Wim Mertens, la solidez de las ideas
El compositor belga presenta en el Universal Music Festival de Madrid su nuevo trabajo, que gira en torno al cambio de mentalidades
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Una vez al año, Wim Mertens (Bélgica, 1953) va a visitar un árbol. No es un gran ejemplar, sino todo lo contrario. Se trata de un arbolillo que crece en la arena del canal de Calais, que lucha por agarrarse a la arena fina para hacer frente a los vientos de la costa Atlántica. El árbol está inclinado y busca el agua a duras penas con sus raíces. Al compositor belga, uno de los más destacados de la música contemporánea, esa imagen le parece perfecta para explicar la idea de su último trabajo, «Ranges of Robustness», que será la parte nuclear de su espectáculo el próximo domingo 23 de junio en Madrid, en el marco del Universal Music Festival, su única fecha en España por el momento. «En en el disco abordo cuestiones que se han puesto en duda en los últimos tiempos ante el devenir de la humanidad –dice Mertens al teléfono–. Cuestiones que antes parecían sólidas y ya no lo son, o quizá lo son, pero en un grado menor. Es decir, podemos seguir confiando en que hay ideas y realidades robustas pero a las que le están empezando a aparecer grietas. Por eso, el disco se titula rangos de robustez. Porque desgraciadamente estamos perdiendo realidades que creíamos inmutables». Es decir, que no se trata tanto de la realidad sino de nuestra percepción de la realidad. «Efectivamente. La solidez de las ideas se mide por la existencia de nuestras dudas sobre ellas», contesta el compositor en un tono casi filosófico. «Yo, como compositor, tengo que reaccionar a las situaciones en la medida en que la época lo demanda. Ya no podemos ser ingenuos o inocentes. Tenemos que mirar al mundo de otra manera porque los acontecimientos nos están avisando. Para mi generación, especialmente, supone una serie de sucesivas tomas de conciencia. La primera de ellas es que, con la guerra en Europa, se ha caído una de las certezas que teníamos: la guerra ya no es una idea lejana, sino una posibilidad real. De esa manera, una idea robusta, la de que Europa no volvería a pasar por ese horror, se ha desmoronado».
Esto tiene una consecuencia directa, un cambio de mentalidad o de actitud: «Para mí, lo más importante es que ya no podemos predecir qué va a pasar. No podemos dar por sentado ni por seguro nada, especialmente mi generación. Nosotros no previmos, no calculamos que podría suceder esto y nos equivocamos. Ahora, los más jóvenes tienen que aprender de nuevo a lidiar con estos elementos impredecibles. Estamos obligados a cambiar nuestra actitud ante los elementos de caos. Y lo impredecible siempre ha sido una de las preocupaciones de mi música. Como compositor, llevo años trabajando para inventar un método, una técnica. Por ejemplo, nunca reproduzco una partitura en el sentido clásico. Cada noche es diferente», explica Mertens.
El compositor es uno de los grandes de la música contemporánea de vanguardia. «Cuando empecé en 1980, la gente necesitaba muchas explicaciones sobre la música y a mí eso no me gustaba nada. Consciente o inconscientemente me esforcé en buscar un tipo de música que no necesitara de esa explicación. Por eso, en 1984 publiqué ‘‘Maximizing the audience’’, para explicar que cualquiera podía acercarse a esas mal llamadas composiciones de vanguardia». Mertens logró con creces su objetivo y mucho más. Aquella composición, una de las más populares del belga, tuvo una segunda vida imprevisible: se convirtió en un «hit» nada menos que en la llamada escena del Bacalao. Las discotecas valencianas ponían, de madrugada y para un público que no tenía nada que ver con la clásica contemporánea, aquel tema adaptado a la pista de baile. Cuando el belga se presentaba en auditorios de la costa levantina a interpretar sus creaciones, siempre aparecía un grupo de espectadores espontáneos que se levantaban del asiento para bailar, ante el desconcierto de los asistentes. «Lo sé, y me siento muy orgulloso de eso, porque era precisamente el mensaje que quería transmitir. Que la música contiene en sí misma una información que permite ser comprendida y disfrutada por cualquier persona en distintos contextos», dice Mertens, dando prueba de humildad ante la segunda vida de uno de sus temas, más exitoso que en su versión original. «Para mí, la música puede decorarse de muchas maneras para llegar a más personas, pero lo importante es que la idea primigenia, si funciona, llegará a todo el mundo». La música, como las ideas, tiene diversos grados de solidez y de robustez. Pero se aferra con sus raíces al presente, como el árbol del canal que Mertens visita cada año.