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El último salto de Tequila

Alejo Stivel y Ariel Rot ponen mañana punto y final a la trayectoria de la icónica banda con un concierto en el Wizink Center de Madrid

Ariel Rot y Alejo Stivel (izda.), fundadores de Tequila
Ariel Rot y Alejo Stivel (izda.), fundadores de TequilaJUANJO MARTÍNEFE

Entre 1976 y 1982, España fue testigo de la explosión musical que personificó Tequila. Era una época de vacío musical, entre el fin de la dictadura y el inminente estallido de la Movida Madrileña, y la banda supo llenarlo con un ritmo característico y peculiar. Fundada por Alejo Stivel (voz), Ariel Rot (guitarra), se lanzaron hacia el éxito con temas que aún resuenan, como «Salta!!!», «Dime que me quieres» o «Rock and roll en la plaza del pueblo». Se separaron en 1982 y, ahora, vuelven a decir adiós, porque, explica Stivel a LA RAZÓN, «aquella vez no hicimos una despedida, fue una huida. Nos hemos vuelto a juntar porque nos quedaba una asignatura pendiente, y vamos a pasarlo bomba. La disolución ya la vivimos, y ahora lo que haremos será celebrarla».

El cantante se refiere a «La última fiesta», nombre del concierto que, definitivamente, pone punto y final a la trayectoria de Tequila. Si bien estaba programado para principios de 2020, la pandemia les obligó a posponerlo, y tendrá lugar mañana en el Wizink Center de Madrid: «Nos lo debíamos a nosotros y a nuestro público», comenta el artista.

«Lo que Tequila aportó a la música española es algo que corresponde a los críticos y estudiosos, que lo diga yo podría quedar pretencioso o falsamente humilde», explica Stivel, quien sí se atreve a recordar aquellos años en los que la banda estaba en lo más alto: «Fue una época convulsa, con mucha intensidad. Yo disfrutaba de todo y no me privaba de nada, tanto en la fiesta como en el trabajo. Fue fantástico».

Dos horas de sensaciones

Un fenómeno que, sin embargo, no podría repetirse con exactitud a día de hoy. Para Stivel, «todo cambia, cada época tiene su momento y su estilo, y el disfrute se transforma. Si vamos a comparar a Bad Bunny con los Beatles, lo que se hace ahora sí es una mierda, pero si hay a quien le gusta me callo». ¿Hace falta, entonces, más rock and roll en la plaza del pueblo? «A mí me gustaría que hubiera rock and roll», continúa, «pero todo es relativo. Por algo será que aún después de 50 años los discos de los Beatles sigan reeditándose, o que los Rolling sigan de gira con 80 años y 80 mil personas por cada concierto. Ya les gustaría a los ídolos actuales hacer eso».

El concierto, dice Stivel, «va a ser un show bastante interesante». Cantarán sus clásicos, «pero también algunos temas que no llegaron a ser tan populares. Un artista debe ser capaz de transmitir todas las sensaciones que pueda en dos horas». Así, el público «será un miembro más del espectáculo y del grupo, lo vamos a pasar genial y vamos a despedirnos juntos y por todo lo alto de un grupo que ha sido clave en nuestras vidas», concluye.