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Moliere 2.1: "Las Preciosas Ridículas"

La obra de teatro argentina actualiza la sátira del escritor, totalmente vigente en el siglo XXI

Moliere 2.1: "Las Preciosas Ridículas"
Moliere 2.1: "Las Preciosas Ridículas"larazon

"¿Habéis aprendido música?

- No, en absoluto

- ¿Y cómo hacéis?

- La gente de calidad lo sabe todo sin haber aprendido nunca nada.

- Esa es una gran verdad que sin duda traspasará el límite de los tiempos"

Podía ser la conversación entre dos fanáticos musicales a la entrada de un macrofestival a cualquier lado del Atlántico. No. Es Moliere, con túnica de Nostradamus, en "Las preciosa ridículas", una mordaz crítica de la vida burguesa tan vigente como apropiada que Gina Piccirilli pone sobre las tablas metafóricas del Teatro El Damero de Buenos Aires.

No tiene piedad el dramaturgo francés con su sátira, que Piccirilli adapta y transforma en un caos bajo absoluto control con el título de "Preciosa Ridiculez". Nada se escapa en esta pieza de "teatro off"que desmembra, inmisericorde, una buena parte de la cultura del teatro independiente: ni la egolatría ni la mediocridad superan el filtro inclemente.

Para ello, Piccirilli se sirve de la ficticia "Compañía clásicos independientes"que, con una obra dentro de la obra, interpreta el clásico de Moliere y se convierte en un espejo de buena parte del teatro contemporáneo. Lo hace con una cuarta pared que es apenas un telón vaporoso que cruza constantemente un elenco compuesto por Dante Iemma, Marina Wein, Adrián Molteni, Rafa Ocampo, Patricia Cugat, Solange Verina, Facu Martín y Sebastián Urban.

Sobresale Iemma, que se transforma en el ególatra Pancho Medina Cueces, un "modesto"hombre de teatro que aspira a firmar el vestuario, la escenografía, el diseño, la selección musical y las coreografías de la ficticia compañía. Y por supuesto es la estrella protagonista que enchufa a su amante y a su ex en el escenario. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

No falla tampoco la somera puesta en escena en la que el breve espacio y la iluminación se convierten casi en dos personajes más de la obra con los que juega el elenco. No puede fallar entonces la historia de las dos primas provincianas Cathos y Madelón cuyo padre y tío Gorgibus quiere casar con un aristócrata a toda costa.

Sobre las dos primas, interpretadas por Wein y Verina pivota buena parte de la obra de la que son sustento por momentos junto a Martín.

Y sin misericordia, son seducidas por dos criados que se hacen pasar por aristócratas convertidos en una parodia de la burguesía y sus costumbres. No pasa Moliere nada por alto, ni las apariencias que son la base de buena parte de la sociedad, ni la preeminencia de lo material en otro buen espejo que refleja a la sociedad de su tiempo. Y del nuestro.

"- Nada mejor que tener buenos contactos en estas profesiones del arte. Y yo formo parte importante de las listas de contactos.

- Que gran verdad esta de los contactos.

- Aparte yo soy muy cumplidor cuando se trata de un colega o amigo da igual lo que haga; aún antes de que se levante el telón, me pongo en pie y grito: '¡Esto es lo que le hace falta al arte, bravo!'"

Así, en 1659 como en 2018.