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Contracultura

¿Qué es una mujer? La pregunta que los candidatos no contestan

En el debate a tres, ni Abascal, ni Díaz, ni Sánchez fueron capaces de definirlo, pues dar una respuesta u otra supondría molestar a uno u otro colectivo

Centenares de feministas se manifiestan en la calles de Madrid (1987) por del Día Internacional de la Mujer
Centenares de feministas se manifiestan en la calles de Madrid (1987) por del Día Internacional de la MujerM.P.BarriopedroAgencia EFE

«¿Qué es para ustedes una mujer, exactamente? ¿Qué es para ustedes una mujer, Señor Sánchez?», preguntaba Santiago Abascal en el debate a tres de RTVE. Parece una pregunta sencilla y no debería representar ningún problema responderla. Pero, sin embargo, dio pie a una secuencia digna de mala película de enredos: Yolanda Díaz contestaba, desnortada, con la misma pregunta. Abascal decía que era él quien lo estaba preguntando, Díaz que era ella la que le preguntaba a él. Primer plano de Abascal expectante, de la de Sumar moviendo los ojos como Marujita Díaz, de Sánchez callado. Dar una respuesta u otra podría suponer molestar a un colectivo (el de las feministas clásicas) o a otro (el del transactivismo). Y, en la recta final de la campaña electoral, podría suponer jugarse unos buenos votos. O, quizá, es que verdaderamente son incapaces de definir lo que es una mujer. Según la RAE, en su primera acepción es la persona del sexo femenino. Para la evanescente Irene Montero, para una persona que es feminista ser mujer significa «más riesgo de pobreza, más riesgo de exclusión social, más riesgo de sufrir violencias, más riesgo de cobrar menos por el mismo trabajo, más riesgo de asumir todos los cuidados, más riesgo de no poder desarrollar plenamente sus proyectos vitales porque tiene que dedicarse a otras tareas de las que los hombres no se hacen cargo, desgraciadamente, en igualdad de condiciones». Según esta definición (deficiente, puesto que no expone de manera inequívoca y precisa el significado de la palabra) un señor de mediana edad con cargas familiares, parado de larga duración, sería una mujer.

«Tras lustros de feminismo, las mujeres nos encontramos con que somos ‘‘esa cosa indefinible por complicada”», dice Mimunt Hamido, feminista y divulgadora desde la plataforma NoNosTaparán de la voz de mujeres feministas y laicas de origen magrebí. «Según la hasta ahora Ministra de Igualdad, definir mujer es algo innecesario porque ‘‘aún se está teorizando sobre ello”». Lástima que no se teorice cuando de vendernos por trozos o alquilarnos por un tiempo se trata. En estas circunstancias todos saben lo que es una mujer o, peor, saben cuál es la idea patriarcal de ser mujer. Y la aplican con ganas. La biología es ya esa ciencia que a ellas se les ha quedado obsoleta, ya no puede ser utilizada para definirnos.

Viñeta
ViñetaJae Tanaka

«Una mujer», dice Pablo de Lora, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de «Lo sexual es político (y jurídico)» y «El laberinto del género. Sexo, identidad y feminismo», «es la hembra adulta de la especie homo sapiens sapiens, a quien cabe identificar como distinta al macho adulto de la especie homo sapiens sapiens por parámetros genéticos, fisiológicos y anatómicos. Como miembro de una especie que se reproduce sexualmente, las mujeres producen células sexuales grandes y pocas a las que llamamos óvulos… ‘‘Mujer’’ es también un concepto referido al conjunto de roles, actitudes y expectativas sociales que cultural o socialmente se depositan en las mujeres (supra sobre qué es una mujer) u hombres (supra sobre los hombres). Si, como Irene Montero, definimos a las mujeres exclusivamente como aquéllos individuos que sufren discriminación, violencia, brecha salarial, etc. la Reina Letizia no es una mujer». Y añade: «Es imposible, conceptualmente, proclamar de manera altisonante que “a las mujeres se nos mata por el hecho de serlo” y a la vez ser incapaces de precisar qué es ser mujer. Borrar institucional y jurídicamente el sexo como un hecho para convertirlo en un acto de voluntad. No existe un solo esbozo de argumento, ni el más mínimo, que permita compatibilizar ambas cosas: o la violencia de género no es tal cosa, o la condición sexual no es fruto de la mera autodeterminación».

