Música

Arde Bogotá: por fin, una banda de puro rock

Lanzan «Cowboys de la A3», un segundo álbum en el que el grupo ha perfilado su sonido y se ha sacado brillo

Desde la izquierda, Jota, Pepe, Dani y Antonio, batería, bajo, guitarra y voz respectivamente de Arde Bogotá
Desde la izquierda, Jota, Pepe, Dani y Antonio, batería, bajo, guitarra y voz respectivamente de Arde BogotáDavid JarLa Razón

Suelten a los perros, que el rock duro anda suelto. Persigan a ese sonido lleno de sudor y cicatrices, a ese grito melódico y a ese solo de guitarra con las rodillas en el suelo. Una vez los cacen, se toparán con unos viajeros que van «a 120 kilómetros por hora, porque, si no, multan... aunque, cuando nos ponemos kamikazes en la música, vamos a 220». Ellos son Arde Bogotá, grupo de Cartagena que ha crecido a ritmo vertiginoso, que ha rescatado el sonido del rock español para esculpirlo al detalle, sacarle brillo y lucirlo sin escrúpulos. Antonio (voz), Dani (guitarra), Pepe (bajo) y Jota (batería) son, además, y tal y como titulan en su segundo álbum, unos «Cowboys de la A3», pues están proclamando el rock and roll cual fugitivos por España. Con este nuevo proyecto de calma y frenesí «hemos podido afirmar que somos una banda de rock. Cuando nos dimos cuenta de que no hay que tener miedo a sonar duro ni a hacer una canción fuerte, esa idea impregnó a la banda y al disco», explican. Y esa profundización profesional y musical y sin presiones ajenas permitió «que muchas canciones ganaran empaque y se luciera el esqueleto de una verdadera banda de rock».

A bordo de una furgoneta y a lo largo y ancho de la A3, autovía que conecta Cartagena con el resto de la Península, se han pasado los últimos meses, en plena gira de su primer disco «La noche» (2021). Y allí dentro es donde se han fraguado estas 12 nuevas canciones que hoy ven la luz. «Nos turnamos el volante», explican los músicos, «en el trabajo creativo, cada uno se pone el gorro de piloto según de dónde venga la idea. Hay canciones, por ejemplo, donde Jota se lo ha puesto desde la batería, y gracias a ello existe el estribillo de ‘‘Veneno’’. Nos turnamos para que al final la furgoneta llegue al sitio donde todos queremos ir».

Grupo musical Arde Bogota
Grupo musical Arde BogotaDavid JarFotógrafos

Ceder y creer

«Cowboys de la A3» suena a la nostalgia del viaje, a la experiencia del músico en efervescencia y, apuntan, «también trata sobre cómo están nuestros amigos. Hay un anhelo muy grande al colectivo, a cómo están quienes nos rodean y, en un sentido más profundo, intentamos hablarle a la sinceridad de los compañeros, de los oyentes y de uno mismo». Así, canciones como «Qué vida tan dura», «Todos mis amigos están tristes» o «La salvación» surgen de lo que se ve tras la ventanilla de la furgoneta, y lo que observaban «era que la gente, en el momento de salir de la pandemia, con tantas reglas, no estaba bien». Una mirada hacia atrás que realizan a través de la música, e incluso aprovechan la magia del ritmo para celebrar lo superado: «Lo vivido nos ha hecho ser más conscientes de que hay que preguntarse cómo está el otro, de forma genuina y de verdad», continúa la banda, «la gente se pone muchas barreras, quiere dar una imagen de que todo va bien cuando en el fondo no es así. Esa coraza puede ser tu mayor enemigo. Pero ha habido un vuelco, hacia el quererse más a y a ser más transparente. También hay una tendencia positiva a buscar ayuda, y eso es genial».

Arde Bogotá es, con este disco, y además de (por fin) puro rock, una banda que se basa en la naturalidad y en el detalle. «Compararse es un error», opinan, «lo más importante y difícil como artista es encontrar una identidad, y no creemos que la hayamos encontrado, porque el trabajo es estar siempre buscándola». Y, por ello, apuestan por lo genuino , gracias a que «existe pluralidad, sentimos que el mundo avanza hacia un sitio cada vez más variado, en el que está bien vista la versatilidad. Nosotros cuando volvemos a casa escuchamos a bandas, pero también a Rocío Jurado, Manolo García o a Aitana. Por fin, cada uno puede ser del color que quiera».

Grupo musical Arde Bogota
Grupo musical Arde BogotaDavid JarFotógrafos

Son «los detalles, las cosas pequeñas, como un beso, una caricia en el pelo, tocar para la familia o los amigos, los que nos salvan. Fijarnos en esos detalles es lo que nos ha permitido no creernos cosas que no son, ni callarnos, ni llevar el proyecto a cosas que no eran, sino mantenerlo muy aterrizado». Y, el resultado, es un álbum en el que le han dado «mil vueltas a todo, un mantra con este proyecto era que, hiciéramos lo que hiciéramos, queríamos que dentro de 40 o 50 años nos siguiera representando a los cuatro. Absolutamente cada detalle es resultado de un debate de horas y horas. Desde el logo hasta las fotos, el tracklist o los colores. Y todo eso ha reforzado a la familia Arde Bogotá. Este disco, como la vida, va de ceder en ocasiones y creer en otras», concluyen.

El escenario, mayor espacio de libertad

No por ser una banda de rock atienden a crear un personaje. Si Loquillo afirma que es él mismo sobre un escenario y que, al bajarse de él, es cuando comienza a interpretar al personaje, Arde Bogotá afirma que «hay cosas que no se pueden impostar. El escenario es el mayor espacio de libertad. Puedes ser quien quieras ser, porque nadie te va a criticar». Y así lo percibían los espectadores que asistieron ayer a la presentación en vivo de «Cowboys de la A3», celebrada en Madrid y donde comenzó la nueva aventura de unos músicos que se deben, ante todo, al directo, pues ahí es «donde somos nosotros mismos, liberados total y mentalmente».