Música

Todo el poder para Florence & The Machine, la “hechicera roja” de Mad Cool

La londinense revienta el festival con una demostración de poder femenino, algo maltratado en el festival en 2022

Florence and The Machine en el Festival Mad Cool, 2022
Florence and The Machine en el Festival Mad Cool, 2022Ricardo RubioEuropa Press

Florence proclamó: “no soy ninguna madre, no soy ninguna esposa, soy el rey”. Con deliberada falta de concordancia de género (hasta en inglés es incorrecto) y envuelta en un vestido rojo de gasas, Florence Welch parecía la hechicera roja de “Juego de Tronos”, cual Melisandre con su melena pelirroja mecida por un ventilador prestado por Beyoncé. El sortilegio de Florence & The Machine sobre el escenario de Mad Cool sonaba a ceremonia vikinga lanzada por su poderío vocal. Fue como el canto de las sirenas.

En su último disco, Florence Welch exorciza sus demonios personales y es cierto que la atribulada británica acumula unos cuantos. Pero “What Kind of men” arrancaba de cuajo media docena y clamaba con voz cristalina al cielo del Valdebebas contra su desdicha. En el suelo, agarrados nosotros al césped para no ser levantados por el huracán de su voz, nos preguntábamos lo mismo: ¿Qué clase de hombre ama de esa manera? Valiente hijo de perra quien inspiró esa canción. Florence respiró fuerte en el micrófono para que se escuchasen sus pulmones, como un toro (valga la falta de concordancia) para “Kiss With a Fist”, en la que, contra otro sujeto, canta: “You hit me once, I hit you back / You gave a kick, I gave a slap / You smashed a plate over my head / Then I set fire to our bed”. Cuánta falta hacía el poder femenino en el escenario principal de este Mad Cool.

Florence and The Machine en el Festival Mad Cool, 2022
Florence and The Machine en el Festival Mad Cool, 2022Ricardo RubioEuropa Press

Demasiada falta. Sin caer en el oportunismo, y es sencillo decirlo a festival pasado, habría sido conveniente una decisión más valiente o algo de sensibilidad por parte de la organización a la hora de programar artistas femeninas en los escenarios principales. No es cuestión de cuotas o de absurda campaña de imagen del Ministerio de Igualdad, pero Tove Lo y Mø (¡incluso Carly Rae Jepsen!) habrían merecido mejor suerte. Por supuesto que podrían haberse traído más mujeres poderosas y no despreciaremos a Haim y Amyl y sus Sniffers, espléndidas ambas, en el segundo escenario a una hora de poco privilegio, eso sí. Programar no es como jugar a los cromos en tu habitación y no haremos demagogia. Los festivales de esta magnitud deben tener en cuenta muchas variables, pero a la vista del resultado de algunas actuaciones en los espacios principales, no puede decirse que hubiera sido imposible algunos cambios o una mala decisión apostar por otra cosa. Demasiada autocomplacencia masculina ciertamente aburridísima durante estos días. Largos ratos de rock circunspecto y reiterativo.

Florence and The Machine en el Festival Mad Cool 2022
Florence and The Machine en el Festival Mad Cool 2022Ricardo RubioEuropa Press

“Dejad los teléfonos y abrazad a la persona de al lado”, pidió Welch con los pies descalzos. Reclamó un piropo para el vecino y siguió con “Dream girl evil”, otro conjuro de poder que le insufló el valor a ella misma para recuperar, tras diez años de sequía, “Never Let me Go”, una canción que escribió cuando “era muy joven, muy triste y muy borracha”. Era tal la fuerza de su sortilegio que manejó como una directora de orquesta a los coros, con sus manos bajando el tempo, antes de nuevos cañonazos como “Hunger”. La prueba de todo es que, a diferencia de sus masculinos precedentes, Florence no lanzó fuegos artificiales, ni llamaradas, ni un mísero confeti. En su escenografía, nada. Ni siquiera potentes guitarras de muchos vatios que se tocan como si requiriesen de una fuerza sobrehumana. Lo suyo fue puro músculo artístico, un sortilegio creativo.

Antes de ellos, había llegado la enésima oportunidad para Kings of Leon, que llevan años anidando en una perenne decepción. Tanta, que su valía como parte central de un cartel cotizaba tan precariamente como el Bitcoin. Y sin embargo anoche, empujados por una gran base rítmica y un excelente sonido (como siempre, como todo en estas líneas, desde la cruel subjetividad), despegaron con un concierto rocoso e intenso. El grupo de Nashville despertó un enorme interés por su relectura del rock sureño a comienzos de siglo (casi cuesta decirlo) pero con los años ha ido derivando en una especie de rock pesado, con influencias del “stoner” y de la distorsión del “indie”, y quizá por esa pretensión en demasiadas veces han derivado en el aburrimiento y en la pérdida de su propia razón de ser. Sin embargo, al menos anoche en el Mad Cool, su concierto no tuvo peros. Incluso parecía impropio de un festival. Con esas hechuras más pesadas y como ejemplo de su estéril evolución sonó “Molly’s Chambers”, estropeando el original. Más fiel y menos interesantes fueron la consabida “Use Somebody” y la inevitable “Sex of Fire”, hits de plástico en comparación con los temas de “Youth And Young Manhood”, su álbum de debut. La mayoría de sus fans salieron encantados y para los que añoramos su primerísima etapa fue un notable concierto de rock que apenas les saca un pie del purgatorio.