Los pioneros del rock se reivindican: "La verdadera movida fue la de los sesenta"
Un proyecto reivindica el legado de la primera generación del pop en España: "Nosotros fuimos la verdadera movida cultural"
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La ley no escrita dice que la cultura popular (y también la académica) contesta, recupera y luego olvida a las generaciones anteriores hasta que vuelve a recordarlas. Nada se pierde del todo, pero a veces pasan largos inviernos hasta que alguien se ocupa de rescatar el pasado. También es cierto que, a veces, el tiempo es demasiado injusto con algunas épocas más que con otras. Así lo siente Francis Cervera, componente de Aguavivia y fundador de la Asociación Pioneros Madrileños del Pop: «Se nos asocia a la caspa, al blanco y negro y a Franco y eso no tiene nada que ver con lo que hicimos. Desde finales de los 50 hasta el 75 hubo muchísima música y muy buena, pero pervive una especie de animadversión a lo antiguo. Y estamos un poco perplejos y queríamos reivindicar todo lo que se hizo», dice el músico, de extenso currículum, sobre el propósito del proyecto que ha visto la luz para reivindicar ese legado. «Todos juntos por el Rock & Roll», proyecto liderado por Joaquín Torres con el propósito de mostrar al oyente de hoy las canciones de ayer.
Se trata de un patrimonio cultural ensombrecido por la política. «Efectivamente –dice Cervera–. Nosotros somos la auténtica movida cultural, no lo que pasó en los años 80 cuando todo era libre y fácil. Somos la generación que pasó de la bandurria a la guitarra eléctrica, del blanco y negro al color y de la copla al rock & roll. La guitarra eléctrica la trajo a España mi generación, no la democracia. Y el otro tema es que a partir del cambio de régimen se instauró una nueva religión laica cuyos sacerdotes son los partidos políticos y su mensaje es “todo lo anterior borrémoslo. No interesa. Vivís bien gracias ala democracia y no interesa hablar del pasado”», asegura el músico, que protesta con la imagen gris de los años de su juventud. «Hay verdad en eso, claro que sí, pero no es toda la verdad. Yo he sufrido mucho de joven en la dictadura viendo revistas extranjeras, porque la imagen de España era la imagen de la Guardia Civil paseando por la playa, pero eso no era toda la realidad», dice Cervera. «Yo tocaba todas las canciones de los Rolling, los Beatles, los Kinks o de Elvis y de quien me daba la gana. La Policía no venía a vernos. Otra cosa es que hicieras textos politizados, como nosotros mismos pudimos comprobar en Aguaviva. Tengo muchas historias sobre la censura de la época».
Sus afirmaciones van en la línea de tesis de libros como el de Ignacio Faulín («¡Hola, Mr. Pop! Cuando la modernidad llegó a España para quedarse», Sílex), que constatan la permeabilidad de nuestras fronteras culturales y cómo, desde el año 62, cuando comienzan las matinales del Circo Price en Madrid comienza a gestarse toda una cultura alternativa en torno a la música.
«Éramos 2.000 melenudos en una ciudad de dos millones de habitantes, pero bueno, estábamos ahí. Con la familia en contra, con las instituciones en contra, con la sociedad en contra... sin dinero y con instrumentos horribles. Y aún así, luchando mucho, se hizo una música buenísima», dice el músico citando a Los Continentales, Los Estudiantes y Los Pekenikes, grupos que también fueron la influencia de Paco Pastor, fundador de Fórmula V. «Efectivamente, España era gris. Pero gracias a la música es como empieza a verse el color. Así fue como empezó a cambiarse el paisaje de la juventud, así de importante fue», asegura Pastor, que se acercaba a ver ensayar a sus ídolos, Los Continentales, cuando todavía vestía pantalón corto. «Tenían el local cerca de donde yo vivía, en Cuatro Caminos. También me encantaban Los Bravos y Los Brincos... y El Dúo Dinámico. Nosotros salimos ya con cierto camino desbrozado. Los pioneros fueron ellos», dice Pastor con elegancia sobre grupos que estaban ahí algunos años antes, no muchos, «del pleistoceno superior», como lo califica entre risas.
«Vendíamos galletas para sacar dinero y comprarnos nuestro equipo. Unas guitarras muy cutres, pero eléctricas. En mi familia no solo no eran musicales, sino que pusieron una cara muy rara y por todos los medios trataron que me dedicara a otra cosa. Cuando surgió el rock, lo veían como un anatema, como un centro de corrupción y de mala vida. Yo era hijo de una viuda y mi pobre madre lo llevó fatal», recuerda Pastor. Francis Cervera recuerda: «Te echaban la bronca hasta los obreros o los policías. En una ocasión, un ‘‘gris’’ me paró porque ‘‘le estaba mirando con insistencia’’. Pero bueno, tampoco sufrimos ninguna catástrofe». En aquellos tiempos, gracias los conciertos del Price, algo empieza a moverse. Los «melenudos» se dan cuenta de que, aunque son pocos, no están solos. «Empiezan a proliferar las salas de música donde podíamos tocar. Porque había orquestas de baile, pero también salas para que tocasen grupos. Porque o existían los pinchadiscos, no había música grabada», cuenta Cervera, que apunta a una anécdota: «Parece ser que a los Beatles les enterneció para venir a España a tocar, en peores condiciones que en el resto del mundo, que se hubieran vendido 30 o 40.000 copias de sus discos, cuando se sabía que no había más de 3 o 4.000 tocadiscos en España. El que tenía uno, era el que lo llevaba al guateque».
Cervera también decepcionó a su familia, esta sí, muy musical, cuando abandonó el piano clásico del que tomaba clases por la guitarra eléctrica. «Todo fue porque escuché ‘‘Apache’’ de los Shadows cuando tenía 13 años y me voló la cabeza. Como sabía solfeo, me convertí en el sustituto ideal para cualquier grupo». Tocó en Los Continentales, Los Botines –cuyo cantante era Camilo Blanes antes de ser Camilo Sesto–, Henry & The Seven y después fue instrumentista para Karina, Cecilia, Patxi Andión o Perales. Ya en el siglo veintiuno, entró en Los Brincos. Sin embargo, una de sus épocas vitales más interesantes la vivió con Aguaviva, un grupo que tomaba inspiración de los poetas y llevaba su compromiso a los escenarios. «Llegamos a las listas de toda Europa cantando en español. Hacíamos canciones de poetas. Yo estuve en casa de Alberti y Teresa León en Roma dos veces. No nos querían dejar volver a España. Y actuamos en “Sábado noche” de José María Íñigo porque estábamos triunfando en Europa. Y compartíamos escenarios con Tina Turner, Elton John, Cat Stevens o pero éramos poco conocidos aquí.
Se trata de una amplia generación de músicos que abrieron un camino sin el que la música popular en España no habría sido la misma. La lista es tan larga como la que recoge el proyecto «Todos Juntos por el Rock & Roll», de más de cien artistas para los que la memoria no debería fallar: de Los Diablos Rojos a los Pasos, de Los Bravos a Los Canarios, de Los Salvajes a Los Íberos, Los Ángeles... la lista es muy larga y «Todos Juntos Por el Rock & Roll» trata de devolver al presente nuestro patrimonio del pasado. Y todo sin el menor interés económico, ya que los beneficios del proyecto se han cedido a la Cruz Roja. «Lo hacemos para dejar este material, físicamente, aunque sea ya casi anacrónico», dice Pastor. No lo es, si la música es eterna.