Así fue el regreso de «Malinche»: Nacho Cano contra «los chulos de Marlaska»
El músico y empresario aprovechó el estreno de la tercera temporada de «Malinche» para pronunciar un largo y explosivo alegato a favor de su inocencia y en contra de quienes «nos gobiernan con odio, miedo y mentiras»
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El estreno de la tercera temporada del musical «Malinche» fue un doble espectáculo. Una de esas noches en la que concurren todos los elementos necesarios para que quienes la viven puedan decir dentro de unos años: «Yo estuve allí», pues tuvo la emoción que emana del arte excelentemente ejecutado –mención especial a los números de baile, de altísimo nivel– y el remate inesperado del hombre que siente que se ha cometido una inaceptable injusticia contra él y necesita gritar su inocencia.
Al término de la obra, y a modo de estrambote o traca final, Nacho Cano apareció en el escenario y ofreció un discurso cargado de dinamita, con el que quiso aclarar algunos de los puntos de la polémica que lo acompaña desde que el pasado 9 de julio fue detenido por miembros de la Policía Nacional por presuntos delitos de favorecimiento de la inmigración irregular y contra los derechos de los trabajadores (ayer se supo que dos juzgados de Madrid han suspendido de manera cautelar la denegación del permiso de prórroga de estudios a los becarios mexicanos, lo que significa que podrán seguir en España mientras se resuelve el procedimiento judicial, y esto ya es una victoria para el músico madrileño).
Cano ya había dado su versión de los hechos en distintos medios de comunicación, en los que aseguró que se trata de una maniobra orquestada por el Ministerio del Interior por su amistad con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que anoche estaba en primera fila, apoyando con entusiasmo a su amigo, no demasiado lejos del periodista Iker Jiménez.
Pero ayer fue la primera vez que se explayó ante un auditorio lleno, ante el público, y echó el resto. Empezó advirtiendo que tenía que contar «una historia triste» y continuó afirmando que lo que hacen en el musical es «apostar por el encuentro, el amor, el valor y la verdad, un discurso que hay gente a la que no le interesa en absoluto, y son la gente que nos está gobernando en este momento».
Relató después cómo surgió, hace 10 meses, la idea de dar tres becas de la Casa de México y cómo él propuso a sus inversores ampliarlas para que el elenco que estrenará esa obra en México, en febrero o marzo del próximo año, viniera a España: «Se hicieron dos castings –explicó–, en Ciudad de México y en Guadalajara, y les ofrecimos venir a Europa a prepararse con el elenco de “Malinche” desde diciembre hasta julio.
Una beca que no sólo les proporcionaría un título, sino que acababa con un puesto de trabajo en México. Una de las becarias –prosiguió– no dio el nivel requerido y se le ofrecieron todas las facilidades para que volviera a México, pero intentó extorsionar, chantajear, porque no quería volver a México y porque hay gente que hace dinero yendo a las televisiones y cobrando por poner verde al personal, porque vivimos un momento en el que hay mucha vulgaridad en muchos». Sus abogados ya han aportado al juzgado la relación de los whatsapps que recibió de esa becaria.
El músico dedicó la mayor parte de su relato a contar cómo se produjeron las detenciones: «Fueron 12 policías –a los que llamó “los 12 chulos de Marlaska”– a por 17 chavales. Se llevaron a esos chicos de la escuela, de malas maneras, porque les tienen que identificar, dicen, y los retienen en la comisaría de Leganitos, el comisario Alberto Carba, la mano de la policía política de Marlaska, durante 11 horas, sin asistencia legal y sin nadie del Consulado.
Chavales pagados con dinero privado que no iban a crear ningún problema ni lo crearán. Les coaccionaron y les amenazaron con deportarles, y les decían a las chicas cuál era el color de sus bañadores porque las habían seguido a la piscina. Y les preguntaban –reveló– si yo tenía el whatsapp de alguna, cuando ellos sí les han escrito por whatsapp para ligar con ellas, los chulos de Marlaska, que son unos paletos y unos macarras que, como llevan tanto tiempo sin que nadie les ponga en su sitio, no tienen límite. Después de aquello tuvimos que tomar cartas en el asunto y estos chicos denunciaron a la policía. Bueno, no –matizó de nuevo–, a la policía no, a los chulos de Marlaska. La policía es otra cosa. Por lo menos, la que yo he conocido desde los 80 e incluso desde los 70. Y no digamos ya la Guardia Civil, esos sí que son la hostia». ]]
Y ofreció a su vez detalles de su detención: «A los dos o tres días me llaman para que me presente en la comisaría de Leganitos y, según llego, me dicen: “Está usted detenido”. Y yo: “Ah, ¿y por qué”, y me dicen que porque les he inducido a entrar como turistas, cosa que se debe hacer y recomienda la embajada desde el 2018, y porque los tengo trabajando irregularmente. Y yo: “¿Y no tendrá que ser un juez el que diga esto?”, “no, pero te vamos deteniendo, por si acaso”.
En la garita –continuó–, donde te toman las huellas, el policía me dice: “Nacho, lo siento”. Y yo le pregunto que por qué me dice eso y me contesta que porque sabe que está mal». En ese punto, el músico anunció que ya terminará de contar la historia porque hay partes que no puede revelar.
Y se dirigió a su madre, de 92 años, allí presente, y dijo, a propósito del susto que se llevó por su detención: «Menos mal que eres fuerte, porque si te llega a dar a ti un chungo me cago en su puta madre», lo que provocó uno de los más largos aplausos de la noche.
Nacho Cano concluyó su discurso de desahogo asegurando que «tenemos unos señores que nos gobiernan con odio, miedo y mentiras» y que desde ese escenario iban a luchar con «el encuentro, el amor, el valor y la verdad». Y exclamó: «¡Viva México! ¡Viva Venezuela! ¡Y viva España!».
Anoche, el músico triunfó ante su público, que salió de allí con gesto de felicidad. Porque el arte bien hecho siempre tiene razón. Y aunque la otra cara de la moneda, la de los juzgados, sigue su curso, el mirar a los ojos a la gente y obtener su complicidad y su calor lo ha liberado, seguro, de unas cuantas toneladas de peso.