Louise Glück, la poetisa del trauma y el dolor
Este mismo año, la escritora, que ahondó en el narcicismo y el genio, había publicado dos libros nuevos en nuestro país
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El pasado verano, coincidieron en las librerías dos novedades de Louise Glück, que había nacido en Nueva York, en 1943. Por un lado, la que fue Nobel de Literatura 2020 nos ofreció sus prosas poéticas en «Marigold y Rose» (edición original muy reciente, de 2022, y con traducción de Andrés Catalán), en el que recreaba el mundo interior de dos hermanas durante el primer año de sus vidas. Dos mellizas muy diferentes que de algún modo observan la conducta diaria de los adultos desde el silencio y el pensamiento. Y es que, como dijo la autora en 1996: «Miramos el mundo una sola vez, en la infancia».
Por otro lado, con traducción de José Luis Rey, tuvimos la oportunidad de conocer a la Glück ensayista por medio de un libro que reunió dos de sus trabajos en este género: «Demostraciones y teorías» (1994), que ganó el premio PEN/Martha Albrand de 1993 a la primera obra de no ficción, y «Originalidad americana» (2017). Se trataba de una serie de textos en los que la autora contrastaba las nociones de narcisismo y genio, tan intrínsecas del espíritu estadounidense, para abordar la poesía de autores clásicos como Rilke y otros muy desconocidos para el público español, como Pinsky, Chiasson o Dobyns, a lo que se añadirían introducciones a los primeros libros de los poetas Dana Levin, Peter Streckfus, Spencer Reece y Richard Siken (seleccionados por ella misma para el Premio Yale a Jóvenes Poetas). En el volumen, asimismo, se podían conocer sus agudas consideraciones sobre T. S. Eliot o Wallace Stevens.
Queremos decir con todo esto que estamos ante una poeta que hiló fino en el mundo literario y que eligió lo más granado y prestigioso de su círculo de lecturas poéticas para por una parte inspirarse, a la hora de hacer versos propios, como por la otra comentar la obra de grandes de todos los tiempos. En esta ocasión tan reciente, aquellos volúmenes constituían una buena ocasión para conocer cómo pensó esta gran poeta contemporánea, si bien, todo hay que decirlo, eran libros para el amante del análisis literario y poético con todo lo que su retórica conllevaba.
En su momento, como casi siempre, fue una sorpresa verla con un Nobel que la desconcertó en grado sumo, a tenor de las declaraciones posteriores. Pero ya era una poetisa laureada en 2003 y profesora en la Universidad de Yale, o sea, era una veterana de prestigio. Era, como se dijo entonces, una “buscadora del yo, escritora de un lirismo limpio que trata lo autobiográfico y pone en limpio lo cotidiano combinado con lo mítico poético, asomada al paisaje y al mundo natural”. De Glück dijo Anders Olsson, presidente del comité del Premio Nobel, que su poesía expresaba «humor e ingenio mordaz». Entre sus mejores títulos, habrá que recordar «El iris salvaje», «Ararat», «Las siete edades» y «Vita Nova», y cuando desde la Academia de Estocolmo se quiso saber de su reacción tras el Nobel, explicó que «mi primer pensamiento fue que no tendré más amigos porque la mayoría de ellos son escritores. Pero luego pensé, eso no sucederá». Por supuesto, era un gran honor para ella, pero en sus palabras se percibía un cierto escepticismo, como si siguiera siendo la poeta que luchaba por sacarle todo el meollo al lenguaje y ganar la batalla sin creérselo del todo. A veces, cabe decirlo, no tuvo una vida fácil, y se la relaciona con un grave caso de anorexia durante su juventud, el cual, al parecer, casi la lleva a la muerte.
Aficionada a la mitología grecolatina, la autora combinó “reflexiones sobre la muerte, fogonazos alrededor de la desaparición biológica o la ruptura sentimental con ecos muy potentes de cantos antiguos y soledades clásicas”. En uno de sus últimos actos presidenciales, por cierto, Barack Obama le otorgó la Medalla al mérito en las Artes y Humanidades. En 2016, pero correspondiendo a los méritos otorgados en 2015, Glück aprovechó el acto de entrega para hablar del dolor y cómo ha sido “un importante motor” en toda su carrera. La referencia viene por hechos como la muerte de su padre, que la inspiraron para crear elegías y la llevaron a encontrar en la escritura una manera de exorcizar su desasosiego y enfocarse en su carrera como profesora de estudios ingleses en Massachusetts. Otros, asimismo, en Estados Unidos, la recordaran por ser la tía de la actriz Abigail Savage, célebre por interpretar a Gina Murphy en “Orange Is The New Black”, la serie sobre una cárcel de mujeres de Netflix.