Teresa Berganza, siempre tan humana
La mezzosoprano María José Montiel le dedica unas palabras de cariño y despedida a la gran artista, que falleció ayer
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Siento una gran tristeza y dolor por el fallecimiento de una de las cantantes más importantes de la historia. Grande entre las grandes, Teresa Berganza ha sido una intérprete absolutamente excepcional; su bellísima voz y personalidad han conectado con el público de forma increíble; sus fabulosos Rossini, su incomparable Mozart, esa maravillosa Carmen –refinada, sensual–, Maestra de la canción española, de la mélodie française y, cómo no, de la Zarzuela. Es una de las cantantes más grandes que ha dado España al mundo, por eso ha sido una española y madrileña universal a la que siempre me he sentido muy unida, no solo por la admiración que siempre le he tenido, si no también por su cercanía. Desde el inicio de mi carrera, a mis diecinueve años, me dedicó preciosas palabras y fue la primera persona que me dijo que mi voz era de mezzosoprano después de una función en el Teatro Carlos III del Escorial, cuando fue a escucharnos.
Recuerdo con cariño las veces que nos encontramos, especialmente una tarde en su casa de El Escorial a la que ella llamaba «la rossiniana»; allí conocí a toda su familia, sus tres hijos y nietos. Su nieta Sofía se bañaba en la piscina y Teresa estaba tan feliz... Con su hija Cecilia también compartí momentos sobre el escenario. ¡Teresa era una persona tan familiar, siempre tan humana. Siempre asistí a sus recitales en Madrid y recuerdo nuestro divertido encuentro en Viena; y cómo olvidar las largas conversaciones telefónicas durante los meses más duros de la pandemia, hablando de repertorio, de la carrera y, sobre todo, de la vida. Mi más sincero pésame a toda su familia. Siempre te llevaré en el corazón, querida Teresa. Con todo mi cariño, María José.