en su versión Mediterránea. «Es un tren que sigue haciendo paradas, llegando más lejos n su recorrido, y que esperemos que nunca se pare, que pueda seguir abriendo nuevas estaciones», dice Leslie sobre una vieja carrocería de potente corazón.