Música
Camarón, verdad y atrevimiento
Judeline y Yerai Cortés protagonizaron ayer en la Puerta del Sol de Madrid un homenaje al cantaor por el 75 aniversario de su nacimiento
Era 1989, y una ola de calor impregnaba las calles de Sevilla. En uno de sus rincones, la madera sudaba más de la cuenta, los rizos se encrespaban con mayor volumen, pues se estaba cociendo una creación que aún hoy se aplaude e incluso se le reza. Se estaba gestando el mítico «Soy gitano» de Camarón de la Isla. Con este álbum, el cantaor de San Fernando se consolidó como un símbolo eterno, una figura tan presente en las casas (no sólo andaluzas) como el propio sonido de una lavadora o la voz de una madre. En la que creció Yerai Cortés, recuerda, «crecimos con el cante de Camarón, para nosotros es el dios del flamenco, de los gitanos». Era maestro y referente, un modelo a admirar y a seguir: «La primera chupa de cuero que me puse fue porque se la vi a Camarón en una foto», añade el guitarrista, que se une a ese amplio abanico de artistas y no artistas que seguimos y veneramos la huella del cantaor, como una repleta de verdad, de pureza, de revolución y de atrevimiento. También se incluye Judeline, cantante gaditana que considera la voz de Camarón «como algo religioso. Yo no soy flamenca, yo fusiono mis raíces y experimento con la música. Pero Camarón nunca falta. No he visto en mi vida una figura a la que se le tenga tanto respeto», asegura.
Siempre es buen momento para recordar a Camarón, y por supuesto de rendirle homenaje, pero ahora más que nunca: en el 75 aniversario del nacimiento del artista, Cortés y Judeline han unido fuerzas para, en otra ola de calor, recuperar parte de aquella grabación de 1989 y ofrecerla a todos los públicos. Ayer, en la Puerta del Sol de Madrid, se subieron por primera vez juntos al escenario, junto con un coro formado por ocho mujeres, para interpretar «La Cruz del Campo», una bulería que el artista improvisó durante la grabación de «Soy gitano» en honor de la cerveza que siempre le acompañaba entre cantes y saraos. Su voz entonando «de la Cruzcampo yo no me quito, de la Cruzcampo yo no me aparto...» permaneció durante años en un cajón del productor Ricardo Pachón, y la marca la recuperó, perfiló su intrahistoria y la mostró al mundo. De alguna manera, tratan de devolverle el regalo al maestro a través de la versión que Judeline y Cortés han confeccionado e interpretado a partir de aquel audio.
No es tarea fácil cantar por Camarón. La gaditana lo toma como «una gran responsabilidad y con mucha presión, porque para rendirle homenaje harían falta cuatro vidas. Hemos hecho lo que nos ha salido del corazón». Priorizando el respeto hacia su arte, explica el guitarrista que «cuando estábamos en el estudio buscamos algo que fuera simbólico. Entonces decidimos empezar por alegrías y acabar por bulerías de Cádiz». Porque, define, eso es el flamenco, «cantar las alegrías y llorar las penas, y también llorar las alegrías y cantar las penas». Y eso es, por tanto, Camarón de la Isla. Un artista que sigue encogiendo almas a la vez que levantándolas con baile de la silla. El más revolucionario de su época, pero también el más puro. El que se atrevió a innovar con la honradez y la verdad como espada. Y el que, junto a otros grandes nombres, «caminó para que hoy nosotros podamos andar», afirma Judeline.