Nueva York

Joaquín Cortés: «Un artista no puede vivir 30 años del marketing»

Después de un lustro de ausencia de nuestros escenarios, estrena «Gitano» en Barcelona

Joaquín Cortés: «Un artista no puede vivir 30 años del marketing»
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No es la modestia la mayor virtud de Joaquín Cortés, pero también es cierto que el tiempo y el éxito le han venido a dar la razón en muchos aspectos. Se considera uno de los padres de la fusión en el baile flamenco y es tal la demanda de los teatros extranjeros que cada vez cuesta más verle en España. Por eso ha decidido estrenar «Gitano» el próximo viernes en el teatro Tívoli de Barcelona y exhibirlo por su país antes de empezar otra nueva vuelta al mundo, y ya son unas cuantas desde que en 1988, con 19 años, decididera emprende su carrera en solitario. Quién iba a decirle a su abuelo, Antonio Reyes, «El Mono», que uno de sus sucesores iba a llevar su apellido por rincones que ni siquiera podía situar en el mapa.

–Su nuevo espectáculo se llama «Gitano», ¿qué significa serlo para usted?

–Todo. Es mi forma de ser, de vivir, de comunicarme con el mundo. En definitiva, es mi vida y creo que soy un buen gitano. Además nómada. He llevado el nomadismo al siglo XXI y he recorrido el mundo entero con mi arte.

–Asegura que gran parte del tiempo que ha estado ausente de los escenarios españoles se debe al duelo por la muerte de su madre.

–Es cierto, mi madre falleció hace ya cinco años. Luego volví a los escenarios, pero con giras a nivel internacional. Estoy contento de volver a España y hacer una gira más grande por ciudades a las que no voy habitualmente. Estrenamos en Barcelona, pero después nos podrán ver en Pamplona, Valladolid, Logroño, Los Veranos de la Villa de Madrid... Y más tarde, a finales de año, habrá una segunda parte en la que espero llegar a otros sitios como Sevilla, Bilbao, Coruña, Málaga...

–Después de tanto tiempo sin pisar los escenarios españoles, ¿siente algo diferente cuando sale a bailar?

-Cada vez menos, porque creo que ya me conocen mucho más fuera que en España. Lo único que es una manera de ponérselo más fácil a mis fans, pues así no tienen que ir a Londres, París o Nueva York para ver un espectáculo mío.

-Y usted, ¿echa de menos bailar más en su tierra?

-Más allá de eso, creo que el público español se merece también ver nuestro arte. Es cierto que resulta muy universal y que podemos viajar con él por todas partes, pero también es importante que se disfrute en España.

-Como su propia carrera, el espectáculo tiene dos partes: una más jonda y la otra más experimental.

-Sí, aunque no hay descanso, están muy bien diferenciadas. La primera es una vuelta a mis orígenes, es mucho más flamenca. Contará con dos jóvenes bailaoras a las que presento con la intención de potenciar su carrera. La segunda parte muestra ese estilo propio y personal que he creado hace tiempo: la fusión, que tiene mucho que ver con todo lo que he podido viajar por el mundo y llenarme de otras culturas.

-Es curioso porque, cuando empezaba a ser conocido, fue muy criticado como uno de los abanderados de la fusión y ahora, en casi todas las disciplinas, es la palabra que más se emplea para definir el trabajo de los artistas...

-Me encanta porque viene a reforzar que uno ha sido un visionario y un rebelde con causa. Todavía recuerdo cómo algunos se rasgaban las vestiduras por haber incluido a un diseñador para un espectáculo flamenco... Hoy todo el mundo quiere que le vista un nombre de la moda. La senda de la mayor parte de artistas ha ido por el mestizaje, por eso me siento pionero. Creo que he tenido las cosas claras y eso siempre me ha ayudado.

-¿Se baila distinto vestido de Armani, como en esta ocasión?

-No lo sé, pero estoy encantado de que mi gran amigo Giorgio me siga vistiendo. No ha sido el único, porque también he colaborado con Gaultier, Galiano, Narciso Rodríguez... Me parece un lujo tener padrinos así. Pero es algo que ha cambiado, no solo en el flamenco, en la danza en general no se pensaba en gente que procediera de las pasarelas.

-Vino a reivindicar la estética en un mundo en el que la escenografía consistía en sillas de enea y mantones...

-Espero que eso se acabe definitivamente. La puesta en escena me parece fundamental, tanto como la música o la coreografía.

-¿En qué ha cambiado desde la última vez que le vieron bailar en España.

-No sé si soy la mejor persona para responder, pero es inevitable que te cambien los años y dar tantas vueltas por el mundo. Me siento más asentado; será eso que llaman madurez.

-Hablando de dar vueltas, dice que ha ido a países donde el único español que había actuado era Julio Iglesias...

-Aunque suena a cachondeo, es verdad. Es lógico porque Julio Iglesias ha sido el cantante latino que más discos ha vendido en la historia y porque me lleva más de 20 años. He vivido varias veces el honor de ser recibido en el aeropuerto con flores y darme las gracias por ir y recordarme que era el segundo en su país después de Julio. Antes se le conocía a él, a Plácido Domingo, a Antonio Banderas y a mí, luego llegaron Pedro Almodóvar, Penélope Cruz y Javier Bardem.

- ¿Y Paco de Lucía?

-Era la otra gran leyenda de la que se hablaba en todo el mundo, un referente en el flamenco a nivel internacional, una leyenda desgraciadamente ya no viva; pero, afortunadamente, ha dejado un legado muy grande.

-¿Cómo se llevan el marketing y el flamenco?

-Bien; si no estás dentro de las redes sociales y no te mueves, no existes. Aun así no creo que un artista pueda sobrevivir 30 años sólo de marketing, pero ayuda muchísimo.

-Dice que le ofrecieron dirigir el Ballet Nacional y lo rechazó...

-No ha habido una propuesta, pero sí tentativas indirectas. Tampoco he dicho que no, solo que yo tenía ya una compañía privada con una marca en todo el mundo y que no aceptaría si no me daban carta blanca. Por supuesto que no me pondría al servicio de un político que me dijera lo que tengo que hacer.

-Entonces, ¿no lo descarta?

-No, pero es muy difícil que me den esa carta blanca. Además, ya tengo una compañía que tiene más nombre que el Ballet Nacional y con la que he creado el espectáculo español más visto de la historia: «Pasión gitana».