Música

“Concerti Grossi”: Händel en estado puro

Ottavio Dantone publica con la prestigiosa Accademia Bizantina los “Concerti Grossi Op. 3 & Op. 6 en una edición de lujo de cuatro discos y una edición crítica del musicólogo italiano Bernardo Ticci.

Ottavio Dantone
Ottavio DantoneGuilia Papetti

Era costumbre inglesa interpretar música instrumental entre los diversos actos de óperas y oratorios. Cuando Georg Friedrich Händel llegó a Londres se adaptó pronto a esta costumbre y en poco tiempo creó un extenso repertorio de obras instrumentales ejecutadas en los entreactos de sus óperas. El mejor ejemplo de ese repertorio instrumental londinense era el “concerto grosso” de Arcangelo Corelli con su célebre op. 6 publicado en 1714. Aprovechando su éxito comercial, el editor, John Walsh reunió distintas composiciones de Händel para crear a sus espaldas el “Concerti Grossi Op. 3” en 1734, recopiló una colección de sus obras sin el conocimiento del autor y las agrupó en seis conciertos, aunque con una estructura inusual, dos y cinco movimientos y solo uno contiene los cuatro canónicos. Su éxito impulsó a Händel y Walsh a seguir por ese camino y cinco años después publicaba los “Concerti Grossi op. 6 o “Doce Grandes Conciertos”, esta vez compuestos de forma homogénea e impresos bajo su control, con la intención de competir con Corelli. La prestigiosa Accademia Bizantina de Ravenna y su director, el clavecinista Ottavio Dantone, acaba de sacar al mercado los “Concerti Grossi Op. 3 & Op. 6”, (HDB Sonus), en una caja de lujo de edición limitada, que reúne la obra integral haendeliana en cuatro discos. Un trabajo muy especial y emotivo para Dantone, porque fue la primera vez que se reunió con sus músicos tras el forzado parón de la pandemia y porque para él, esta es una “obra fundamental en la historia de la música”.

¿Cómo ha abordado estos “Concerti Grossi” de Händel?

Como es sabido, Händel desconocía la publicación del Op. 3” por el editor John Walsh, que reunió de forma inapropiada distintas obras de Händel con una procedencia de lo más dispar, generando así ciertas incongruencias estructurales y compositivas. Por tanto, cuando un intérprete aborda dichos conciertos, tiene que elegir entre seguir la fuente original o reconstruir y adaptar las partes problemáticas. Yo me decanté por la segunda opción, por devolver la dignidad creativa al compositor, corrigiendo los torpes errores generados por quien ha reconstruido estos “concerti grossi”, en base a mi conocimiento estilístico y técnico e interviniendo con la máxima delicadeza y respeto.

¿Cómo surge la idea de grabarlos?

Forma parte del gran proyecto discográfico de la Accademia Bizantina de afrontar el repertorio instrumental entre el Barroco y el Romanticismo. El “Concerto Grosso” es una de las formas musicales que mejor caracterizan el paso del siglo XVII al XVIII, sentando las bases del concierto solista y, al mismo tiempo, consolidándose como forma autónoma con autores como Corelli, Geminiani y Händel. Si Corelli representa el prototipo y modelo, Händel se distingue por un lenguaje fascinante y extrovertido, muy personal y, al mismo tiempo, universal, que abraza todos los estilos y formas de su época, y tiende hacia esa perfección estilística idealizada por el pensamiento ilustrado. Estos conciertos representan la esencia más auténtica de Händel, están entre la música más bella jamás escrita por su variedad de formas, estilos y danzas compuestos con maestría y refinamiento.

¿Cómo ha sido el proceso con la Accademia Bizantina?

Como siempre, hay detrás toda una larga fase de estudio de las fuentes originales, después la edición crítica realizada por nuestro colaborador y musicólogo Bernardo Ticci. Luego viene el análisis de la materia musical para investigar todo lo que no está escrito, es decir, lo que está oculto detrás de los símbolos y códigos semánticos de la época. Posteriormente, junto al primer violín, Alessandro Tampieri, trasladamos esos signos interpretativos y las ornamentaciones a las partes de cada instrumento. Lo más interesante es que, a veces, surgen muchas ideas de forma espontánea, no solo durante los ensayos sino también durante la grabación. Por otro lado, es sabido que la improvisación es más interesante y eficaz cuando se conoce en profundidad la materia en cuestión.

¿Cómo valora el resultado de la grabación?

Ha sido uno de los momentos más felices de nuestra experiencia musical. Veníamos de un largo periodo de inactividad debido a la pandemia y este fue el primer proyecto tras meses de arresto forzado. Cuando nos encontramos para el primer día de ensayos, había una luz en nuestros ojos que expresaba la alegría de volver a hacer música juntos. Fue como un regreso a la vida y, además, nos disponíamos a estudiar y grabar una música maravillosa. Lo que realmente hace especial esta grabación es que, más allá de la investigación filológica y de la interpretación, estoy convencido de que hemos logrado infundir a este trabajo nuestras sensaciones más profundas, consiguiendo comunicar las emociones y los significados en un modo totalmente natural y espontáneo.

La Accademia Bizantina celebra cuarenta años de actividad.

Desde el inicio, nuestro trabajo ha consistido en recuperar, mediante el estudio riguroso y continuo de los códigos retóricos y emocionales de los siglos pasados, un lenguaje que, por un lado, esté lo más próximo posible a las intenciones del autor y que, por otro lado, sea eficaz y comprensible al oyente de hoy. Para obtener esto, se necesita un profundo trabajo de interpretación pero, sobre todo, que todo el grupo comparta todos y cada uno de los significados que la música nos trasmite. Lo más bonito de nuestro grupo es que todos estamos convencidos del método antes de las decisiones musicales, lo que hace que nuestro mensaje artístico sea claro y fuertemente reconocible.