Dos más dos

«Diluir el concepto mujer», tercia Hamido, «diciendo que somos un constructo social, viene mejor a todo este progrerio woke que repite como un mantra que “el sexo se asigna al nacer”. Cuando una mentira tan obvia se repite mil veces y además desde las instituciones, la gente en la calle la compra como verdad absoluta. Lo están consiguiendo. Lo único cierto es que, diluyendo el significado de mujer, será imposible acabar globalmente con la opresión de carácter estructural que las mujeres sufren históricamente. Quizás eso y engordar las arcas de la industria farmacéutica sea el verdadero fin de estas políticas identitarias». «Yo no sé hasta qué punto los propios líderes políticos de la izquierda son conscientes de que la ley trans implica impedir la posibilidad de definir qué es ser una mujer», apunta José Errasti, profesor titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo y coautor de los imprescindibles «Nadie nace en un cuerpo equivocado» y «Mamá, soy trans».

«De tal forma que el pasmo ante la pregunta de Abascal podría responder al desconocimiento de la importancia que en el debate queer está teniendo esta pregunta. Es una pregunta tan obvia que es como si les hubiesen preguntado cuánto son dos más dos. O quizá, por el contrario, la estupefacción responde a que saben que no pueden definir qué es una mujer, porque desde esta nueva teoría se borra que existan características diferentes que distingan mujeres de varones. Pero claro que tiene importancia: si dos personas iguales absolutamente en todo (en economía, en cultura, en emociones, en genetica, en biologia…) pueden ser una de ellas varón y una de ellas mujer, y dos personas totalmente diferentes en todo que no compartan ni una sola característica (ni sociocultural, ni biológica, ni política, ni emocional, ni educativa, ni laboral…) ambas pueden ser mujeres, entonces los conceptos de mujer y varón no tienen ningún significado. Si no hay nada que los diferencia, si eyaculan por igual, menstrúan por igual, dan a luz por igual, abortan por igual… varón y mujer son palabras que dejan de tener significado y hacen que se vuelva una entelequia y lo único que viene a rellenar ese vacío serán los estereotipos y los clichés. Mujer será la que lleve faldas y maquillaje, sea Samantha Hudson o Margaret Tatcher y varón será el que lleve pantalones y fume puros, sea Charles Bronson o Audrey Hepburn».

«Los políticos saben que este tema no les renta», prosigue, «Los políticos de izquierdas saben que su postura es completamente indefendible, imposible de argumentar, y que únicamente podrá beneficiarse de respuestas emocionales, de casuística aislada, de retóricas demagógicas. Pero que no resisten ninguna conversación medianamente racional. A su vez, la derecha sabe que su electorado no está al tanto de lo que está pasando. Muy pocos lo están y, cuando lo tratan de entender, quedan extrañados. Cuando a alguien que no sabe lo que está ocurriendo le explicas con un poco de detalle lo que es la teoría queer, lo habitual es que crea que no lo está entendiendo. ¿Cómo va a entender que, de verdad, alguien esté defendiendo que el sexo es una variable subjetiva, que uno debería sentirse atraído por personas que sienten que son mujeres y que eso debería bastar para provocar ese deseo sexual en el varón heterosexual, que eso es independiente de sus genitales? ¿Cómo va a entender que Irene Montero, ministra de Igualdad, diga que el debate es interesante pero no le va dedicar tiempo porque ella es feminista?. ¿Pero cómo va a ser feminista, si no es capaz de definir lo que es una mujer? Sería como un matemático que no sepa lo que es un número o un geógrafo que no sabe lo que es la tierra. Cualquier definición de mujer que se intenta dar desde el transactivismo es circular, termina afirmando que mujer es quien se siente mujer. No pueden dar una definición que no contenga la palabra definida. No hacen más que dar vueltas para no reconocer que, en realidad, a lo que esta ocurriendo es que estamos viendo cómo la izquierda está pasando a definir el sexo a través del estereotipo sexual. Y contra eso vamos a estar peleando siempre, porque es el peor machismo de la historia que vuelve por la espalda, desde, precisamente, lo que se suponía que era la mayor progresía posible». «Me mojo», ríe, «y voy a dar una definición arriesgada, transgresora, vanguardista y rompedora. Voy a defender aquí que ser mujer es lo que dice el diccionario: la persona de sexo femenino».